“Las críticas por ser mujer, joven y bajita no me desenfocarán; yo vengo a trabajar”
Los temas fiscales y económicos dominan la agenda de trabajo de la nueva funcionaria Su primera misión es una radiografía de lo que funciona y lo que no en la corporación
Carmen Alicia Villar Prados no es de las que cuelga los guantes. La directora ejecutiva de la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT) -puesto que ocupa hace poco más de una semana- se define como “disciplinada”, cualidad que ganó de la ingeniería y el boxeo. “¡A mí me encanta boxear!”, exclama la flamante funcionaria, al aclarar, de inmediato, que no practica ni practicó el deporte profesionalmente, sino a “nivel de ejercicio”. Aun así, del boxeo aprendió que no se dejan tareas inconclusas. Por eso, no titubeó en aceptar la invitación del gobernador Alejandro
García Padilla para dirigir la ACT, una corporación pública que atraviesa su peor momento debido, en gran parte, a una astronómica deuda de $2,200 millones con el Banco Gubernamental de Fomento (BGF). No es de extrañar, por lo tanto, que los temas económicos y fiscales dominen la agenda de trabajo de Villar Prados, quien llega a la ACT a mitad de cuatrienio -tras la renuncia de Javier
Ramos Hernández- y es consciente de que la ciudadanía está ávida de resultados. “Estoy tomando el batón a mitad de carrera, pero tan importante es quien la empieza como quien la termina. Hay un trabajo que ya se hizo; hay unas medidas que se tomaron para prepararnos para este momento (de estrechez)”, dice, en obvia referencia a la Ley 1-2015, que ajusta el impuesto sobre el barril de petróleo y sus derivados (“crudita”). Con esta ley, la deuda de la ACT se transfiere a la Autoridad para el Financiamiento de la Infraestructura (AFI), corporación pública que acudirá al mercado de bonos en busca de una emisión que le dé solvencia al BGF. En teoría, la transacción también le daría “un respiro” a la ACT y le permitiría concentrar sus recursos no en el pago de obligaciones económicas, sino en el desarrollo nueva infraestructura vial y el mantenimiento de la existente. “Lo más importante es que aprendamos a maximizar los recursos que tenemos; ésa será la clave de cualquier reestructuración”, afirma Villar Prados en su oficina en el piso 10 de la Torre Sur del Centro Gubernamental Roberto Sánchez Vilella (Minillas). Allí, donde un dispensador de cinta adhesiva en forma de tacón y varios capacetes se conjugan armoniosamente como parte de la decoración, la funcionaria conversó sin prisa con El Nuevo Día. ¿Cuándo y dónde nació? Nací el 31 de marzo de 1982, en el Hospital Auxilio Mutuo de San Juan. Soy la segunda de cuatro hermanos; tres mujeres y un varón, que es el más pequeño. Tengo 32 años. ¿Su edad la convierte en la integrante más joven del gabinete ejecutivo? No lo sé. Habrá personas que se preocupen no sólo porque soy joven, sino también porque soy mujer y mido cinco pies (de estatura). Siempre va a haber de todo, pero a estas personas les
pediríareto bien que grande:nos unamossacar a flote porquea la ACT. tenemos un Habla situación como con si su ya llegada.se hubiese ¿Pasó suscitadoalgo? alguna No,de la nada. agenciaMi interésy conoceres pasara los por empleados.todas las áreas Retomando¿dónde se crió? entonces la primera pregunta, Estuve un varios lugares. Viví en San Juan hasta los 7 años, cuando me mudé para Mayagüez. Allí viví hasta los 14 años. Después me mudé a São Paulo, Brasil, por otros dos años. Regresé a San Juan a cursar el cuarto año de superior.
¿Dónde estudió? En San Juan, en el Colegio Reina de los Ángeles; en Mayagüez, en la Academia de la Inmaculada Concepción; en São Paulo, en una escuela que también se llamaba Inmaculada Concepción; y de vuelta en San Juan, en Cupeyville School.
¿Por qué tuvo que ir a Brasil a los 14 años? Mi papá es ingeniero electricista y desde que comenzó su práctica trabaja en la industria farmacéutica. En ese momento era gerente de la planta de Baxter, en Añasco, y la compañía le pidió que fuera a Brasil a poner en marcha una fábrica que iban a poner allá. Él se fue primero y luego nos mudamos la familia completa.
¿Cómo fue la experiencia? La puedo describir como apremiante. La atesoro mucho. La cultura es rica y el país es excepcional. Algunas de las personas que conocí allí vinieron a mi boda; nos hicieron parte de su cultura. Me hizo crecer como persona.
¿Pero siempre estuvo de acuerdo con irse? No. Para mí fue más difícil. Mi hermana mayor no fue porque ya estaba en la universidad. A los 14 años, sentía que mi vida completa estaba en Mayagüez, mis amistades. Al principio me molesté e indigné con el cambio, pero puedo decir que me tocó vivir lo mismo cuando llegó la hora de regresar a Puerto Rico. Mis papás oyeron la misma cantaleta dos veces. (Ríe)
¿Por qué regresaron? Mi papá ya había terminado su asignación especial; había puesto la fábrica a correr. Nos habían dicho que la próxima tarea sería en México, pero mis abuelos enfermaron y decidimos volver a Puerto Rico.
¿Y aprendió portugués?
Sí. “Eu falo português”.
¿En qué universidad estudió ingeniería? Volví a Mayagüez, a la Universidad de Puerto Rico (UPR). Hice un bachillerato en ingeniería civil. Fui la única que siguió los pasos de papá, aunque él es ingeniero electricista. Me decidí por la ingeniería civil para palpar la construcción de los diseños que hacíamos en papel. ¿Qué hizo al graduarse? ¿Cuál y dónde fue su primera experiencia laboral?
Busqué para hacer maestría, pero recibí una oferta de trabajo en Albany, Nueva York, con la firma Gilbane Building Company. Allí trabajé con gerencia de proyectos; fue mi primera experiencia en construcción. Curiosamente, fue una oferta de trabajo que rechacé en principio, pero mi abuelo, que también fue ingeniero civil, me dijo que tenía que irme. Me encantó el lugar, pero hacía mucho frío... No me llevo muy bien con el frío.
¿Cuánto tiempo estuvo en Estados Unidos? Estuve tres años y medio. Como mi trabajo era gerencia de proyectos, me moví a varios lugares. Estuve 13 meses en Albany. Luego, estuve en Hamilton, Nueva Jersey, y después en Jersey City para unos trabajos que se estaban haciendo en Newark. Me puse “homesick” (nostálgica) y como la compañía tenía proyectos en Puerto Rico, hablé con los gerenciales para saber qué posibilidades había de que me los asignaran. El primer proyecto que me asignaron no se dio, pero estaba comenzando el proyecto del Edificio de Ciencias Moleculares de la UPR y me nombraron como ingeniero a cargo. Supervisaba todo lo que tenía que ver con la construcción, sobre todo el área civil y arquitectónica. Culminado este proyecto continué como gerente de otros proyectos más pequeños.
¿Cómo llega al servicio público? Recibí una llamada de La Fortaleza para ver si podía trabajar como ayudante del gobernador en las áreas de infraestructura, ambiente y planificación, puesto que asumí en agosto de 2013. Mi oficina era el enlace de 21 entidades gubernamentales con La Fortaleza. Tuvimos la oportunidad de ver implementado el plan programático del Gobierno y supervisar cómo las agencias funcionan. Además, le dábamos recomendaciones al gobernador con cierto nivel técnico para la toma de decisiones.
¿Se imaginó alguna vez en el Gobierno?
No puedo decir que no; desde que estaba en la universidad me interesaba el servicio público, pero no pensaba que llegaría tan rápido. Me iba bien en la empresa privada, pero se presentó una oportunidad que no podía desaprovechar. Siempre quise trabajar por mi país. Tuve la oportunidad de irme a Estados Unidos, pero siempre con la meta de volver. Mucho de lo que me motivó a trabajar con el gobernador es que a veces queremos cambios, pero no somos parte de las soluciones. No podía estar sentada al otro lado en la empresa privada y criticar; tenía que ser parte de las soluciones.
¿Cómo llega entonces a la ACT? Tras la salida del ingeniero Ramos Hernández, el gobernador se me acerca y me indica que yo debería aceptar el reto de venir a la ACT. Al principio fue de mucha sorpresa, pero lo canalicé y acepté como una oportunidad más. Vengo con el compromiso de trabajar y echar para adelante a la corporación. Los ojos de mucha gente están puestos sobre usted. ¿Cómo maneja esa presión? Tengo la ventaja de que como vengo de La Fortaleza, no soy ajena a la situación en la ACT. Conozco la situación difícil en que se encuentra. Sí, es un reto, pero lo veo como una oportunidad para que la ACT vuelva a ser la agencia de excelencia que siempre ha sido. De lo que ha visto hasta ahora, ¿cuál es el principal problema de la ACT? El principal problema es la situación fiscal. Tenemos una deuda bastante grande y tenemos que responder por ella. Lo primero que tenemos que hacer es darle salud fiscal a la ACT. ¿Que si la situación es peor de lo que pensaba? No. Hay proyectos de ley que se están trabajando para devolverle la salud fiscal a la agencia, pero también tenemos que hacer un plan de trabajo que genere eficiencias. También tenemos que trabajar con la salud laboral. ¿A qué se refiere con eso último? Hay unas incertidumbres que pueden mantener a los empleados ansiosos, pero para poder reestructurar algo, hay que hacer cambios. No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes. Ya que habla de reestructuración, ¿en qué fase está la de Carreteras? Lo primero que estamos haciendo es una radiografía de lo que funciona y lo que no. Esta es una agencia en la que la mayor parte de las cosas funciona, pero se tiene que reestructurar. El banco de talentos es excelente, pero tenemos que relocalizar los esfuerzos en áreas en las que se pueda ser más eficiente.
¿Como cuáles áreas? Por ejemplo, tenemos mucha aportación de fondos federales y podemos buscar formas de maximizar esas ayudas. Por ejemplo, la semana pasada, en el proyecto de la PR-9 en Ponce, conseguimos que casi el 100% del financiamiento sean fondos federales. Es cuestión de ser creativos. Tenemos que buscar nuevas fuentes de ingresos, estatales y federales, para que no sigamos exprimiendo a la ciudadanía. Pero por esto mismo es que estamos haciendo la radiografía... para ver si es una cuestión de falta de personal, de equipo o cualquier otra cosa. Somos una agencia de 1,589 empleados y muchas oficinas, o sea, que somos grandes. Antes de tomar cualquier acción, tenemos que saber bien cuál es el problema; primero hay que estabilizar el paciente aunque ya tengas la cura. Las mayores esperanzas para mejorar la salud fiscal de la ACT están cifradas en la “crudita” y la emisión de bonos que se haría a través de la AFI. ¿En qué etapa está esa transacción y qué esperan de ella? Lo que interesamos es poder salir al mercado (de bonos) durante este primer trimestre del año cuando las condiciones sean favorables. Con el proyecto esperamos poder salir de nuestra deuda para no tener que usar nuestro “cash flow” para cubrir déficit. A largo plazo, la expectativa es que tengamos suficiente solidez económica para ir nosotros mismos al mercado. Los problemas con el servicio de AutoExpreso han sido la orden del día recientemente. ¿Cómo se están atendiendo? Lo primero que estamos trabajando es un proyecto con la Legislatura para que las multas sean más razonables. Estamos, además, en el proceso de vistas administrativas con aquellos conductores que entienden que recibieron multas de manera no correspondiente. Muchas personas alegan que no recibieron las notificaciones de multa y eso hay que verificarlo. Ese proceso de envío de notificaciones le tocaba al operador del AutoExpreso.
¿Buscarán entonces un nuevo operador? Sí, comenzamos un proceso de solicitud de propuestas el año pasado. Se evaluaron muchas
“Hemos identificado que la gente se
enteraba de las multas cuando les llegaba el marbete. Todo eso hay que verificarlo, porque lo otro que ocurre
es que los carros no están a nombre del conductor o la dirección es incorrecta; aquí lo hacemos a base
de tablilla. Todo esto nos crea una situación; un efecto en cadena”
y ya se seleccionó un operador. Pero faltan unos detalles; aún no hay contrato. No es el mismo operador de ahora, aunque ellos participaron del proceso de propuestas. ¿Cuándo arrancaría el nuevo contrato y cuántos ahorros traería, si alguno? El contrato con el operador actual vence en junio de este año. Habrá una transición que debe ser transparente para el ciudadano, pero lo que sí vamos a hacer es una campaña informativa para que las personas registren sus cuentas de AutoExpreso. En términos de ahorros, sería aproximadamente de $14 millones. A principios de año entró en vigor otro aumento en los peajes de la PR-22 y la PR-5, carreteras que maneja la compañía Metropistas mediante una alianza público-privada (APP). ¿Qué posibilidad hay de enmendar el contrato con Metropistas para que no haya aumentos cada año? Habría que ver con los asesores legales todos los puntos del contrato. No sé si esa cláusula de los aumentos es una que se puede cambiar, pero ciertamente es algo vamos a mirar. ¿Se manejarán otras carreteras mediante APP? ¿Cuáles podrían ser? Todo está sobre la mesa. Se están haciendo análisis de cuáles serían las (carreteras) que provocarían mayor interés de APP, pero uno pensaría que serían las otras que tienen peajes, como la PR-52 y la PR-66.
¿Y habrá aumento en otros peajes? (Pausa) Es un poco difícil la pregunta. No debe ser la alternativa preferible, pero todas están sobre la mesa. Categóricamente no puedo decir que no (habrá aumento en otros peajes). Hay que ver si nos generaría alivio... ¿En qué quedaron las fotomultas? El proyecto no está engavetado, pero tenemos que buscar la forma de implementarlo bien. Ya no se están emitiendo multas. Era un proyecto piloto y así se trabajó. Llegó el momento de las lecciones aprendidas; evaluar dónde fallamos, qué funcionó y qué no. Lo importante es que esto, más que un proyecto de dinero o multas, era de seguridad vial. Es un mecanismo que, incluso, ayuda a la ACT a obtener más fondos federales. Ciertamente, algo falló, pero el proyecto no ha muerto. ¿Qué falló con las fotomultas? Fue una cuestión de servicio al cliente, de sensibilidad... de poder tener un servicio para reclamar. Fallamos en esos “business rules” de cómo atender al ciudadano para que pudiera reclamar con todo el derecho. Se supone que todo eso le tocaba al operador. De hecho, está por empezar la devolución del dinero a las personas que fueron multadas, que no fueron muchas tampoco. ¿Y qué me dice de las irregularidades señaladas en el otorgamiento del contrato de arrendamiento del Centro de Servicios al Conductor (Cesco) Metropolitano? ¿Cómo esta situación afecta a la ACT? Nos afecta en el sentido de que estamos bajo la sombrilla del Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP). Somos un equipo y vamos a trabajar en conjunto para aliviar la imagen que puedan tener los ciudadanos a raíz de esta situación. Pero que los ciudadanos sepan que la ACT es diferente... aquí se hacen cosas muy buenas a pesar de nuestra precaria situación económica y fiscal. ¿Qué proyectos de infraestructura vial están corriendo actualmente? Aparte del proyecto de la PR-9 de $45 millones que mencioné, estamos haciendo mejoras a la PR-21 y la PR-28 para darle acceso al Centro Médico, el Centro Comprensivo de Cáncer y la Ciudad de las Ciencias. Éste es un proyecto de $17 millones. Tenemos proyectos a menor escala en toda la Isla, y también tenemos que darle mantenimiento a lo existente. Sin duda, tiene mucho trabajo y poco tiempo. ¿Cuál quiere que sea su legado? Quiero que dentro de la ACT me recuerden como una persona que los ayudó a salir hacia adelante; una persona que los ayudó en momentos difíciles a devolverle la esencia a la corporación. Si de algo me han servido estas oportunidades en el servicio público, es a ver las cosas de manera distinta y a seguir adquiriendo conocimientos para ser mejor ciudadana.