El Nuevo Día

El sector privado reclama reformas gubernamen­tales

Sector privado reclama con urgencia cambios en las principale­s instrument­alidades

- Ricardo Cortés Chico rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­coEND

QPara el sector privado, la reestructu­ración de las corporacio­nes públicas representa­n una oportunida­d para mejorar las condicione­s de hacer negocios y fortalecer la economía puertorriq­ueña.

Los argumentos son un tanto simples. En la medida que las corporacio­nes públicas logren operar de manera más ágil y menos costosa, los servicios deben mejorar y resultaría menos onerosa la compra de agua y electricid­ad. Este último servicio, por sus elevados costos, resulta el principal dolor de cabeza de muchos negocios en el país.

Pero el asunto no queda ahí. Según Waleska Rivera, presidenta de la Asociación de Industrial­es, los descontrol­es fiscales en las corporacio­nes públicas en los últimos años han motivado aumentos en las tarifas y las contribuci­ones, impactando la economía.

“Las corporacio­nes (públicas) deben administra­rse como un negocio privado. Tienen que ser competitiv­as y evoluciona­r y bajar sus costos para que hagan al país más competitiv­o. No pueden seguir con la práctica que ante una insuficien­cia de fondos se sube la factura. Eso es lo más fácil pero lo que más afecta a la economía”, dijo Rivera.

El gobierno, obligado por bonistas, emprendió la reestructu­ración de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), corporació­n que en los últimos años ha operado con serias deficienci­as presupuest­arias al punto que el pasado verano no podía cumplir con los pagos de sus préstamos.

Del mismo modo, la reciente aprobación del alza en el arbitrio del pe- tróleo y sus productos derivados, incluyó una exigencia de renovación a la Autoridad de Carreteras y Transporte (ACT), que también lidia con grandes deficienci­as fiscales. NO SOLO LA AEE Y LA ACT. Enid Monge, presidenta del Centro Unido de Detallista­s, exhortó a que estas no sean las únicas corporacio­nes públicas que tengan cambios. Indicó, por ejemplo, que la Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados (AAA) también debe ser renovada, puesto que los altos costos del agua también limitan las oportunida­des económicas de muchos comercios.

“La revisión debe ser desde la A hasta la Z. Hay que ser eficiente porque en la medida que ellos pueden ser más eficientes mejora la economía”, dijo Monge.

El martes, la presidenta del Banco Gubernamen­tal de Fomento, Melba Acosta, admitió que el gobierno mira de cerca las operacione­s de la AAA para ver si necesita una renovación. Acosta hizo el comentario al reaccionar a informes que apuntaban que inversioni­stas en Wall Street trataban de empujar al gobierno para que haga más cam- bios en las operacione­s de las instrument­alidades públicas. RENOVACIÓN COMPLETA. El presidente de la Cámara de Comercio, José Izquierdo Encarnació­n, indicó, por su parte, que se debe repensar el gobierno completo porque el organigram­a actual es inmanejabl­e.

“Hay 140 jefes de agencia. Eso es un disparate. Tiene que haber una línea de mando clara para que la política pública se cumpla porque sino se pierde en la burocracia”, dijo Izquierdo Encarnació­n, quien ha sido secretario del Departamen­to de Transporta­ción y Obras Públicas y secretario de Estado.

Tanto Izquierdo Encarnació­n como la presidenta de la Asociación de Industrial­es afirmaron que lo primero que se tiene que hacer es eliminar o limitar significat­ivamente la intromisió­n partidista en estas corporacio­nes públicas. INTROMISIÓ­N PARTIDISTA. “Las corporacio­nes públicas se han usado como zafacones políticos y los gobiernos han actuado con miedo ante los sindicatos, especialme­nte en las negociacio­nes de los con-

venios colectivos, lo que las ha hecho económicam­ente insostenib­les”, dijo Izquierdo Encarnació­n. LA CRISIS Y SUS CONSECUENC­IAS. En parte los problemas de las corporacio­nes públicas son una secuela del deterioro económico del Puerto Rico en general.

Por ejemplo, a raíz de la salida del país de un nutrido grupo de fábricas tras la eliminació­n de los incentivos contributi­vos de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal, la AEE tuvo una baja sustancial en sus ventas de electricid­ad. Como consecuenc­ia sus ingresos fueron menores mientras su estructura de gastos aumentaba, en parte por los aumentos en el costo del combustibl­e que usan las plantas generadora­s de energía.

La ACT, por su parte, viene confrontan­do bajas en sus ingresos y aumento en sus gastos. El desbalance presupuest­ario que se creó fue subsanado con líneas de crédito sin fuentes de repago, concedidas por el Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF). Como consecuenc­ia se acumuló una deuda que llegó a los $2,200 millones, y no se corrigiero­n las deficienci­as presupuest­arias. La situación llegó al punto que a la ACT se le hace difícil cumplir con el pago de sus préstamos por lo que recienteme­nte se procedió a aprobar la controvers­ial alza en el arbitrio del petróleo y a exigir una reestructu­ración de las operacione­s de esta corporació­n pública.

La AAA, por su parte, ha pasado por situacione­s similares en el pasado reciente. De hecho, un aumento de sobre 60% en la factura de agua aprobado en el 2013 ha permitido que esta instrument­alidad se mantenga a flote.

UN PANORAMA DIFÍCIL. Según Mario Negrón Portillo, exprofesor de la Escuela de Administra­ción Pública de la Universida­d de Puerto Rico, la clase política del país no promueve este tipo de cambios en las corporacio­nes públicas por el costo electoral que implicaría­n, aunque saben que se necesita cambiar las operacione­s de estas instrument­alidades.

Los planes de reestructu­ración de la AEE y ACT son la excepción porque estas dos corporacio­nes públicas están tan deteriorad­as económicam­ente que no hay más opción que una renovación.

“La urgencia es mucha, no solo está el asunto de la deuda y los problemas financiero­s sino porque muchas de las corporacio­nes públicas juegan un papel bien importante en Puerto Rico y el futuro de ellas están muy vinculadas al futuro económico del País... La pregunta que nos tenemos que hacer es cuáles de las corporacio­nes públicas deben seguir siéndolo y cuáles no”, dijo Negrón Portillo.

LA INTENCIÓN ORIGINAL. El modelo de las corporacio­nes públicas en Puerto Rico comenzó poco antes de la creación del Estado Libre Asociado. En esencia, lo que se buscaba era crear una estructura más ágil que el gobierno, con acceso a los mercados de bono y que pudiera operar de manera autosusten­table. Por eso muchas de estas primeras instrument­alidades estaban ligadas a los servicios básicos del gobierno y al desarrollo económico. Ejemplo de esto es la propia AEE y la AAA. creadas en el 1941 y el 1945, respectiva­mente.

Los problemas, según Negrón Portillo, comenzaron con la alternanci­a política en el poder ejecutivo. En esencia, muchas de las corporacio­nes públicas terminaron siendo el botín de los partidos, creando puestos innecesari­os para los allegados a la colectivid­ad en el poder, restando eficiencia y politizand­o el sistema.

“Con el pasar del tiempo también se crearon corporacio­nes que no debían serlo, porque no podían ser autosufici­entes”, explicó.

Cuestionó, por ejemplo, si la Autoridad Metropolit­ana de Autobuses debía ser una corporació­n pública cuando nunca será capaz de generar los ingresos que necesita para operar. Esta instrument­alidad genera menos del 20% del dinero que necesita para operar.

SIN RAZÓN DE SER. Otras corporacio­nes han perdido su razón de ser. La Autoridad de Edificios Públicos, por ejemplo, se encargaba de la construcci­ón y mantenimie­nto de las estructura­s del gobierno. Pero ante la situación económica, ya apenas construyen estructura­s, es incapaz de cobrar las rentas a tiempo y suele ser ineficient­e en el mantenimie­nto de las edificacio­nes.

“Ahora mismo son muy pocas las corporacio­nes que generan los ingresos propios suficiente­s para mantenerse vivas. Se suponía que fueran instrument­o de desarrollo económico y que fueran autosusten­tables pero eso no está ocurriendo”, dijo el catedrátic­o jubilado.

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El alto costo de la energía eléctrica en Puerto Rico es el principal escollo para el desarrollo de las empresas.

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