DERECHO/ DESEO
Adolfina Villanueva fue víctima del derecho y el deseo. Luchaba por el derecho de crecer en las tierras que cultivó de niña y el deseo de un terrateniente de apoderarse de lo que creía era suyo.
Derecho. Deseo. Dos convergencias; una intersección donde se encuentran lo que entendemos es nuestro y lo que simplemente anhelamos. No son tan distintos. Ambos levantan pasiones y -como mostró Adolfina- suelen culminar en tragedias.
Hoy en día observamos la misma divergencia que dejó a Adolfina sin vida 35 años atrás un 6 de febrero en su finquita en Loíza. Por supuesto lo vemos en Santurce, que observa 10 años de expropiaciones forzosas.
Lo que incomoda no es que el Estado o el supuesto dueño legítimo reclame su posesión, es la dialéctica detrás de las armas. “Estate quieto; pórtate bien”. Es la estipulación entre los que tienen y los que quieren, y los que quieren, que hagan fila.
Entre el deseo y derecho está la tierra, ese lugar tan necesario para sentirnos ciudadanos. A Adolfina la asesinó la Fuerza de Choque por vivir en una edificación de “mala fe”. Sí, esa misma, la que se erige en un lugar donde no le pertenece. Pero, ¿quién tiene derecho a la tierra? ¿El que la compra o el que cosecha? Porque, no siempre es la misma persona.
Santurce adoleció de una convergencia similar. En ciertos sectores, sangró de sus tierras los residentes que tenía para hacer espacio para otros. Pero, ¿en qué quedó? ¿Quedó Santurce más segura? ¿Más linda? ¿Más ciudadela? No sé. Ya no vivo allí.
Sólo espero que la lucha del pasado no se torne en objeto de admiración, como algo que se exhibe porque ya no existe. Santurce al igual que Loíza son espacios donde desembocan el deseo y el derecho. No siempre van cogidos de mano. A veces uno llega con mano armada y deja huellas de sangre a su paso.