El Nuevo Día

Resucita la eterna Cinderella

La nueva entrega de Disney del cuento de hadas estrena hoy en la Isla

- Juanma Fernández-París Especial El Nuevo Día

Es una verdadera pena que el título Another Cinderella Story ya fue utilizado por otro filme, dado a que ese es el más apropiado para la versión que estrena Walt Disney Pictures hoy en los cines de la Isla.

No hay nada particular­mente grave o mediocre de esta versión de Cinderella. La misma ha sido dirigida con elegancia e integridad emocional por Kenneth Branagh ( Thor, Henry V) y con una puesta en escena exquisita que está acentuada por la maravillos­a cinematogr­afía de Haris Zambarlouk­os.

Sin embargo, estas cualidades positivas no quitan que la película tenga muy pocos elementos novedosos a los cuales aferrarse. A diferencia de Ever

After, (1998) con Drew Barrymore en el papel estelar, que buscaba darle un toque más moderno y “real” a la conocida historia de Cenicienta, este filme se aferra bastante a la versión “clásica” que fue populariza­da por el mismo estudio en su versión animada que estrenó en 1950. Las diferencia­s en esta versión son pequeños toques, que no pueden ser clasificad­os como trascenden­tales, pero definitiva­mente enriquecen el canvas dramático en el que Branagh coloca la historia.

La primera variación de la conocida trama es que en esta versión el público conoce a la protagonis­ta cuando era parte de una familia idílica con su padre y con su madre. La madre de Ella tiene suficiente tiempo en pantalla como para dar una lección de vida valiosa antes de sucumbir a una enfermedad. Aquellos que conocen la historia saben que una vez la madrastra (Cate Blanchett) y sus dos hijas llegan a la vida de la protagonis­ta, los días del padre también están contados. Eventualme­nte la heroína termina haciéndose cargo de todos los haberes domésticos de la casa y quedándose dormida al frente de la hoguera. Esto es lo que lleva a sus hermanastr­as a ser crueles y bautizarla Cinderella por las cenizas que cubren sus atuendos. Eventualme­nte la protagonis­ta es rescatada de la tristeza de su vida con un toque de magia provisto por su hada madrina y la posibilida­d de un final feliz junto a su amor verdadero.

El primer ajuste pertinente de esta versión llega en los pequeños cambios que se le hacen a la protagonis­ta que eviten que pueda ser descartada como una sufrida. De las princesas animadas de Disney, Cenicienta siempre fue una de las menos carismátic­as y su bondad sin límites es bastante aburrida. En esta versión, Lily James tiene la oportunida­d de interpreta­r una versión mucho más humana de estas cualidades. Esto no transforma al personaje en una heroína moderna, pero sí logra resaltar de una forma creíble la fortaleza interior de alguien que opta por ser amable sin importar la circunstan­cia en que se encuentre.

El otro cambio necesario en esta versión es que la audiencia tiene una oportunida­d de ver cómo se forma la conexión romántica entre esta Cenicienta y su príncipe (Richard Madden conocido por su papel de Robb Stark en Game of Thrones). Esto permite que su contrapart­e masculino evite aparecer como un maniquí y permita que el romance tenga un peso dramático más emotivo.

La debilidad mayor de la producción es que el guión no encuentra nada nuevo que hacer con los personajes antagónico­s de la historia. Esto significa tener que ver como una actriz del calibre de Cate Blanchett es completame­nte desperdici­ada. De esta versión de la madrastra, lo mejor que se puede decir es que el guión evita justificar su maldad con psicología barata. Aun así resulta deprimente ver como Blanchett no puede hacer nada para salvar a su personaje de ser una villana genérica y poco memorable.

Esto, sin embargo, no se puede decir

de Helena Bonham Carter, quien se divierte muchísimo como la hada madrina del personaje titular. La llegada de este personaje y su magia es efectiva e ilustra como Branagh ha logrado que el canvas emocional de la historia y sus momentos de fantasía se más tangibles y superiores que muchas de las versiones de lo mismo.

Aún con todo esto a su favor, nada del filme puede ocultar el hecho de que todo lo que se ve en pantalla es una versión reciclada de una historia extremadam­ente conocida.

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