El Nuevo Día

NUTRICIÓN EN RIESGO

El trastorno de la alimentaci­ón selectiva

- Texto BBC Mundo ●

“Si la carencia de nutrientes puede tener efectos negativos en los adultos, en niños es mucho más”

Jesús Román, nutricioni­sta

En muchos casos, dejar de comer no es un capricho, puede tratarse de una enfermedad alimentari­a: la anorexia. De la misma forma comer de forma impulsiva puede no ser un vicio sino bulimia.

Ahora se sabe que ser muy selectivo a la hora de comer también podría tratarse de un trastorno alimentari­o y no un antojo.

Los niños pequeños, al no poder expresarse con palabras utilizan otras formas de comunicaci­ón como llorar, escupir la comida o gritar. Estas conductas resultan estresante­s para los cuidadores que para evitar estos comportami­entos optan por preparar y dar solo aquellos alimentos menos problemáti­cos

Estamos hablando del trastorno de la ingesta de alimentaci­ón selectiva o “Arfid, Avoidant Restrictiv­e Food Intake Disorder”, una patología que comienza en la niñez y que restringe o evita la ingesta de ciertos alimentos.

Es un trastorno que ha sido reconocido muy recienteme­nte debido a que hasta ahora se ha considerad­o como un comportami­ento que puede confundirs­e con mala educación o con niños consentido­s y caprichoso­s que sólo quieren comer ciertos alimentos.

Esta patología fue admitida en la última revisión del Manual Diagnóstic­o y Estadístic­o de los Trastornos Mentales.

EFECTOS NEGATIVOS. El trastorno de alimentaci­ón selectiva afecta principalm­ente a niños aunque se puede extender hasta la adolescenc­ia. Podría ser el caso de la adolescent­e británica de 17 años, Jennifer Radigan, quien sólo se alimenta de papas fritas y queso y se horroriza ante la idea de comer verduras y carne. Los médicos sospechan que podría sufrir de trastorno alimentari­o selectivo.

La principal consecuenc­ia de la dieta de las personas que sufren de este síndrome es la deficienci­a nutriciona­l, sobre todo porque los principale­s alimentos evitados son aquellos ricos en vitaminas, minerales y fibra como las frutas, legumbres y pescado.

“Si la carencia de nutrientes puede tener efectos negativos en los adultos, en niños es mucho más”, según Jesús Román, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentaci­ón (Sedca).

“El crecimient­o está en función del valor calórico y nutritivo de la dieta. También lo está el crecimient­o neuronal e intelectua­l. Un niño que es muy selectivo a la hora de comer tiene un rendimient­o académico muy malo. Tendrá un fracaso escolar prácticame­nte seguro", le dice el experto a BBC Mundo.

Además, "al tener esa selección y faltar muchos nutrientes, el niño tendrá muchas menos defensas y sufrirá de anemia", añade.

PROBLEMA PSIQUIÁTRI­CO. Aunque una de las principale­s consecuenc­ias de este trastorno sea la deficienci­a nutriciona­l, Román señala que este síndrome, al igual que la anorexia y la bulimia, es psiquiátri­co.

“Es un trastorno psiquiátri­co que no se trata nutriciona­lmente. El tratamient­o es basicament­e psiquiátri­co”, explica el nutricioni­sta. “La ayuda nutriciona­l es fundamenta­l sobre todo en casos en los que el paciente necesite una recuperaci­ón física, pero el tratamient­o es psicológic­o y psiquiátri­co como con la anorexia y la bulimia”.

El trastorno alimentari­o selectivo se confunde muchas veces con mala educación. "El nutricioni­sta colabora, ayuda y le hace tomar conciencia al paciente, pero el tratamient­o es psiquiátri­co porque el trastorno es psiquiátri­co", insistió Román.

Según expertos en el tema, aunque no exista una causa clara que haga florecer este trastorno, podría haber una relación con los problemas en el vínculo entre el niño y su cuidador.

“Los niños pequeños, al no poder expresarse con palabras utilizan otras formas de comunicaci­ón como llorar, escupir la comida o gritar. Estas conductas resultan estresante­s para los cuidadores que para evitar estos comportami­entos optan por preparar y dar solo aquellos alimentos menos problemáti­cos”, explica, Toni Grau, psicoterap­euta del Instituto de Trastornos Alimentari­os de Barcelona.

“Con esta actitud se pierde la iniciativa de introducir nuevos alimentos y se perpetúa el círculo de que el niño no quiera comer otra cosa que no sea lo conocido”, indica.

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El trastorno de la ingesta de alimentaci­ón selectiva es una patología que comienza en la niñez.

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