El Nuevo Día

Insurgent: las luchas continúan

La actriz Shailene Woodley logra una buena interpreta­ción de un pobre guión

- Juanma Fernández-París Especial El Nuevo Día

Episódica, tediosa y predecible. Si la película Insurgent es evidencia de algo es la habilidad que tiene Shailene Woodley para elevar cualquier tipo de material mediocre. La joven actriz lo hizo con las manipulaci­ones emocionale­s de The Fault in Our Stars y lo vuelve hacer aquí a pesar de la formula rutinaria que dicta que en un futuro, vamos a vivir en una sociedad opresiva donde solo una joven muy especial tiene el poder para salvarnos. Si eso le suena como un filme que ha sido protagoniz­ado por Jennifer Lawrence, pues no se equivoca.

Mucho más que la primera entrega de esta saga, esta segunda adaptación de las novelas de Veronica Roth sufre de ser demasiado similar a The Hunger Games. En Divergent esto no fue un obstáculo porque la mayoría de la trama fue consumida en presentar el universo particular donde sucede la historia. Una sociedad futurista donde las personas son obligadas a pertenecer a un sector particular que mejor defina su contribuci­ón a la comunidad. Aquellos que no pueden estar en una sola categoría se convierten en una amenaza pa- ra el gobierno. Es en este momento que la trama del segundo filme arranca con el personaje de Tris, Four y otros divergente­s lidiando con las consecuenc­ias del clímax violento de la entrega anterior.

El guión alterna sin fluidez entre dos historias. Una que muestra a la protagonis­ta sedienta de venganza y de ejecutar un plan que elimine permanente­mente a la política corrupta (Kate Winslet) que causó la muerte de sus padres. Y la otra, lidia con la culpa que carga Tris después de haber tenido que recurrir a la violencia para salvarse.

Además de no contar con ninguna secuencia memorable, el otro gran problema del filme es que el material genérico parece neutraliza­r los mejores instintos artísticos de actores del calibre de Octavia Spencer, Naomi Watts y Kate Winslet. Mientras que las primeras dos parecen estar contando los minutos para poder cobrar su cheque, Winslet trata pero no encuentra la forma de poder divertirse interpreta­ndo a una antagonist­a egoísta y sin escrúpulos. La frustració­n de la actriz es tangible y resulta en varios momentos accidental­mente risibles.

Sin embargo, Shailene Woodley tiene el secreto para enfrentar cualquier cosa ridícula de este guión y lograr ser genuina. Es una cualidad valiosa como actriz, que en algún momento la podría colocar en la misma liga que Meryl Streep. Siempre y cuando no siga haciendo películas como esta.

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El final del filme indica que queda un capítulo más de esta saga.

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