“No sabía si iba a sobrevivir a ese desastre”
Dos sobrevivientes del Holocausto relatan el terror que vivieron en los campos de concentración
El número “50785” resalta en el brazo izquierdo de Jack Desperak, y del brazo de Sam Neuman sobresale el número “A4599”.
Esas cifras que se esconden entre los vellos y las manchas de su piel fueron tatuadas por oficiales del gobierno alemán para identificarlos como prisioneros cuando los enviaron al campo de concentración y exterminio Auschwitz, en Polonia, durante el período del Holocausto.
Desperak, un judío de nacionalidad polaca, y Neuman, un judío oriundo de Checoslovaquia, tenían 15 años y 16 años, respectivamente, cuando vivieron la pesadilla de perder a sus familiares asesinados en la cámara de gas, y ellos ser sometidos a trabajo forzoso, hambruna y tortura.
Fue una experiencia de la que lograron sobrevivir, la cual cobró la vida de más de seis millones de judíos y otras minorías en Europa del 1941 al 1945. Precisamente en este 2015 se cumplen 70 años de la liberación del campo de Auschwitz.
MUERTE EN CÁMARA DE GAS. Para Desperak, de 89 años y quien reside en la Isla, su vivencia es tan fuerte que a veces llora al recordarla. “Trato de no pensar en eso”, confesó.
Contó que mientras vivía con sus padres en en un gueto, en 1943, los nazis les ordenaron abordar un tren sin conocer él su destino. “Nos dijeron que íbamos a un lugar a trabajar. No sabíamos que iban a matar a personas”, manifestó.
En cada tren, dijo, viajaban más de 1,000 personas, todas apiñadas. Era una travesía peligrosa. Dijo que cuando el tren arribó a Auschwitz, los nazis separaron a hombres, mujeres, niños y ancianos judíos.
“Estaban buscando gente para trabajar y gente para matar. Cuando llegamos estuve junto a mis padres como media hora, luego nos separaron. Esa noche a mis padres los llevaron a la cámara de gas y luego los quema- ron”, contó Desperak.
Lo mismo pasó allí Neuman un año después, en 1944, cuando sus padres, él, y sus seis hermanos menores, incluyendo un bebé de dos años, fueron obligados a ir Auschwitz. Solo él y su hermano mayor fueron clasificados
como prisioneros para trabajar mientras que sus padres y hermanos fueron asesinados. “Se veía el humo de la chimenea. Se sentía el olor a crematorio”, narró Neuman.
SIN COMIDA. A Desperak lo llevaron a otro campo de concentración alemán para trabajar en una fábrica de hacer piezas para trenes y en una mina de sal. Neuman fue llevado a otros campos a trabajar reparando trenes.
Las condiciones de trabajo eran horribles, dijeron. Se les privó de comida, al punto que Desperak, con 15 años, bajó de 120 libras que pesaba a 70 libras antes de ser rescatado.
“Pasamos días sin comer, sin ropa. Unos cuantos murieron de hambre y por el frío”, dijo Desperak. “Todos estaban esperando la muerte", agregó.
En 1945, las tropas americanas lo liberaron. A Neuman lo hicieron los rusos. Luego de vivir en varios lugares, ambos hombres que no se conocían, llegaron a Puerto Rico en la década de 1950. Aquí se conocieron e hicieron sus respectivas familias.
A juicio de Desperak, el mundo no debe olvidar el Holocausto. “Hay que crear conciencia de algo así no debe volver a pasar en el futuro”, dijo.