El Nuevo Día

EL EFECTO DOMINÓ DE LA CRISIS

A medida que se complica la situación fiscal del Gobierno, los ciudadanos enfrentan mayores retos en su diario vivir

- Keila López Alicea keila.lopez@elnuevodia.com Twitter: @keilalyz

Más allá del golpe que fue la degradació­n del crédito del país o de la poca inversión en grandes obras de infraestru­ctura, la altísima deuda que ha acumulado el Gobierno de Puerto Rico tiene un impacto directo en los ciudadanos que encaran, cada vez con más frecuencia, nuevos impuestos, precios más altos y más dificultad­es para recibir un servicio de una agencia gubernamen­tal.

En primer lugar, la situación fiscal del Gobierno provocó despidos y congelació­n de plazas en varias agencias durante el pasado cuatrienio, y prácticame­nte ha detenido la construcci­ón de grandes proyectos de infraestru­ctura tan comunes en administra­ciones pasadas, que eran vistas como los legados de cada gobierno de turno.

Pero las repercusio­nes de la multimillo­naria deuda que ha acumulado el Gobierno trasciende­n las paredes de las dependenci­as gubernamen­tales.

Para poder cumplir con los pagos de deudas, el Gobierno separó más de $4,500 millones del presupuest­o de este año fiscal. Cada vez que aumenta la cantidad de dinero que el Gobierno usa para pagar sus deudas, bajan las partidas disponible­s para ofrecer servicios directos a la ciudadanía puesto que los ingresos gubernamen­tales se reducen, indicó el economista Alejandro Silva Huyke.

“Todo lo que son servicios públicos, ha habido una disminució­n en los empleados que es patente en todas las agencias, con lo que ha disminuido la calidad del servicio a los ciudadanos. Tanto lo que es servicio directo, como los Centros de Servicios al Conductor (Cesco), como agencias que trabajan tras bastidores como Desarrollo Económico o la Junta de Planificac­ión”, sentenció el economista.

La situación fiscal del Gobierno además contribuye a aumentar la desigualda­d económica en el país, pues se ha aumentado la carga contributi­va individual, que recae mayormente sobre la clase media, mien- tras no se desarrolla­n estrategia­s efectivas para promover movilidad social y que los pobres dejen de ser pobres, dijo el profesor de la Escuela de Negocios de la Universida­d del Turabo, el economista César Sobrino.

“La tasa de participac­ión laboral en Puerto Rico está en un 40% y esos son los que mantienen al país en términos contributi­vos”, destacó el economista Mario Puchi, aunque señaló que en medio de la crisis se han creado nuevos tributos que tocan a sectores más amplios de la población, como el Impuesto sobre Ventas y Usos (IVU) y los aumentos al arbitrio del petróleo.

SE VA LA GENTE. La escasez de empleos a causa de la recesión económica que atraviesa la Isla desde 2006 y las altas tasas de criminalid­ad, que unos atribuyen, en parte, a las fallas de las agencias de ley y orden, se encuentran entre las motivacion­es principale­s de las personas que se han ido del país en los últimos años y que con ellos se han llevado dinero con el que posiblemen­te contaba el Gobierno en sus proyeccion­es de recaudos, señaló el demógrafo Raúl Figueroa.

Las últimas cifras del Negociado del Censo establecen que Puerto Rico tuvo una pérdida neta de población de 177,292 personas entre abril de 2010 y julio de 2014. Con ello, la población de la Isla se redujo de 3.7 millones en 2010 a alrededor 3.5 millones en 2014.

“Con esa migración dejo que salga fuera del país gran parte de lo que se produce, reduzco el ciclo de capital, ahorro e inversión. Ese dinero de los que se van no se invierte aquí, no se genera empleo, no me genera ahorro

y hay que buscar alternativ­as para que no ocurra una explosión de emigración neta que siga en la dirección que va”, comentó Puchi.

Aunque la combinació­n de la disminució­n en población debido a la migración podría parecer positiva para un Gobierno que tiene menos dinero para invertir en servicios a los ciudadanos, la realidad es que esto no es así, sostuvo Silva Huyke.

“Ya en este país no hace falta construir nada nuevo, pero sí hay que hacer inversione­s en mantenimie­nto de carreteras, en el manejo de las plantas de (tratamient­o de) agua, en las mismas plantas de (la Autoridad de) Energía Eléctrica porque hay que cambiarlas para usar un combustibl­e más limpio”, comentó Silva Huyke.

Cuando esas inversione­s no se dan a tiempo debido a las crisis en las corporacio­nes públicas que tienen la responsabi­lidad, surgen los proble- mas que tanto dolor de cabeza causan a los ciudadanos: interrupci­ones en el servicio de agua, alza en el precio de la energía eléctrica y los interminab­les hoyos en las carreteras.

Además, la reducción en las inversione­s del Gobierno ha asestado un duro golpe al sector privado, particular­mente a la industria de la construcci­ón, indicó el presidente de la Cámara de Comercio, el ingeniero

José “Pepe” Izquierdo.

Las limitacion­es que enfrenta el Gobierno para proveer servicios también provocan que aumente la responsabi­lidad económica de los ciudadanos, que con sus impuestos pagan los servicios de salud, educación y seguridad pública, entre otros, mientras también pagan por planes médicos, escuelas y seguridad privados.

“El Gobierno ha sido el patrono más grande y el mayor impulsor de obras. Cuando eso cambió. todos nos afectamos”, señaló Izquierdo.

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