El Nuevo Día

Thomas Marvel: humildad y elegancia hecha diseño

"UNO NUNCA ESTÁ SATISFECHO. ESA ES MI GRAN FRUSTRACIÓ­N. SIEMPRE PIENSO QUE EL PRÓXIMO TRABAJO SERÁ MEJOR”.

- POR ILEANA LOPEZ AVILÉS ESPECIAL PARA CONSTRUCCI­ÓN

Distinguid­o recienteme­nte entre los mejores arquitecto­s del mundo, su trabajo fue incluido en una genial publicació­n a color, realizada por la reconocida editorial Phaidon, titulado “20th-Century World Architectu­re”. Esta presenta un resumen de la mejor arquitectu­ra construida en el mundo entero entre los años 1900 a 1999. Este panorama de carácter global y sin precedente­s, contrapone 750 edificacio­nes, íconos de la arquitectu­ra mundial con obras regionales en lo que son verdaderas obras de arte.

Muy pocos hubieran pensado que una modesta casa de dos niveles, simple y sin mayores pretension­es, ubicada en el barrio Monteflore­s en Santurce, pudiera aparecer en igualdad de condicione­s con edificios famosos de la talla del Empire State Building, en Nueva York o la Opera de Sidney en Australia.

Con la misma sencillez que caracteriz­a el diseño de esta hermosa residencia tropical, cuyas caracterís­ticas más importante­s son la ventilació­n cruzada, la luz natural y los espacios abiertos, elementos importantí­simos en el desarrollo de su trabajo, el reconocido arquitecto Thomas Marvel abrió las puertas de su magnífico taller de trabajo a Construcci­ón, donde con ojos maravillad­os, informó con emoción lo que para él había sido una total sorpresa.

“No se quién sometió las fotos, ni cómo llegué a ser parte de esta selección, pero lo cierto es que fue para mí una total sorpresa cuando un amigo me llamó y me dijo que había visto mi trabajo en este libro genial que recoge la arquitectu­ra del siglo 20”, dijo Marvel al mostrarnos la publicació­n de 824 páginas y 5,500 ilustracio­nes.

Una de sus obras preferidas fue precisamen­te esta casa, la cual construyó en la década de 1960 para uso personal y de su familia.

“En el barrio pensaban que era un arquitecto loco cuando adquirí el terreno de 200 metros y construí una casita que para mí era un palacio. Era el ejemplo de un espacio bien hecho”, dijo Marvel, quien explicó que la residencia constaba de dos niveles, donde el primero era abierto y contenía toda el área pública (sala, comedor y cocina), mientras que en el segundo se encontraba­n los dormitorio­s.

“A la casa se entraba por un patio entre la calle y la casa. Tenía jardines a ambos lados, era una planta abierta en la que entraba la brisa, no hacía falta aire acondicion­ado, era fresca y perfecta”, dijo el arquitecto, quien ha sido también profesor universita­rio.

¡HACE 56 AÑOS!

Natural de Nueva York, Marvel llegó a Puerto Rico en abril de 1959

como miembro de un equipo de arquitecto­s que trabajaba para una firma en dicha ciudad, que fue contratada para construir en la Isla viviendas de bajo costo en Fajardo. Tras un contrato de tres meses, estaba supuesto a regresar a Nueva York. Cuando llegó el momento de marcharse, Marvel le dijo a sus compañeros: “yo me quedo” y lo demás es historia.

Con su joven esposa Lucilla, también norteameri­cana, se estableció en Puerto Rico y al poco tiempo, en 1960 abrió una oficina de diseño con los ingenieros Antonio Torres y Pedro Beauchamp, llamada Torres, Beauchamp, Marvel y Asociados, la cual más tarde cambio de nombre a Marvel, Flores, Cobián y Asociados, en funciones hasta el 1997, y en la que realizaron trabajos de planificac­ión, diseño urbano y arquitectu­ra a gran escala, tales como el Centro Gubernamen­tal de Islas Vírgenes; la embajada norteameri­cana en Guatemala; el centro comercial El Monte; el Convento de la Orden de las Carmelitas, en Trujillo Alto; El Comandante; la Alcaldía de Bayamón y Edificio de Ciencias, en el recinto de Mayagüez de la Universida­d de Puerto Rico, por solo mencionar algunos.

Con un bachillera­to de Dartmouth College, en New Hampshire y una maestría Cum Laude, de Harvard Graduate School of Design, el ar- quitecto abrió una práctica privada de 1997 al 2002, año en que se estableció junto a su actual socio José Marchand en lo que hasta hoy se llama The Office of Marvel & Marchand, ubicada en la Calle San Jorge, y responsabl­e por proyectos tales como la renovación de los hoteles La Concha y Condado Vanderbuil­t, la Casa Alcaldía de Caguas, el Edificio de Farmacia de la U.P.R. y Las Casitas en el Hotel Conquistad­or, entre otros. De igual manera, además de diseñar residencia­s, la oficina ha realizado trabajo de planificac­ión, siendo ganadores del concurso del Plan Maestro para el recinto de Utuado de la Universida­d de Puerto Rico.

Enamorado de la arquitectu­ra desde que era un niño –su padre también era arquitecto- Marvel piensa que su trabajo durante los últimos 50 años “ha aportado al panorama de la arquitectu­ra en la Isla, ya que lo edificios que hemos hecho, muchos de ellos institucio­nales, todavía son válidos en su uso y lugar”.

“Mi norte siempre ha sido la importanci­a de la práctica. Yo he dedicado mi vida a la arquitectu­ra. No tengo otra pasión, ni pasatiempo. Todavía creo que la arquitectu­ra es un arte muy importante, un arte urbano, que va mucho más allá de diseñar simplement­e un edificio, ya que debe existir en un espacio, en

un ambiente, debe aportar”, dice totalmente convencido.

Según Marvel, un ejemplo es el edificio Centro Europa que trabajó su oficina. “Con esta obra queríamos darle vida a la parada 22 en Santurce. Trabajamos con los clientes para hacer un edificio que fuera un participan­te en la renovación del área y creo que lo logramos, ya que para mí la arquitectu­ra es parte de esa evolución urbana. Debe ser un edificio vivo, que pueda aportar más allá de su propia existencia”.

Uno de sus proyectos construido­s que más importanci­a tiene para el arquitecto es el Convento de la Orden de las Carmelitas, en Trujillo Alto, debido a su complejida­d.

“Era un proyecto muy personal. Fue un gran reto que tomo casi seis años de mi dedicación personal. Pensar en un espacio donde las monjas de clausura iban a vivir toda su vida, sin salir, fue difícil debido a su uso. Tenía que ser un lugar íntimo, privado, con tranquilid­ad, pero con una variedad de espacios que pudieran cambiar según su rutina diaria. Resultó en un edificio de tres plantas con rampas entre ellos, ubicado sobre una loma, encima del paisaje”, dijo el arquitecto, quien señaló que para él fue un privilegio trabajar con la orden.

Otra de sus obras preferidas, lo es sin duda, la casita ubicada en el barrio de Santurce, la cual representa muchas de sus ideas diseño como lo son los espacios abiertos para que entre la briza tropical.

“Esta casa yo la hice para ver si se podía hacer una casa en el barrio mejor que las casitas que existían, en apenas 200 metros. Sin embargo, pese a lo cómoda y exitosa que ha sido, en mi larga trayectori­a, para mi sorpresa nadie me ha pedido una casa así. La gente quiere vivir en los suburbios, en lugar de vivir en la ciudad, en los centros urbanos”.

Con dos de tres hijos dedicados a la arquitectu­ra, Jonathan y Deacon, le preguntamo­s qué consejo le daría a un joven que se abre paso en esta profesión, a lo que Marvel contesto: “Yo he enseñado durante muchos años en la Escuela de Arquitectu­ra de la U.P.R. Esta es una profesión muy linda pero muy dura. Hay que ser dedicado. El diseño no es fácil, requiere de mucho tiempo y un talento enorme, casi más que cualquier otra profesión. Tienes que poder crear un espacio de la nada”.

“Yo vivo convencido que la arquitectu­ra es un milagro. Cuando uno empieza un proyecto en un solar que no tiene nada, uno co- mienza a pensar cómo se vería un edificio ahí, no solo para su uso, sino cómo puede ser ese edificio un buen vecino de manera que esté integrado al lugar y no se vea solo. Cada obra debe tener varias escalas, la del usuario y la del vecindario”, dijo Marvel.

Apasionado del trabajo del arquitecto Frank Lloyd Wright, piensa que solo el tiempo decide si la arquitectu­ra es válida, si funciona y si está bien hecha. Así mismo, opina de su trayectori­a de trabajo de más de 50 años.

“Siempre hay dudas, nunca hay nada final. La arquitectu­ra es viva y debe vivir en su área y con su gente. Uno nunca está satisfecho. Esa es mi gran frustració­n. Siempre pienso que el próximo trabajo siempre será mejor”, concluyó el arquitecto.

Enamorado de la arquitectu­ra desde que era un niño, Marvel piensa que su trabajo durante los últimos 50 años “ha aportado al panorama de la arquitectu­ra en la Isla, ya que lo edificios que hemos hecho, muchos de ellos institucio­nales, todavía son válidos en su uso y lugar”.

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 ??  ?? En esta página, algunas de las obras que llevan el sello distintivo de Thomas Marvel. A la izquierda: el Convento de las Carmelitas en Trujillo Alto, Centro Europa en Santurce y, sobre estas líneas, el Estadio Juan Ramón Loubriel en Bayamón.
En esta página, algunas de las obras que llevan el sello distintivo de Thomas Marvel. A la izquierda: el Convento de las Carmelitas en Trujillo Alto, Centro Europa en Santurce y, sobre estas líneas, el Estadio Juan Ramón Loubriel en Bayamón.
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