Ceremonia al Padre de las artesanías
Ayer se enterraron las cenizas de Walter Murray en un espacio de historia arqueológica
Como a un cacique al que se le rendía homenaje durante el siglo XV, se conmemoró la partida de un experto en la historia pre colonial de la Isla, el Dr. Walter Murray Chiesa.
El Centro Ceremonial Indígena de Caguana se convirtió ayer en un espacio deslumbrado por el hombre que dedicó su vida a la investigación, al análisis y a la documentación de la artesanía puertorriqueña, y que ahora es la cede de la mayoría de sus restos.
Durante la ceremonia, se reunieron algunos de sus aledaños como el concilio taíno Guata Ma Cua Boriken internacional, el promotor e investigador artesanal, Robinson Rosado; el director del Centro Ceremonia, Edgar Rodríguez, y el exlegislador Héctor López, para destacar las hazañas del creador del concepto La Ruta Arte
sanal.
Mientras tanto, hombres y mujeres
autoproclamados taínos llevaban a cabo en su honor el ritual Mito de las
Potalas Sagradas.
Este “enterramiento de cenizas” consistió en depositar una potala, sumergidora de redes de pesca, entre los restos del fenecido promotor artesanal de manera que vaya a morar con los artesanos que alentó mientras vivía.
La práctica surgió de Murray, quien inspirado en La Divina Comedia del poeta italiano, Dante Alighieri, pretendió imitar la costumbre griega de llevar un presente a la hora de ser enterrado para ser aceptado en el otro mundo.
Según Rosado, “el padre de las artesanías puertorriqueñas le explicó que la potala era el pago que los artesanos debían ofrecerle a Maquetaurie Guayaba, señor del Coaybay, para que éste les permitiera la entrada”.
Basándose en esto, ya Murray fue recibido por sus “huestes artesanales” en el “cielo de los taínos”, aunque la otra parte de sus cenizas yace en Ceiba, “la tierra alta que amaba”.
VALOR HISTÓRICO Y CULTURAL. En 1977, Murray fundó el Programa de Desarrollo Artesanal de la Administración de Fomento Económico.
Desde entonces, recorrió la Isla en busca de establecer un panorama artístico del “artesano-jíbaro agricultor” que al momento, desconocía el valor de sus obras.
Según Martín Veguilla, cacique del concilio taíno presente, “Murray fue el único que lo ayudó a destacarse como artesano en barro, respetando sus creencias y enalteciendo el verdadero origen de los borinqueños”.
De hecho, por más de cincuenta años defendió el bienestar y los derechos del artesano residente de la montaña que no tenía los medios para difundir lo que hacía.
Murray navegó entre archivos literarios, cuentos, leyendas, personajes y creencias de un pasado olvidado para inspirar a quienes se consideran sus discípulos, como Rosado.
“Tenía la capacidad maravillosa de desdoblar su mente y espíritu con un trance mágico que bifurcaba su vena literaria y su inspiración para irrumpir en el espacio misterioso, espeluznante, de grima y tremebundo del folclor sobrenatural del artesano-jíbaro agricultor de monte adentro, saturado de cuentos y leyendas”, expresó el investigador que ha estudiado cabalmente la labor del “padre de todo artesano”, y está certero de que la promoción histórica y cultural realizada por él es “incalculable” e “inestimable”.
En el 1962, Murray se convirtió en el director de la División artesanal del Instituto de Cultura, trabajando mano a mano con el historiador y antropólogo, Ricardo Alegría, quien tam- bién se destacó como director del centro.
Según Edgar Rodríguez, director actual de ese patrimonio histórico, “la grandeza de Murray recayó en buscar la forma de que los artesanos salieran de su taller para mostrar lo que hacían por necesidad”.
El guardián del importante referente cultural, quiso recalcar que, aunque ahora las artesanías tienen fines comerciales, anteriormente “eran productos de máxima utilidad para el diario vivir”, y por ello, “Puerto Rico entero debía conocerlos”.
Además, arguyó que el verdadero mérito del segundo director de Caguana fue enseñar al artesano a do- cumentar su trabajo porque de esta forma, “las próximas generaciones recuerdan grandes hombres y mujeres”.
Idelisa Giovanneti, maestra de historia en la American Military Acade
my, opinó igual ya que gracias a Murray “ha fortalecido el currículo de sus cursos”.