RECONCILIACIÓN
Cuba y Estados Unidos, enemigos acérrimos durante 53 años, anunciaron ayer que restablecerán relaciones diplomáticas y comerciales
Cincuenta y tres años después de la ruptura diplomática que precedió a la imposición del embargo económico estadounidense contra Cuba, el presidente Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro han hecho historia al acordar la normalización de relaciones entre sus países, un paso que debe ser bien acogido por la comunidad internacional.
Ciertamente, ya era tiempo. El restablecimiento de relaciones diplomáticas, anunciado conjuntamente por ambos gobiernos, representa el mayor gesto de buena voluntad realizado por las partes en algo más de cinco décadas de aislamiento, aunque está por verse cuánto efecto real tendrá la medida sobre el bloqueo impuesto por Washington al año siguiente de que se rompieran las relaciones con La Habana.
El embargo está enmarcado en una ley del Congreso cuya improbable derogación se apresuró a reclamar ayer mismo el presidente Obama. El Congreso, dominado por los republicanos, favorece mantener el bloqueo.
El acercamiento logrado entre Washington y La Habana fue posible gracias a la intervención activa del papa Francisco y se basa principalmente en razones humanitarias, que apoyamos sin reserva.
La primera acción conjunta acordada por ambos gobiernos fue el intercambio de prisioneros, encarcelados unos en Estados Unidos y otros en Cuba por condenas de espionaje. El subcontratista estadounidense Alan Gross, preso en Cuba desde hace cinco años, viajó ayer mismo de regreso a su país. Otro estadounidense, preso desde hacía 20 años y a quien el gobierno de Washington considera que fue clave para acusar de espionaje a cinco cubanos y a la puertorriqueña Ana Belén Montes, también fue liberado.
Estados Unidos, por su parte, liberó a tres de los cinco cubanos convictos que volverían de inmediato a Cuba. Los otros dos ya habían sido excarcelados.
Montes, convicta de espionaje mientras laboraba en la Agencia de Inteligencia de Defensa, una unidad del Pentágono, no fue incluida en el intercambio, que también beneficiará a otros 53 prisioneros en Cuba.
Confiamos que las mismas razones humanitarias que esbozó el presidente Obama para negociar el intercambio de presos con Cuba se apliquen prontamente en el caso del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera, encarcelado en Estados Unidos desde hace 33 años. Debemos aprovechar esta coyuntura histórica para reclamar el mismo trato favorable para Oscar.
Mediante el acuerdo, Estados Unidos abrirá en los próximos meses una embajada en La Habana y dejará de requerir que los ciudadanos estadounidenses obtengan autorización previa para viajar a Cuba como parte de intercambios educativos, culturales y artísticos, entre otros. Igualmente, Cuba será excluida del listado de países que promueven el terrorismo.
Asimismo, se facilitarán los negocios de empresas de telecomunicaciones, además de viabilizarse un aumento del acceso a Internet y de productos de construcción por parte de Cuba.
Del mismo modo, y en un tema que toca de cerca a Puerto Rico, Cuba ya no tendrá obstáculos estadounidenses para participar activamente en el concierto de naciones caribeñas y latinoamericanas que comparten sus luchas por su desarrollo económico, social y político, matizado durante tantos años por las tensiones derivadas del conflicto de medio siglo entre los dos países. Como un primer paso, Estados Unidos anunció que no objetará la participación de Cuba en la próxima Cumbre de las Américas, prevista para abril de 2015 en Ciudad de Panamá.
La nueva situación permitirá a los empresarios puertorriqueños acceder a Cuba para contribuir con su tecnología, profesionalidad y experiencia a la modernización del hermano país, lo que también debe ayudar a nuestro propio crecimiento económico.
Así que son múltiples los efectos positivos que tendrá la reducción de esa tensión bilateral, principalmente sobre las relaciones familiares de cientos de miles de cubanos que viven en Estados Unidos, incluidos los que residen en Puerto Rico.
Cuba, por su parte, deberá responder al gesto de Washington con la profundización de las reformas políticas ya emprendidas, y con voluntad trascenderlas, con miras a conducir al país por la senda de un verdadero proceso de democratización y apertura, con pleno respeto de los derechos humanos y las libertades políticas y civiles.
El presidente Obama, al hacer el anuncio, dijo que los cubanos merecen vivir con dignidad. Y en paz, es preciso recalcar.