El Nuevo Día

Felo Rivera

apoderado de los atenienses de Manatí, del BSN

- Carlos Rosa Rosa crosa@elnuevodia.com Twitter: @crosarosa

MANATÍ.- Félix ‘Felo’ Rivera estremeció este año el baloncesto en Puerto Rico al anunciar el sorpresivo traslado de la histórica franquicia de los Piratas de Quebradill­as a Manatí. Fue una determinac­ión que levantó críticas hacia el veterano apoderado del Baloncesto Superior Nacional (BSN) al dejar temporalme­nte un vacío en el área del Guajataca. Tras darle el primer campeonato a los Piratas en 34 años en la temporada del 2013, pasó de héroe a villano en menos de dos años y, en respuesta a la mudanza del equipo, un movimiento de pueblo logró la aprobación de una franquicia de ex- pansión en Quebradill­as por una sola temporada. Pero Felo dice que ya pasó la página de Quebradill­as y ahora busca dejar un legado en Manatí, donde estableció una franquicia del BSN por primera vez en la historia. Su faceta como tenedor de franquicia ha sido una de varias “posiciones” que ha jugado. En el baloncesto puertorriq­ueño, Felo ha sido la única figura que se ha desempeñad­o como jugador, dirigente y presidente del Baloncesto Superior Nacional (BSN) y, además, como gerente general del Equipo Nacional adulto. Fue dirigente en propiedad y jugador de los Criollos en la década del 1970. En 1997 asumió la administra­ción de Caguas y en el 2006 logró un título. Felo ya suma 15 temporadas como te- nedor de equipo y puede considerar­se una figura en ‘peligro de extinción’ junto a Ángelo

Medina, dueño de los Cangrejero­s de Santurce. En la actualidad son los únicos apoderados con más de 10 años de experienci­a en la liga. Medina es el líder con 23 temporadas. Pero a diferencia de Medina, Felo ha estado presente en la mayoría de los debates en el baloncesto, que levanta tanta pasión en la Isla. Y sus argumentos han generado controvers­ia en ocasiones. Durante este tiempo, Rivera también combinó su profesión de ingeniero químico con el deporte y creó un producto de cabello utilizando la imagen del exjugador José ‘Piculín’ Ortiz (Piculín Gel), a la vez que ha servido de mentor del espigado jugador, Peter John Ramos.

En su nuevo espacio, en un apartament­o con vista a la playa de Mar Chiquita en Manatí, Rivera, de 61 años, recibió a El Nuevo Día.

¿De dónde viene Felo Rivera?

—Vengo del barrio Sabarona de Caguas, de una familia en la cual mi papá era abogado y mi mamá era maestra. Desde chiquito me dijeron que tenía que hacer cosas: tocar violín, jugar ajedrez, estudiar… Me fomentaron eso. Y ya a los cuatro años estaba en primer grado. Salí de la escuela superior a los 16 años.

¿Cómo te enamoras del baloncesto?

—Puedo decir que hubo dos momentos que me llevaron a enamorarme del baloncesto. El primero fue en el 1963. Tenía 10 años y se transmitía por televisión un juego de Puerto Rico y Brasil, y eso provocó un gran entusiasmo en mí. Y luego se volvió algo más grande cuando entré al Colegio de Mayagüez en el 1970. Como tenía 16 años, me fui a jugar para la liga Juvenil en Isabela con Paquín Abreu. En ese momento se jugaba la serie final entre Bayamón y Quebradill­as, y Paquín me llevó a todos los juegos en Quebradill­as. Ahí fue cuando dije ‘yo quiero estar ahí’. Y con 20 años logré jugar superior hasta que me lesioné una rodilla con 22 años. Ya me había graduado de ingeniero y me dediqué a trabajar. Solo jugué tres temporadas.

Así que fuiste parte de esa camada de jugadores que le sacó provecho a una beca universita­ria para convertirs­e en un profesiona­l como lo hicieron Juan Trinidad y Quijote Morales, entre otros.

—Sí… sin la beca no hubiera estudiado porque mi papá se enfermó para ese tiempo. Y el dinerito que me daba Caguas -que no era mucho- me ayudaba para comer y transporta­rme a Mayagüez. En aquel tiempo, la liga no pagaba lo de ahora. Había que prepararse para tener un trabajo estable.

¿Cómo regresas al BSN, esta vez, como apoderado de los Criollos de Caguas?

—Del 1978 al 1989 fui dirigente del equipo de la escuela José Gautier Benítez por una petición de

Raúl Papaleo. En un momento me fui a Estados Unidos porque la compañía Johnson & Johnson me asignó a un proyecto. Estuve como tres años fuera. Luego regreso y el alcalde Ángelo Be

rríos me ofreció el equipo y lo cogí con un socio en el 1997.

Has sido la única figura que ha llevado los sombreros de jugador, apoderado, presidente del BSN y gerente general del Equipo Nacional.

—Ha sido parte de mi vida. En la compañía me movían de lado a lado, haciendo muchas cosas a la vez. Y en el baloncesto he podido ayudar en diferentes facetas. Ha sido un orgullo para mí.

Sin embargo, tus estadías como presidente del BSN y de gerente general fueron por un solo año. Tras la temporada del 2008, la junta del BSN no favoreció tu permanenci­a y lo mismo pasó con la junta de la Federación para que no continuara­s como gerente del combinado, después del Repechaje Olímpico y el Centrobask­et de México.

—Lo de gerente general ha sido lo más decepciona­nte. He ganado en todos los niveles y me quedé a un juego de clasificar a las Olimpiadas de Pekín (2008) al perder ante Alemania en el Repechaje de Grecia. Me quedé con las ganas de seguir trabajando con la Selección. Ganar una medalla en un Mundial o en unas Olimpiadas es lo que me falta.

Una de las razones para tu salida del BSN fue el contrato con la marca Jordan Brand de la compañía Nike. Los apoderados alegaron que era un mal contrato y hubo hasta una demanda de Nike que terminó pagando la Federación.

—Fue un malentendi­do. Firmé un contrato de $5 millones con Nike para la Federación y el BSN. Para mí era sencillo, ya que estaba acostumbra­do a manejar contratos de $40 y $50 millones con Johnson & Johnson, pero la gente lo vio complicado con muchas responsabi­lidades. Los equipos tenían que vender mercancía, pero no quisieron. Era algo que nos hacía falta. Nike nos había adelantado $75,000, y cuando los apoderados no quisieron seguir con el contrato, nos pidieron devolver el dinero porque la mercancía no se vendió. Ese contrato nos iba a permitir vender las camisetas de los equipos del BSN y del Equipo Nacional. Y todas las seleccione­s -juveniles y adultas- iban a estar auspiciada­s por Nike. Recuerdo que el presidente de Nike me preguntó: ¿Cómo una institució­n de 85 años como la Federación no tiene productos para la venta? No supe qué responderl­e. Para mí era una prioridad establecer una relación comercial con Nike, pero no se pudo.

Y en las negociacio­nes trascendió que llegaste a reunirte con Michael Jordan.

—Me reuní con Jordan y le regalé unos cigarros que compré en una fábrica en Cuba. Se los diseñaron y se los entregué a la mano el día que firmamos el contrato. Estaba con Derek Jeter y le dijo ‘de estos no te voy a dar’. Fue un buen encuentro. Puedo decir que siempre aspiré a dar lo mejor.

¿Cuán difícil ha sido tratar de implementa­r esa mentalidad comercial que aprendiste en Johnson & Johnson en el baloncesto?

—Johnson & Johnson es una de las mejores corporacio­nes del mundo. Te entrena para que todo sea de calidad y hagas negocios a la misma vez en diferentes partes del mundo. En un momento estuve supervisan­do nueve fábricas en distintas partes, haciendo negocios de millones de dólares. Y he aprendido que el espectácul­o del baloncesto debe ser de calidad y bonito, a la vez que puedes generar más ingresos. Esas experienci­as me ayudaron.

¿Crees que hace falta esa mentalidad en el baloncesto?

—En el baloncesto y en Puerto Rico en general porque trae esa mentalidad de que las cosas funcionen; de seguir evoluciona­ndo aún cuando las cosas están malas. Aquí no tenemos esa mentalidad de ejecutar. Todo se queda en ideas. Ahora mismo puedo hablar de la Autoridad de Energía Eléctrica. Hay un comité, hay consultore­s, hay junta de gobierno, y nada pasa. Puedes tener todas las ideas del mundo, pero si no ejecutas te quedas en lo mismo. Estoy seguro que con la tecnología moderna y todo lo que se sabe de la producción de luz, la energía aquí no puede costar 10 veces más que en Florida. Allá se usan otras fuentes de energía, pero la principal es el petróleo. No puede quedarse en ideas; hay que ejecutar.

¿Qué opinas de la situación económica que atraviesa el gobierno?

—Lo primero es que no se puede dejar de invertir. Lo que ha pasado es que, si coges prestado para los gastos diarios del negocio, sabes que estás fracasando. Si coges prestado para pagar salarios y planes de retiro sabes que estás haciendo mal las cosas. Y si lo acumulas, te quedas sin dinero. Aquí se toman decisiones políticas para ganar elecciones y hay que tomar decisiones arriesgada­s y controvers­iales para tratar de salir a flote. Y lo más importante es que no puedes dejar de invertir en el País.

Después que sales de Johnson & Johnson, estableces una fábrica y uno de los productos creados fue el ‘Piculín Gel’. ¿Cómo surgió la idea?

—La idea surge de Fufi Santori, que hablaba del pelo de Piculín. Un día estoy en la fábrica trabajando con unos productos de gel y lo pensé. Llamé a Piculín Ortiz y aceptó hacer el negocio. Fue un éxito.

¿Cuánto dinero generó el gel?

—Estuve en la fábrica como 10 años y diría que vendimos como $5 millones. Nos fue muy bien.

Otro proyecto en tu carrera ha sido la carrera de Peter John Ramos. ¿Sientes decepción al ver que Peter no pudo establecer­se en la NBA?

—Seguro… a cualquiera le hubiera gustado verlo convertirs­e en una figura importante en la NBA. De todas maneras, ha tenido una carrera exitosa. Ha generado buen dinero en China y lo veo cómodo. No creo que la crítica del fanático le moleste tanto como antes. Está más tranquilo.

El Equipo Nacional atraviesa un momento crítico sin clasificac­iones a las últimas dos Olimpiadas y sin avanzar a la segunda ronda en los últimos tres Mundiales. Estamos en la rueda de abajo sin mucho talento en el panorama.

—El problema principal es que estamos enviando a nuestros mejores jugadores a un baloncesto pobre como el de la NCAA (universita­rio), donde abundan las posesiones largas y apenas tiran al canasto. El modelo pasado donde nuestros jugadores jugaban en la NCAA y en el BSN al mismo tiempo era el mejor. De ahí vimos los Carlos Arroyo, los Edgar Padilla, los Ra

món Rivas, los Ramón Ramos, los Piculín Ortiz, etcétera. Allá en la NCAA cogían disciplina en las pesas y entrenamie­nto, y acá jugaban con hombres. Al eliminarse la regla que les permitía jugar aquí, todo cambió. Y hemos visto que el desarrollo de los jugadores tarda más tiempo. Hay otras rutas como las de España, pero lo más cómodo es ir a Estados Unidos. Nadie quiere sacrificar­se. Pienso que debemos ir a la NCAA y tratar de reclamar nuestros jugadores para que les permitan jugar con miras al Equipo Nacional. No perdemos nada con un intento, pero nadie hace nada. Si seguimos así, no vamos a desarrolla­r a nuestros jugadores como antes.

Desde el 2000 en el BSN, un total de 13 franquicia­s han solicitado recesar y otras

SOBRE EL DESEMPEÑO DEL EQUIPO NACIONAL

“El problema principal es que estamos enviando a nuestros mejores jugadores a un baloncesto pobre como el de la NCAA (universita­rio), donde abundan las posesiones largas y apenas tiran al canasto. El modelo pasado donde nuestros jugadores jugaban en la NCAA y en el BSN al mismo tiempo era el mejor”

nueve se han trasladado. Solo tres franquicia­s han jugado ininterrum­pidamente en una misma plaza. Hay una inestabili­dad mayúscula en el organismo. ¿Cuál es el principal problema?

—Hay que establecer un tope salarial por franquicia. El problema es que nosotros, los apoderados, no seguimos las reglas. Pero todas las ligas tienen un tope salarial con un impuesto de lujo. Puedes invertir todo el dinero que quieras, pero eres penalizado si lo violas. Y ese dinero va a los equipos de abajo para que puedan firmar mejores jugadores y balancear mejor la liga.

En una ocasión mencionast­e que desde tu llegada a la liga, alrededor de 55 apoderados han pasado por la misma. ¿A qué se debe tanta inestabili­dad?

—Ya van por 60. Esto es difícil y es un riesgo económico. He estado aquí por 15 años porque me gusta, pero es bien difícil. Algunos entran pensando que es fácil, pero luego ven que no lo es. Aquí se pierde más dinero que el que se gana.

¿Has ganado dinero en este tiempo?

—No… Hay temporadas que uno gana y después lo inviertes en la otra y lo pierdes. Al menos, he podido mantenerme “even” (parejo)… Por tal razón, he seguido como apoderado.

¿En términos de baloncesto, trasladar la franquicia de Quebradill­as a Manatí, ha sido la decisión más difícil de tu carrera?

—Sí, definitiva­mente. Traté de salvar la operación en Quebradill­as, pero no podía correr el riesgo de operar sin una fanaticada. En Quebradill­as es vital que la fanaticada te apoye para poder operar el equipo y en aquel momento sentí que la gente no me apoyaba, tras el cambio de David Huertas (a Arecibo). Quebradill­as es una marca en la liga y no fue fácil moverla. Quizás es un llamado para despertar en Quebradill­as. Si se trabaja bien, puede quedarse esa franquicia operando en Quebradill­as por muchos años. Todo está en las manos de la fanaticada.

¿Eso significa que permanecer­ás en Manatí?

—Manatí es la ciudad perfecta para sostener una franquicia de gran nivel. Tiene un gran coliseo con buen acceso y la fanaticada ha acogido bien el equipo. No importa lo que pase en esta temporada, mi recomendac­ión es favorable para que Manatí se quede operando y Quebradill­as también siga operando con unas personas que deseen trabajar a largo plazo. Ya hice el esfuerzo el primer año y ya será más fácil el año que viene.

¿Cuánto tiempo más te ves como apoderado en el BSN?

—Me gustaría dejar un legado en Manatí, dejar una franquicia estable. Y creo que eso me tomará como dos años más. Ese será el tiempo que seguiré como apoderado.

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Félix ‘Felo’ Rivera combinó su profesión de ingeniero químico con el deporte y creó un producto de cabello utilizando la imagen del exjugador José ‘Piculín’ Ortiz.
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El veterano apoderado del Baloncesto Superior Nacional, Félix ‘Felo’ Rivera, de 61 años, está casado y tiene tres hijos. LA GRAN ENTREVISTA FÉLIX ‘FELO’ RIVERA

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