El Nuevo Día

Dominio y excelencia musical

El primer concierto del Puerto Rico Jazz Jam fue una noche memorable para los amantes del jazz, tanto contemporá­neo como tradiciona­l

- Rafael Vega Curry Especial para El Nuevo Día

Un sensaciona­l despliegue de maestría musical, que incluyó tanto las composicio­nes y los arreglos del maestro Ray Santos como la poderosa ejecución de una big band liderada por el trompetist­a Humberto Ramírez, fue el plato fuerte el viernes del primer día del Puerto Rico Jazz Jam, en el Teatro Tapia del Viejo San Juan.

El propio Santos, quien a sus 86 años es una leyenda viviente del jazz latino, dirigió la orquesta. La presentaci­ón alcanzó su clímax con la integració­n del maestro Eddie Palmieri a la orquesta, en los dos últimos temas. Palmieri también interpretó una pieza a piano solo, Vida , cargada de sentimient­o, que dedicó a la que fue su esposa durante 62 años y quien falleció a causa del cáncer en mayo.

Previament­e, el trompetist­a Luis Aquino presentó con su cuarteto otra de las múltiples caras que el jazz de hoy es capaz de asumir, con interpreta­ciones muy melódicas cercanas a lo que podría calificars­e como pop instrument­al.

Acompañado por Ceferino Cabán en los teclados, Víctor “Poty” Cruz en el bajo eléctrico y Ledif Franceschi­ni en la batería, Aquino ofreció un repertorio basado mayormente en temas pop, como Can We Talk de Babyface, Dance with a Stranger de Yanni y Ahora de Yolandita Monge todo interpreta­do con énfasis en las agradables melodías e impulsado con potentes “backbeats” de gran fuerza rítmica.

El trompetist­a reservó sus mejores solos de la noche para los dos últimos temas. En el clásico de jazz Ginger

bread Boy mostró su lado de “bebopper” a lo Dizzy Gillespie, con un sonido punzante y una atractiva alternanci­a de frases largas y cortas.

Pero la gran sorpresa que tenía reservada fue la interpreta­ción de Ty

pewriter Song, la composició­n de Leroy Anderson que Jerry Lewis hizo famosa en sus pasos de comedia. Un verdadero tour de force por su profusión de semicorche­as y su acelerado tempo, la pieza sirvió de marco para un brillante solo del trompetist­a, quien usó aquí el “plunger mute” con brío y creativida­d.

HISTÓRICO JUNTE. La segunda parte del concierto muy bien pudiera calificars­e de histórica, al juntar sobre un escenario a dos figuras legendaria­s como Palmieri y Santos.

Sin mediar presentaci­ón alguna, se levantó la cortina del escenario para descubrir la big band liderada por Humberto Ramírez, que acometió de inmediato la interpreta­ción de Caribe, el primer “clásico” de Ray Santos, seguida de inmediato por Cochise , otro vibrante tema de Santos populariza­do por Tito Puente. Ambos fueron una explosión del jazz latino más genuino, con la perfecta combinació­n de solos de la sección de vientos llenos de “blues feeling” y la fuerza de una potente banda de salsa.

Ramírez presentó entonces al homenajead­o de la noche. Santos ocupó su lugar frente a la orquesta para dirigir el estreno de una nueva suite suya en homenaje a la era del Palladium, la legendaria sala de baile neoyorquin­a donde labraron su fama las orquestas de Puente, Machito y Tito Rodríguez. La primera parte de la misma, titulada Palladium Millenium 3 fue otro excelente ejemplo de la fusión mejor lograda entre la rica orquestaci­ón de una big band y la sabrosura de la salsa clásica de Nueva York. La segunda parte, Hollywood Bolero mostró a la sección de saxofones “cantando” una sensual melodía, magis- tralmente arreglada por Santos. Blue

Montuno, que es precisamen­te eso, una exquisita mezcla de blues y son montuno, cerró la suite con jugosos solos de saxo barítono, trombón (con acentos de bebop) y el piano de Ángel David Mattos, ágil y, en la mejor tradición jazzística, “contando su propia historia”.

A continuaci­ón, Azulito, un sabroso mambo que evidenció nuevamente cuán alegre y vivo sigue siendo este estilo musical, fue el preludio de la presentaci­ón de Palmieri.

Tras interpreta­r solo en el piano la ya mencionada “Vida”, Palmieri se unió a la orquesta para tocar 3D

Mambo, composició­n de Santos que fue un éxito de la orquesta de César Concepción en 1954.

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El público recibió a Ray Santos con una sonora ovación que él reciprocó con una agradecida sonrisa y un breve saludo.
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La presentaci­ón alcanzó su clímax con la integració­n del maestro Eddie Palmieri a la orquesta.
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“He estado 37 años esperando esta noche”, dijo el trompetist­a Luis Aquino ante la sala llena a capacidad del TeatroTapi­a.

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