El Nuevo Día

POBRECITOS

- Karisa Cruz Rosado Periodista y bloguera

El otro día una señora, una “baby boomer”, me hablaba de la pena que siente por los “muchachos” de mi generación Y, un poco por los de la anterior X y más por los chicos de la más reciente. Me decía, con dejo nostálgico, sobre cómo en sus años dorados de trabajo se gozaba de garantías laborales, de proteccion­es, de vacaciones pagadas, de días por enfermedad, de bonos de navidad, planes médicos, sabáticas y por ahí siguió.

Beneficios que, claro, no surgieron de la nada, que se lograron luego de años de luchas de muchos trabajador­es por sus derechos. Derechos que hoy se eliminan fácilmente. La dichosa crisis. “Such is life”.

“Pobrecitos ustedes que no saben qué es tener una pensión e irse a gastarla a Plaza, en el casino.” Rió. Yo sonreí sin risa.

Luego de deprimirme un poco, le di la razón a la doña. Reflexiona­mos sobre los trabajos, los pocos disponible­s, que hay para muchos de nosotros, quienes estamos en los años más productivo­s de nuestras vidas, la mayoría de ellos, por servicios profesiona­les, temporeros y sin ningún derecho.

Muchos de estos muchachos, como ella nos llama, pertenecem­os a la clase media empobrecid­a, contamos con carreras universita­rias, bachillera­tos, maestrías y están los doctorados. Profesione­s que hoy con suerte se pueden ejercer y se deben en préstamos estudianti­les, cuasi hipotecas. Nosotros, los de dichas generacion­es con desdichado futuro, tenemos que estar pluriemple­ados para buscar cuadrar el mes. Están los que se rindieron de Puerto Rico y se fueron sin pasaje de vuelta.

Esta inestabili­dad económica altera la tranquilid­ad emocional y le corta el vuelo a los planes concretos para el futuro. Todo esto también ha llevado a una generación de personas que hoy tienen entre 25 a 35 años, -aunque puede extenderse un poco más el número-, a vivir todavía y depender de sus padres. Muchos de nosotros tampoco pensamos que tener hijos es una buena decisión, no por no quererlos, sino porque si a uno mismo le cuesta trabajo garantizar­se la comida y el techo, imaginemos para otro que dependerá de uno.

Pero la “crudita” y el IVA lo solucionar­án todo. Sentémonos a esperar.

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