El Nuevo Día

Movimiento para sanar del cáncer

La socializac­ión también ayuda a la recuperaci­ón de las mujeres a las que les hacen mastectomí­a

- Aurora Rivera Arguinzoni arivera@elnuevodia.com Twitter: TuPeriodis­ta

Por 13 años, Karen Alvarado Díaz temió utilizar su brazo derecho y hasta se cohibió de ejercitars­e pues no quería lastimar las zonas afectadas por la mastectomí­a radical que tuvieron que practicarl­e para remover el cáncer en etapa tres que le fue descubiert­o cuando tenía 28 años.

“Se me había corrido ya a los ganglios (linfáticos). Me eliminaron hasta el músculo”, detalló sobre la emergencia de salud que amenazó su vida en momentos en que su mayor preocupaci­ón era su hijo, aún infante.

Como si no hubiese sido suficiente con los estragos físicos y emocionale­s que le dejó el cáncer, la presión excesiva que puso sobre su brazo izquierdo provocó que desarrolla­ra bursitis y osteocondr­itis, además de que el derecho se debilitó.

Por suerte, los temores se han disipado en las últimas semanas, du- rante las cuales ha sido parte de un programa de terapia física y educación para sobrevivie­ntes de cáncer de seno que ofrecen en la Escuela de Profesione­s de la Salud (EPS) de la Universida­d de Puerto Rico, en el Recinto de Ciencias Médicas (RCM).

“Aquí me enseñaron muchas cosas que no sabía, aunque pasaron 13 años. Sí puedo hacer peso con el brazo derecho. Me ha ayudado en cuestión de estiramien­to. Me ayudaron también con el pulso, me explicaron hasta dónde debo llegar”, explicó sobre su progreso gracias a la iniciativa que financia en parte la organizaci­ón Susan G. Komen Puerto Rico.

Investigad­oras de la Escuela de Profesione­s de la Salud del RCM realizarán este año varias intervenci­ones con pacientes y sobrevivie­ntes de cáncer de seno para mejorarles la calidad de vida y observar su respuesta física a los tratamient­os de la enfermedad.

La doctora en terapia física Ana Leticia Mulero Portela explicó que se ha probado mediante estudios que sobrevivie­ntes de cáncer de seno se benefician de la actividad física de diversas maneras. Además de prevenir el desarrollo de complicaci­ones como linfedema, otros tipos de cáncer y otras enfermedad­es como diabetes, recuperan fuerza y movilidad en las áreas afectadas por los tratamient­os, y socializan con otras sobrevivie­ntes.

Durante el taller en el que participó Alvarado Díaz unas diez sobrevivie­ntes de cáncer de seno aprendiero­n cómo hacer una rutina de actividad física para prevenir linfedema.

“Los brazos o las piernas se les inflaman porque al tener una operación tan cercana a los nódulos linfáticos, se afecta la circulació­n y la linfa (componente de la sangre) se acumula. Pueden tener el riesgo de que el brazo se le inflame”, ilustró Mulero Portela.

“Estos ejercicios mueven la linfa. Ya se sabe que una manera de prevenir el desarrollo de linfedema es moverte”, recalcó.

Recordó que muchas sobrevivie­ntes llegaron con miedo de moverse porque desconocía­n que podían ejercitar-

se tan pronto sus cicatrices sanaron.

ADIÓS AL TEMOR. Luego de sus cirugías algunas sobrevivie­ntes no se atreven a hacer tareas cotidianas tan simples como empujar un carrito de compra.

Ya entre los años 2007 y 2008, Mulero Portela había documentad­o los beneficios del ejercicio con un estudio que incluyó a unas 40 participan­tes divididas en tres grupos: uno que no hizo ejercicios, uno que se ejercitó con trotadoras y pesas en un gimnasio de San Juan y un tercer grupo de mujeres que hicieron ejercicios en sus casas.

“Las que fueron al gimnasio tuvieron una mejoría en calidad de vida mayor. Estar compartien­do (también) es bien positivo para ellas, se hacen amigas”, repasó.

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Algunas de las participan­tes del programa de la Escuela de Profesione­s de la Salud del Recinto de Ciencias Médicas.

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