Confidencia permite el arresto en tiempo récord
Luis A. Pérez Ramos llevaba 14 meses fugitivo y a solo horas de reseñarse su caso en este diario información confidencial llevó a su detención
La cooperación de la ciudadanía fue pieza clave para el arresto de Luis A. Pérez Ramos horas después de que su caso fuera reseñado en la sección Sin Rastro de los Más Buscados que publica los domingos El Nuevo Día.
El fugitivo, de 26 años de edad, fue capturado a las 12:42 p.m. del domingo pasado en las parcelas Los Machos, en el municipio de Ceiba.
Una confidencia que recibió la División Drogas y Narcóticos del área policiaca de Fajardo hizo posible la captura. Pérez Ramos figuraba en la listas de los Más Buscados del área de Aguadilla.
La jueza Soraya Méndez, del Tribunal de Aguadilla, había expedido una orden para arrestarlo por asesinato, con una fianza de $300,000.
Pérez Ramos era buscado por la Policía por presuntamente participar en el asesinato del fisiculturista Kenneth Hernández Vargas, de 35 años y residente en la urbanización El Prado, en Aguadilla, un crimen que la Policía describió como “fríamente planificado”.
Hernández Vargas se ejercitaba por la PR-107, jurisdicción de Aguadilla, cuando fue atacado a tiros, informó el agente Juan López, de la División de Investigaciones Crimina- les de Aguadilla.
En el crimen participaron unas siete personas, varias de las cuales cumplen sentencia o están en etapa de juicio. Solo faltaba el arresto de Pérez Ramos.
La Policía informó que tres personas, identificadas como José Barreto, Luis Feliciano y Ernesto Vargas, quienes actualmente son enjuiciadas por este crimen, contrataron a un grupo de cuatro sicarios para matar al fisiculturista.
Pérez Ramos era el que supuestamente vigilaba la víctima y transportaba a los sicarios para cometer el asesinato.
El agente López relató que la víctima había sido acechada durante varias semanas y asesinada a plena luz del día ante las amistades que lo acompañaban a ejercitarse. Las razones para ese crimen no fueron divulgadas para no afectar el proceso judicial.
La víctima era un fisiculturista y entrenador personal que llegó a competir dentro y fuera del país. Había sido arrestado y procesado por narcotráfico en 1999, pero aparentemente rehízo su vida trabajando como entrenador personal. Dejó huérfanos dos niños de nueve y cuatro años.