El Nuevo Día

Pueblos cubiertos por cenizas

Al riesgo de una tercera erupción se une el de los aludes al derretirse la nieve por la acción de la lava caliente

- Eva Vergara y Andrés Henao The Associated Press

ENSENADA, Chile - Otras 2,000 personas fueron evacuadas ayer desde zonas aledañas al volcán Calbuco por el aumento del cauce de los ríos que bajan del macizo, que se suman a otros 4,500 desplazado­s desde que el volcán estalló violentame­nte hace dos días, informó el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo.

Los miles de evacuados de las zonas permanecer­án alejados de sus hoga- res por tiempo indetermin­ado debido a que el proceso eruptivo se extenderá por semanas o meses, mientras los poblados aledaños comienzan a quedarse abandonado­s y ocultos bajo las cenizas.

Peñailillo advirtió a los pobladores de zonas rurales que también deben considerar una distancia mínima de 200 metros a cada lado de los ríos, “como zonas de alto peligro”.

Ensenada, distante a sólo a 15 kilómetros del volcán y la primera en ser evacuada, quedó cubierta por una gruesa capa de ceniza, y piedrecill­as arrojadas por el macizo. El temor que se plantea ahora es que el material volcánico contamine las aguas y provoquen enfermedad­es respirator­ias.

Los animales domésticos quedaron encerrados y caballos y vacunos están sin alimentos porque las cenizas cubrieron los pastos y convirtier­on lo que eran extensas praderas en una zona árida.

La policía que hace cumplir la orden de que nadie se acerque a menos de 20 kilómetros del Calbuco, permitió ayer que pequeños grupos de personas retornen por algunas horas a sus casas en Ensenada para recuperar ropas y otros enseres, pero deben regresar a sus albergues antes del atardecer.

El volcán Calbuco se ubica a 30 kilómetros en línea recta desde Puerto Montt y Puerto Varas, distantes unos 1,000 kilómetros de la capital de Chile.

Luego de dos poderosas explosione­s en los dos días anteriores con una fumarola que alcanzó los 18 kilómetros de altura, el volcán volvió a arrojar humo y cenizas ayer, pero a menor altura, según se observaba desde Ensenada, que se volvió un pueblo fantasma desde que sus 1,500 habitantes debieron huir, la mayoría con lo puesto y dejaron a animales y mascotas abandonado­s.

El director del Servicio de Minería y Geología chileno, Rodrigo Alvarez, informó ayer que la situación “puede durar semanas, meses”. Advirtió que, “el edificio volcánico se tiene que volver a adecuar, necesariam­ente va a hacer que tengamos nuevos eventos. Vamos a tener situacione­s más agresivas al interior del edificio volcánico”.

Las cerca de 4,500 personas que fueron evacuadas de Ensenada y localidade­s aledañas no saben cuánto tiempo deberán estar alejadas de sus hogares porque “estamos en una plena crisis del volcán, no ha terminado el proceso eruptivo, está en alerta roja. Es una situación que es compleja”, dijo Álvarez.

La preocupaci­ón de los expertos está centrado ahora en posibles lahares, que se producen porque el material caliente arrojado por el volcán derrite la nieve que hay a su alrededor, lo que provoca aluviones que descienden por las laderas a gran velocidad, aumentando los cauces de los ríos y arrasando con puentes y todo lo que se atraviese en su paso.

Ante la probabilid­ad de una tercera erupción o ante la posibilida­d de lahares, una treintena de pobladores de Ensenada que se negó a salir, trabajan para despejar los techos de sus casas, que corren el riesgo de desplomars­e por el peso de las cenizas. Otras viviendas resultaron seriamente dañadas por el peso del material volcánico.

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Un residente de Ensenada limpia de cenizas del tejado de su hogar.

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