Feriado escrito con sangre
En más de 60 países se conmemora a los “Mártires de Chicago” y su lucha por la jornada de ocho horas
El 1 de mayo se celebra en más de 60 países en Europa, Asia y América Latina, mas no en la nación donde ocurrieron los trágicos hechos que originaron el Día Internacional de los Trabajadores.
A finales del Siglo XIX en Estados Unidos, era normal trabajar entre 10 y 16 horas diarias por salarios miserables y en condiciones peligrosas en fábricas, construcciones y minas. Esto incluía a los niños.
En esa época comenzó a tomar fuerza el reclamo de las uniones obreras por la jornada de ocho horas. “Ocho horas de trabajo, ocho horas de recreación, ocho horas de descanso” y “Acorta las horas, aumenta la paga”, eran los llamados de trabajadores que pasaban por la misma situación en Inglaterra, Australia, Estados Unidos y otros países en plena industrialización.
Ya para 1869, el entonces presidente Ulysses S. Grant había aprobado, mediante proclamación, la jornada de ocho horas para los empleados del gobierno estadounidense. Pero no había medidas concretas que aplicaran a quienes laboraban para el sector privado.
Ante esta situación, en 1884, la Federation of Organized Trades and Labor Unions proclamó, durante su convención nacional en Chicago, que “ocho horas constituirán un día de trabajo legal a partir del 1 de mayo de 1886”, según citado en la página web de la organización obrera Industrial Workers of the World.
Cuando llegó aquel sábado, 1 de mayo de 1886, se estima que unos 80,000 obreros marcharon por las calles de Chicago, Illinois. Más de 300,000 trabajadores en toda la nación hicieron lo propio.
Entre los organizadores de las manifestaciones estaban los esposos Lucy y Albert Parsons. Ella había nacido esclava en Texas y, luego de casarse con el impresor Albert, ambos se mudaron a Chicago. Lucy se enfocó en organizar a las obreras de la industria de la aguja, mientras que su esposo era miembro de la organización Knights of Labor, de acuerdo con datos de la Sociedad de Historia Laboral de Illinois.
El domingo, 2 de mayo, ambos organizaron sendas manifestaciones pacíficas en Ohio e Illinois, pero esa paz no duró mucho. Al día siguiente, dos personas murieron y varias resultaron heridas cuando la Policía intervino con huelguistas en las inmediaciones de la McCormick Harvesting Machine Company.
LA PLAZA HAYMARKET. Los trabajadores y las uniones obreras repudiaron los actos de los uniformados, por lo que organizaron una protesta para el 4 de mayo en la plaza Haymarket. La lluvia, así como el poco tiempo de anticipación con que se anunció la actividad, provocaron que acudiera menos público del esperado. De 20,000 personas que se esperaban, solo acudieron unas 3,000.
Algunos de los que hablarían ante la multitud faltaron a la cita, que comenzó con una hora de retraso. Entre los que fueron reclutados a última hora para dirigirse al público estuvo Albert Parsons. El alcalde de Chicago, Carter Harrison, acudió como observador y llegó a decir des-
pués que la actividad se realizó pacíficamente y que los oradores no instaron al uso de la violencia.
La manifestación estaba casi por concluir -y de hecho, la mayoría de los obreros ya se habían ido-, cuando más de 100 policías armados con rifles llegaron al lugar a dispersarlos. Fue entonces cuando una persona, que al sol de hoy no ha sido identificada, lanzó una bomba. Los agentes respondieron a la explosión lanzando disparos al azar.
Siete policías murieron y otros 60 resultaron heridos en el incidente, en el que también se estima que perdieron la vida de cuatro a ocho civiles y entre 30 y 40 resultaron heridos, según cifras de la Enciclopedia
Britannica.
Los trágicos hechos causaron histeria colectiva en contra de los sindicatos, así como en xenofobia, pues entre los obreros había muchos inmigrantes. Gobiernos antiobreros de otros países usaron lo sucedido en Haymarket para debilitar los movimientos sindicales. En Chicago, ocho integrantes del movimiento obrero, señalados como anarquistas, fueron enjuiciados por el bombazo: Albert Parsons, Oscar Neebe, Michael Schwab, George Engel, Samuel Fielden, Adolph Fischer, August Spies y Louis Lingg.
Todos enfrentaron cargos de asesinato, aunque solo tres de ellos estuvieron en aquel momento en Haymarket. Pese a que no se presentó evidencia sólida que los vinculara al estallido, siete de ellos fueron condenados a muerte. Neebe fue sentenciado a 15 años de prisión.
En noviembre de 1887, fueron ahorcados Parsons, Spies, Engel y Fisher. Se suponía que Lingg tam- bién fuera ejecutado, pero el día antes fue hallado muerto en su celda con un explosivo en su boca. Fielden y Schwab se salvaron de la horca luego de que, presionado por la opinión pública, el gobernador de Illinois, Richard Oglesby, les conmutó las sentencias a cadena perpetua.
Seis años después, su sucesor en la gobernación, John Peter Altgeld, indultó a los tres que seguían con vida: Schwab, Fielden y Neebe. Algeld concluyó, de un estudio del caso, que los acusados no habían recibido un juicio justo porque el juez y el jurado estaban prejuiciados y gran parte de la prueba fue fabricada.
Desde entonces, el movimiento sindical consideró a estos ocho hombres como sus mártires, al punto que, por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, se designó en honor a ellos el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores.