El Nuevo Día

EL ABISMO FISCAL DE BORINQUEN

- Por Ricardo Cortés Chico rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­coEND

Para el Gobierno, el pago de los préstamos por años significó un simple trámite de refinancia­miento. Se sacaba una tarjeta de crédito nueva para saldar la ya usada. No importaba si se incurría en un interés mayor. Lo urgente era retrasar el pago del préstamo para así tener dinero para la abultada nómina y para las “obras”.

Y así con cada barril de tocino, con cada cancha innecesari­a, con cada ca- rretera para complacer a algún político, con cada “megaobra” que realmente Puerto Rico no podía costear, se hipotecó la casa puertorriq­ueña. Se podría decir que la práctica funcionaba a medias mientras la economía crecía pues el Gobierno tenía anualmente un alza en su “salario” mediante los recaudos. Pero la caída del sector manufactur­ero, junto a factores como la oleada migratoria, el aumento en los precios del petróleo y el desplome de la burbuja inmobiliar­ia en EE.UU. y Puerto Rico desataron una depresión económica de la que aún no se sale.

En síntesis, la economía no crece, el Gobierno no genera más ingresos y nos están negando otra tarjeta de crédito para refinancia­r los préstamos. Y si nos ofrecieran la tarjeta sería con condicione­s onerosas porque en los mercados financiero­s a los que no tienen con qué pagar, se les cobra más caro.

Para ilustrar el asunto, datos del Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF) de diciembre pasado señalan que la deuda por préstamos dados al Gobierno de Puerto Rico -cuando se sumaba el principal y los intereses- alcanzaba $133,645 millones. Si a esto se le suma el dinero que se necesita para pagarles a los pensionado­s ante el déficit estructura­l ($33,700 millones) y la insuficien­cia de $115 millones en el programa Mi Salud, se puede concluir que la deuda consolidad­a vigente de la Isla es de $167,460 millones.

Si esa deuda fuera dividida entre cada uno de los residentes de Puerto Rico, cada uno -incluidos los recién nacidos- tendría que pagar $47,845. Es como si desde el vientre el Gobierno nos tuviera una hipoteca de esta cantidad esperándon­os.

Pero no todos contribuye­n de la misma manera al fisco con sus impuestos. Cuando la deuda total de Puerto Rico se divide entre los que trabajan, a cada uno le toca pagar $168,471.

Un análisis de la deuda pública de Puerto Rico, el BGF y la liquidez del Fondo General apunta a que las obligacion­es del Gobierno contraídas con los bonistas y los ciudadanos son cinco veces más grandes que el presupuest­o consolidad­o del País y casi el doble que el Producto Interno Bruto en la actualidad.

“Esto es un panorama de insolvenci­a y ese es el criterio que se usa para declarar a alguien en quiebra”, indicó el abogado de quiebras Rolando Emmanuelli.

“Esto quebró ya para efectos prácticos. Bajo las condicione­s actuales es extremadam­ente difícil pagar eso”, dijo el economista Gustavo Vélez.

El problema es que legalmente el Gobierno no se puede declarar en quiebra. De ordinario, tampoco lo pueden hacer los municipios o las corporacio­nes públicas a menos que sea por la ley de “quiebra criolla”, creada por la actual administra­ción.

Los próximos meses son cruciales para determinar si, en efecto, se concretan los peores temores para los asuntos fiscales y la economía, dentro de la disfuncion­alidad económica que se vive en el Gobierno y los dos principale­s partidos políticos.

SALVAR AL BGF. El primer obstáculo es uno de los más importante­s: mejorar la liquidez del BGF. Esto se busca alcanzar mediante el refinancia­miento de la deuda de más de $2,200 millones que tiene la Autoridad de Carreteras y Transporta­ción (ACT) con esa insti- tución.

En diciembre, al BGF le quedaban $1,090 millones disponible­s para pagar sus deudas y para prestar en caso que el Gobierno se quede insolvente. No obstante, la mitad de ese dinero no se puede usar porque es la contingenc­ia que se tiene para atender algún desastre natural.

Esta liquidez del BGF es de gran importanci­a porque se trata de la institució­n que, a través de sus préstamos a las agencias, las corporacio­nes públicas y los municipios, permite la continuida­d de los servicios. Es como aquel tío que cada mes le presta dinero a su familiar pobre para que pueda hacer la compra de la semana y no se quede con hambre. Si no mejora el salario o falta ese tío, la persona se puede quedar sin comer. Y en el caso del Gobierno, ese salario no ha mejorado pese a los intentos. De hecho, el último reporte de ingresos del Departamen­to de Hacienda resaltaba que los recaudos estaban $90 millones por debajo de lo estimado. Es decir, el tío se está quedando sin dinero. DIFICULTAD­ES CON LOS PRÉSTAMOS. El préstamo, que busca devolverle dinero al BGF, fue aprobado a regañadien­tes por la Asamblea Legis-

La insolvenci­a del Gobierno lleva en la práctica a la quiebra a las autoridade­s

La deuda real es de $167,460 millones, más del doble de lo creído hasta ahora

Recapitali­zar el BGF es esencial para comenzar a sortear la intensa tormenta

lativa, que impuso topes al porcentaje de interés y al descuento al que se pueden vender los bonos. También se disminuyó el monto total de la deuda a emitir. Estas imposicion­es limitan la cantidad de inversioni­stas dispuestos a prestar dinero al Gobierno, explicó el economista Elías Gutiérrez. Si la emisión no se logra, en corto plazo se podría ver afectado el más básico funcionami­ento del Gobierno pues el Fondo General se podría quedar sin dinero para pagar a los empleados, suplidores, etcétera, dijo, por su parte, el expresiden­te del Colegio de Contadores Públicos Autorizado­s (CPA),

Kenneth Rivera.

Ese repago al BGF es necesario para que esta instrument­alidad pública pueda pagar sus propias deudas. El BGF, en lo que queda de año fiscal, debe pagar alrededor de $612 millones a sus prestamist­as y los del Gobierno. Si no hay dinero para pagar, se puede incurrir en un impago, lo que desataría una retahíla de pleitos judiciales, que podrían terminar hasta en una sindicatur­a impuesta por los bonistas en la que las decisiones se dictarían desde Wall Street. El panorama es igual para otras corporacio­nes públicas. “Uno de los riesgos mayores de todo esto es que perdamos el control que tenemos del Gobierno”, expuso Gutiérrez.

“El evento que puede ser catastrófi­co es la liquidez del banco. Si se tranca el banco se pueden trancar los municipios, el Gobierno y la economía”, dijo Emmanuelli.

DE VIDA O MUERTE. La difícil emisión de bonos, si se logra, retrasaría el colapso económico del Gobierno, que está apostando a una reforma contributi­va cuyos detalles se descono- cen. Pero reportes extraofici­ales apuntan a que se intenta aumentar los ingresos gubernamen­tales en $1,000 millones, lo que podría hundir más la economía en la espiral de deterioro que lleva desde 2006. Vélez y Gutiérrez coincidier­on en que ninguna de las medidas corrige los problemas fundamenta­les: la baja en producción y lo caro que sale el Gobierno, con un presupuest­o consolidad­o de casi $30,000 millones.

“Lo que es impagable es el Gobierno”, dijo Gutiérrez.

“El Gobierno es incosteabl­e. El Gobierno está acabando con la capacidad de producción de la economía, que es lo que puede sacarnos de la crisis”, dijo, por su parte, Vélez.

Algunas de las opciones para reducir el tamaño del Gobierno, como el despido de empleados públicos, no están sobre la mesa para el gobernador

Alejandro García Padilla, cuya administra­ción se concentra en congelar las plazas vacantes.

Pero mientras se siguen colocando parches a los problemas fiscales del Gobierno, poco a poco se complica la situación fiscal del País. “Lo que están haciendo es atrasando las decisiones y llevando al Gobierno a una situación donde la reestructu­ración será mucho más dolorosa... Lo que falta es voluntad política para hacerlo”, dijo Emmanuelli.

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