Lejos la corona de Miss Mundo
Las puertorriqueñas no están preparadas para un certamen tan exigente y con filosofía tan distinta al Miss Universe
¿Será posible que otra puertorriqueña logre coronarse Miss Mundo después de casi 40 años desde que Wilnelia Merced se alzara con el título en 1975? Esa es la pregunta.
En todos estos años lo más fácil ha sido echarle la culpa a Wilnelia cuando ella ha hecho todo, incluso ser parte del jurado para darle todos los votos a la candidata boricua, y le ha ofrecido herramientas necesarias basadas en su experiencia. De eso puede dar fe Génesis Dávila, quien representó la Isla el domingo en Londres.
Génesis estuvo entre las 15 jóvenes con mejor puntuación en la entrevista con el jurado. Adornos como belleza, cuerpo y pasarela, no le faltaron, y no logró entrar al grupo de las 25 semifinalistas. Pero seguramente salió de ahí un mejor ser humano y como es su deseo, podrá pasar sus experiencias a su sucesora.
El problema es que Puerto Rico no acaba de entender que Miss Mundo es un certamen distinto al Miss Universe, que más allá de la belleza, la joven que participe debe tener educación y madurez para tratar a la más alta jerarquía de un país como un ser capaz de sentir compasión por otros seres que sólo han conocido carencias. Algo que un cambio de imagen, una cirugía para corregirle la sonrisa, un aumento de busto, o matarse en el gimnasio, no hace.
La nueva Miss Mundo, la sudafricana Rolene Strauss de 22 años estudiante de medicina y músico, logró transmitir todo eso con honestidad.
Otra fue la Miss Estados Unidos, Elizabeth Safrit, que al igual que la puertorriqueña Amanda Vilanova, quedó segunda finalista y fue invitada a la Universidad de Oxford, Inglaterra, a deponer como muchos presidentes del mundo. La norteamericana dijo que “América debía poner los ojos en este certamen”. Seguro descubrió la verdadera misión de la organización, que es llevar millones de dólares en ayuda a países de extrema pobreza.
Este año Julia Morley, presidenta de Miss Mundo, anunció que el proyecto “Belleza con propósito”, que es el corazón del concurso, beneficiará a los cinco proyectos finalistas. Las historias que presentaron esas cinco candidatas conmovían hasta las lágrimas. Por eso se necesita una candidata comprometida con querer hacer una contribución en el mundo, capaz de transmitir verdadera bondad. Con ser bella no basta.