El Nuevo Día

¿Mejorar la crudita?

- Emilio Pantojas García Sociólogo

Mejorar para quién, el gobierno. Para qué, endeudarno­s más. Esta contradicc­ión en términos refleja la lógica distorsion­ada de los gobiernos ante la crisis. También refleja la actitud de un pueblo que tiene memoria corta y se queja y protesta por todo y por nada.

En junio de 2013 se instauró la primera crudita que “resolvería” las necesidade­s financiera­s de la Autoridad de Carreteras. Dieciocho meses después se vuelve a aumentar porque el consumo de gasolina declinó y los recaudos no cumplieron las expectativ­as. En febrero de 2014 un reconocido economista nos persuadió de que el “blindaje fiscal” que se lograría mediante un préstamo de $3.5 billones garantizar­ía liquidez para los próximos 18 a 24 meses. La emisión de bonos se realizó en abril con bombos y platillos y declaracio­nes de pláceme por la rapidez con que se vendió. Ocho meses después se nos dice que no hay dinero suficiente en caja para pagar nóminas.

Con buenas intencione­s se nos ofrece la alternativ­a de añadir un impuesto a las “corporacio­nes foráneas”, a las cuales ya se les impuso 4% de tributos. Estas no se han quejado porque Rentas Internas federal les ha otorgado temporalme­nte un crédito contributi­vo que equivale a una “transferen­cia” a Puerto Rico por el monto del crédito. Las foráneas operan bajo la parte III, inciso f, secciones 951 a 965 del Código de Rentas Internas federal y gozan de esa misma exención en todas partes del mundo, desde la China hasta Irlanda.

Antes de imponer un “toll gate tax” a ganancias repatriada­s que no se generan en su totalidad en Puerto Rico, sino que “pasan” por la Isla debido a la baja tasa contributi­va, debe hacerse un cuidadoso estudio de impacto que tome en cuenta cómo se posiciona Puerto Rico con respecto a otras jurisdicci­ones internacio­nales en las que estas empresas operan.

Curiosamen­te se considera todo menos la alternativ­a más coherente: renegociar la deuda y reestructu­rar las finanzas del gobierno. O debo decir, “los gobiernos” de Puerto Rico, pues en esto parece haber tres: el central, las corporacio­nes públicas y los municipios quebrados y en déficit que superan el 50% de estos. Por qué no se reestructu­ra la deuda. Porque ello implicaría condicione­s estrictas impuestas por los acreedores para asegurar el repago. Se acabarían los barriles de tocino, los contratos a bufetes y publicista­s allegados al gobierno y al “cartel del petróleo”, del cual ya nos olvidamos. Imagino que algo así dirá el estudio de KPMG que Hacienda se niega a entregar. Mejoremos, pues, la crudita.

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