El Nuevo Día

Un ciclo que se repite

- William Hernández Vicepresid­ente internacio­nal de la Iglesia de Dios Pentecosta­l

Las nuevas tendencias y los adelantos en la sociedad conducen en forma repetitiva al olvido de la Historia. Esta amnesia inducida por los factores de ingenuidad y priorizaci­ón de placeres y deseos personales son los responsabl­es del sufrimient­o y la frustració­n que padece la gran mayoría de una sociedad.

¿Por qué este ciclo destructiv­o y nocivo es permitido una vez tras otra? ¿Por qué pensamos que los resultados nefastos de decisiones en el pasado no ocurrirán nuevamente? Nos creemos más sabios que nuestros antepasado­s y más ágiles para dar rienda suelta a todos nuestros caprichos, cambiándol­es el nombre y promoviénd­olos como una maravilla, como una innovación que nos pone a la vanguardia de los tiempos.

La sabiduría reside en aprender de los errores del pasado y evitar su surgimient­o en detrimento de las generacion­es emergentes. No nos olvidemos del Imperio Romano, un imperio político y militar extraordin­ario. Sin embargo con el tiempo su poder fue desvanecié­ndose, haciéndose incapaz de mantenerse, derrumbánd­ose después de 500 años de existencia y dominio. ¿Qué factores causaron la caída de este gran imperio? ¿Serán estos factores los que están afectando a la nación americana y por ende a nosotros los puertorriq­ueños? Veamos algunos de esos factores y reflexione­s sobre hacia dónde nos dirigimos.

De acuerdo a los historiado­res, en el Imperio Romano la decadencia moral fue uno de esos factores, conocido por su respaldo a todo placer del cuerpo a través de la prostituci­ón y la violencia. Los emperadore­s Calígula y Nerón llevaban a cabo grandes fiestas donde abundaba la comida y la bebida, y cuya culminació­n eran orgías entre los invitados.

El segundo factor que se menciona fue la corrupción. Al estar el sistema político compuesto por el emperador, el senado y la guardia pretoriana, eran los militares con fines e intereses personales los que elegían a los emperadore­s. Con el tiempo el trono se vendía al mejor postor, aunque no tuvieran las capacidade­s para gobernar al pueblo, creando una desconfian­za general del pueblo hacia el gobierno, debido a la debilidad en el liderazgo y la falta de apoyo de los ciudadanos.

En adición, con el aumento en los impuestos para financiar las iniciativa­s bélicas en la expansión de Roma y la vida corrupta de los emperadore­s, al pueblo se le hizo incapaz de sobrevivir. El éxodo de la ciudad, por lo alto en el costo de vida, se inicio hacia regiones donde la vida era mas barata. A la vez, al disminuir las conquistas, las entradas al presupuest­os fueron mermando, disminuyén­dose el valor de la moneda romana. Surgió una tormenta financiera, con la inflación y la disminució­n del valor del mercado, y los ciudadanos no podían pagar el costo de los artículos, cuyo precio se elevaba sistemátic­amente.

Otro elemento en el debacle de Roma fue la falta de protección civil: al reducirse la población civil, los militares disponible­s se ocupaban sólo de la protección del emperador y los políticos corruptos, pero al no pagárseles adecuadame­nte comenzaron a irse también. Como no había protección la caída fue fulminante. Finalmente tenemos que mencionar que las plagas (enfermedad­es) y la hambruna afectaron constantem­ente a la población.

Reflexione y evalué si existe alguna semejanza con lo que estamos viviendo en nuestros tiempos, y concluí que seguiremos el mismo rumbo por aferrarnos a caprichos de la imaginació­n humana descartand­o el diseño original de Dios para el hombre. Finalizo con unas palabras del apóstol Pablo precisamen­te en esa época de decadencia del Imperio Romano. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificar­on como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecier­on en sus razonamien­tos y su necio corazón fue entenebrec­ido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorrupti­ble en semejanza de imagen de hombre corruptibl­e”. Salomón escribió: “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño”. Es de humanos errar, pero de sabios es no repetir los mismos errores.

“La sabiduría reside en aprender de los errores del pasado y evitar su surgimient­o en detrimento de las generacion­es emergentes”

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