POBRECITOS
El otro día una señora, una “baby boomer”, me hablaba de la pena que siente por los “muchachos” de mi generación Y, un poco por los de la anterior X y más por los chicos de la más reciente. Me decía, con dejo nostálgico, sobre cómo en sus años dorados de trabajo se gozaba de garantías laborales, de protecciones, de vacaciones pagadas, de días por enfermedad, de bonos de navidad, planes médicos, sabáticas y por ahí siguió.
Beneficios que, claro, no surgieron de la nada, que se lograron luego de años de luchas de muchos trabajadores por sus derechos. Derechos que hoy se eliminan fácilmente. La dichosa crisis. “Such is life”.
“Pobrecitos ustedes que no saben qué es tener una pensión e irse a gastarla a Plaza, en el casino.” Rió. Yo sonreí sin risa.
Luego de deprimirme un poco, le di la razón a la doña. Reflexionamos sobre los trabajos, los pocos disponibles, que hay para muchos de nosotros, quienes estamos en los años más productivos de nuestras vidas, la mayoría de ellos, por servicios profesionales, temporeros y sin ningún derecho.
Muchos de estos muchachos, como ella nos llama, pertenecemos a la clase media empobrecida, contamos con carreras universitarias, bachilleratos, maestrías y están los doctorados. Profesiones que hoy con suerte se pueden ejercer y se deben en préstamos estudiantiles, cuasi hipotecas. Nosotros, los de dichas generaciones con desdichado futuro, tenemos que estar pluriempleados para buscar cuadrar el mes. Están los que se rindieron de Puerto Rico y se fueron sin pasaje de vuelta.
Esta inestabilidad económica altera la tranquilidad emocional y le corta el vuelo a los planes concretos para el futuro. Todo esto también ha llevado a una generación de personas que hoy tienen entre 25 a 35 años, -aunque puede extenderse un poco más el número-, a vivir todavía y depender de sus padres. Muchos de nosotros tampoco pensamos que tener hijos es una buena decisión, no por no quererlos, sino porque si a uno mismo le cuesta trabajo garantizarse la comida y el techo, imaginemos para otro que dependerá de uno.
Pero la “crudita” y el IVA lo solucionarán todo. Sentémonos a esperar.