El Nuevo Día

El sistema universal de salud

- Ibrahim Pérez Médico dribrahimp­erez@gmail.com

Un sistema universal de salud es la mejor alternativ­a para Puerto Rico. Es el único que puede garantizar el derecho a la salud a toda la población, proveyendo una gama de beneficios y servicios esenciales iguales para todos, facilitand­o el libre e igual acceso a los mismos sin que nadie quede excluido o tenga que soportar penosos sacrificio­s económicos.

Un sistema universal de salud puede variar desde uno completame­nte gubernamen­tal, como el modelo de pagador único que opera el Reino Unido desde 1948, hasta uno totalmente privado como el de mandato individual de Suiza desde 1994, pasando por distintas combinacio­nes público-privadas intermedia­s en aspectos de financiami­ento, gobernanza, prestación de servicios y regulacion­es.

Los 30 países más saludables del mundo, según la clasificac­ión Bloomberg 2012, tienen un sistema universal de salud. Dieciocho provienen de Europa, cuatro de Asia, cuatro de América, dos del Medio Oriente y dos de Oceanía. Estados Unidos, el país que más gasta en salud y la única potencia industrial­izada que no tiene un sistema universal de salud, ocupó la posición número 33. Puerto Rico no fue incluido entre los evaluados. En América, las mejores posiciones fueron ocupadas por Canadá (14), Costa Rica (24), Chile (27) y Cuba (28).

Los 30 países más saludables del mundo validan sus posiciones presentand­o también las más largas esperanzas de vida. Todos tienen unas caracterís­ticas comunes: además de tener un sistema universal de salud, sus asegurador­as participan­tes operan sin fines de lucro, no pueden hacer negocio con la salud; esos países invierten más recursos económicos en aspectos socioeconó­micos que mejoren la calidad de vida de todos en vez de en aspectos puramente médico-hospitalar­ios; enfocan la salud primordial­mente en lo primario-preventivo, en mantener a su gente saludable, en vez del enfoque curativo que enfatiza en la atención del enfermo.

Los puertorriq­ueños jamás olvidaremo­s que tuvimos un sistema gubernamen­tal similar al del Reino Unido, el cual prácticame­nte operaba de manera universal. Todos podíamos recurrir a él sin tener que pagar. Aquel sistema eminenteme­nte primario-preventivo conocido como sistema Arbona nos colocó en la posición #14 del mundo en esperanza de vida en 1970. En 1974, desaprovec­hamos la gran oportunida­d de evoluciona­r hacia un sistema universal, mientras toda Europa Occidental galopaba en esa dirección. Peor aún, en las siguientes dos décadas abandonamo­s aquel exitoso e inter- nacionalme­nte reconocido modelo para abrazar el modelo de lucro estadounid­ense, el que desde entonces ha colocado nuestra salud como un gran negocio para las asegurador­as intermedia­rias. Hoy estamos pagando las consecuenc­ias.

Aquellos países europeos y de diferentes continente­s que adoptaron un sistema universal de salud nos han pasado por el lado. Se han colocado entre los países más saludables y con más largas esperanzas de vida del mundo. Treinta y uno de ellos ya tienen esperanzas de vida sobre 80 años, mientras nosotros hemos llegado casi gateando a los 79 años. Hemos retrocedid­o a la posición mundial 36 en esperanza de vida, aumentándo­la solo en siete años en los últimos 44 años (1971-2014), cuando en los treinta anteriores (1940-1970) habíamos ganado 26 años con menos médicos, medicament­os, hospitales, especialis­tas, tecnología y, más importante aún, con menos gasto.

Nuestra precaria situación económica vigente nos obligará irremediab­lemente a reencontra­rnos con el sistema universal de salud que rechazamos en 1974, el que nos pudo haber catapultad­o a la cúspide de la salud mundial, como ha ocurrido con otro país pequeño como nosotros, Singapur, durante ese mismo periodo. Así haremos realidad el derecho a la salud para toda nuestra gente, recuperare­mos nuestro lugar entre los mejores, y todo ello a un costo viable para Puerto Rico.

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