Ana Lydia Vega liberadora
Los lectores de este diario conocen sus columnas salpicadas de humor un tanto irónico cuando analiza algún evento importante de nuestro país. La academia en general disfruta los ensayos y los cuentos. Para un grupo más limitado es la “profe” de francés. La mayoría de los universitarios goza su prosa efectiva de la que no excluye los términos de la jerga de distintos grupos sociales. La Universidad de Puerto Rico, en el recinto de Arecibo, honra su trayectoria otorgándole un doctorado honoris causa.
Ana Lydia Vega no teme al análisis de ningún tema ni mucho menos a las palabras que pudieran “ofender” a un determinado sector social. “Letra para salsa y tres soneos por encargo” expone la dolorosa carencia de educación sexual tanto en “tipos como en tipas”. Tampoco contemporiza con las ideas mayoritarias para atraerse galardones. Logra el ideal de toda enseñanza: divertir para provocar la reflexión, única estrategia efectiva para obtener el cambio hacia una sociedad más justa y libre.
El Recinto de Río de Río Piedras ha sido su plataforma de proyección desde estudiante y luego como profesora. Posee una amplia cultura. Procede de la clase media trabajadora. Sus padres se esforzaron por educarla en un colegio privado. Acude a la “Iupi”, obtiene su bachillerato y decide continuar estudios para dominar la lengua francesa en París.
Este trasfondo biográfico es compartido en el ensayo “Pulseando con el difícil”. El lector estudiantil se siente identificado con el trato a uno de los temas más controversiales en la academia y la política de Puerto Rico. Ella nos cuenta su aprendizaje obligatorio, otros lo hemos vivido en una escuela pública que dedica estrategias equivocadas y por eso obtiene resultados deficientes.
Ana Lydia es liberadora. Aprender y enseñar un tercer idioma le ofreció la clave. Propone enseñar el inglés como segundo idioma, así valoraríamos esa lengua sin descuidar la nuestra.