“Pepe” Mujica para gobernador
Carmen Laura Montoya fue una de mis mejores estudiantes en la “Iupi”. Aportaba comentarios agudos y pertinentes a la discusión diaria. Sus exámenes evidenciaban inteligencia e imaginación en el análisis y un dominio cabal del vernáculo en la redacción de sus ideas. Era responsable, simpática y bella. Lo tenía todo. Fue aceptada en una prestigiosa universidad de Estados Unidos para proseguir estudios graduados.
Su participación en el certamen de Miss Universe Puerto Rico me sorprendió. ¿Por qué una estudiante brillante como Carmen Laura se dejaba seducir por un espectáculo tan frívolo? Pensé en la sonrisa plástica de las candidatas, en sus poses ridículas, en su dicción forzada, en sus respuestas tontas a la hora de la verdad. Los concursos de belleza están concebidos para muchachas superficiales y narcisistas que se exhiben como si fueran vasijas de marfil.
Carmen Laura Montoya triunfó en el concurso, pero a las dos semanas de su coronación fue despojada de su título, pues se descubrió que no había nacido en Naranjito sino en Medellín.
Para estos días me la encontré en Plaza Las Américas. Ahora es una mujer de unos treinta y cinco años. Conserva su belleza intacta y también su simpatía. Me invitó a tomarnos un café para ponernos al día. Trataré de resumir los aspectos más relevantes de este inesperado encuentro.
Carmen Laura inició sus estudios graduados con el fin de obtener un doctorado en literatura, pero los abandonó cuando un profesor la agredió sexualmente. Hablo de un especialista en literatura hispanoamericana de renombre internacional, autor de varios estudios críticos que son textos obligados en cursos conducentes al doctorado. El hombre trató de besarla y manosearla en su oficina. Mi amiga logró escapar y tuvo la intención de denunciarlo a las autoridades universitarias, pero varias compañeras le aconsejaron que no lo hiciera. El doctor tenía fama de fresco en el alumnado, pero era intocable por su gran prestigio.
Mi exalumna entró en el programa de comunicaciones de una universidad de Nueva York donde obtuvo un grado de relacionista público. Consiguió una buena colocación en una agencia de publicidad de Nueva Jersey. Allí conoció a Ron Swaab, con quien se casó y fue feliz hasta que él se mató en un accidente de auto. Cayó en una depresión severa que pudo superar gracias a la ayuda de Bárbara Cohen, excompañera de estudios en Nueva York. Ésta la invitó a que fuera su socia en la agencia publicitaria que acababa de establecer en Los Ángeles.
Su vida profesional recibió el impulso que necesitaba. Las dos amigas diseñaron y coordinaron las campañas políticas de tres candidatos desconocidos, que han logrado ocupar un escaño en el Congreso de Estados Unidos: Patrick Tierney, republicano por el estado de Maryland, Rodney Berenger, demócrata por el estado de Connecticut, Jenny Di Stefano, demócrata por el estado de Illinois.
Le pregunté a la exreina si la política era lo que la traía a Puerto Rico. Sonrió sin contestarme. Luego dijo que aquí las condiciones son propicias para que surja un nuevo líder. Una cara nueva que aglutine fuerzas para enterrar el bipartidismo que ha sumido al país en el caos y la desesperanza.
Dijo que necesitamos a un “Pepe” Mujica que levante la pobre autoestima de esta isla. Que haga lo que hizo “Pepe” en Uruguay. Alegó que hay notables similitudes entre Puerto Rico y esa república. Empezando por la pequeñez de su territorio. Cuando “Pepe” Mujica asumió el poder enfrentaba prácticamente los mismos problemas que enfrenta Puerto Rico en la actualidad: alto índice de desempleo, una emigración masiva, una deuda externa impagable, pobreza, delincuencia, inflación, agencias gubernamentales inoperantes...
Le pregunté a Carmen Laura qué fórmula, movimiento o embeleco podría inventar ese “Pepe” Mujica boricua para meterle mano a las maquinarias de los dos partidos mayoritarios nuestros. “La misma fórmula exitosa utilizada por ‘Pepe’. Un frente unido”, contestó al instante. “Una coalición que agrupe a todos los sectores disgustados con el tipo de gobierno mediocre que hemos tenido por los pasados cuchucientos años”.
Noté indignación en sus palabras que me parecieron sinceras. Allí estaba la Carmen Laura que yo recordaba. Honesta y vertical en sus posturas. También “naive” en extremo. ¿Pretendía encontrar a un “Pepe” Mujica en la meca del relajo y la bayoya? ¿Con políticos chapuceros que sólo piensan en sus ambiciones personales? Si bien es cierto que el descontento con la situación prevaleciente nos une a todos, no es menos cierto que ninguna agrupación está dispuesta a dar un paso al frente para aunar esfuerzos con un fin común. Somos rancho aparte. Pensemos en los grupúsculos independentistas. Muchos caciques y pocos indios. Lo que acabo de escribir se lo comuniqué a Carmen Laura.
“Con todo respeto te digo que aquí el único ‘naive’ eres tú”, discrepó con una sonrisita indulgente. Le pedí que me “iluminara”. Me dijo que su agencia publicitaria haría en Borinquen lo que hizo en Illinois, Connecticut y Maryland. Así que a eso había venido mi amiga, a dirigir la campaña de ese superhéroe “puertorro” que dejaría chiquito al gran “Pepe”.
“Necesitamos una cara que venda”, me dijo. “Una cara que agrade, una cara que enamore”. Se reafirmó en que las condiciones son más que propicias para que surja ese nuevo líder, ese nuevo movimiento. “De lo demás nos ocuparemos nosotras”, afirmó. Pensé que iba a decir algo más pero no lo hizo.
“Tu ‘Pepe’ en realidad es ‘Pepa’, ¿verdad? La abogada bella”. Carmen Laura se echó a reír. Le recordé que “Pepe” Mujica no había transformado a Uruguay por tener una cara bonita. No tardó un segundo en responderme: “Nosotras nos encargaremos de fabricar la versión femenina y glamurosa de ‘Pepe’ Mujica”.