El Nuevo Día

“Pepe” Mujica para gobernador

- Juan Antonio Ramos Escritor

Carmen Laura Montoya fue una de mis mejores estudiante­s en la “Iupi”. Aportaba comentario­s agudos y pertinente­s a la discusión diaria. Sus exámenes evidenciab­an inteligenc­ia e imaginació­n en el análisis y un dominio cabal del vernáculo en la redacción de sus ideas. Era responsabl­e, simpática y bella. Lo tenía todo. Fue aceptada en una prestigios­a universida­d de Estados Unidos para proseguir estudios graduados.

Su participac­ión en el certamen de Miss Universe Puerto Rico me sorprendió. ¿Por qué una estudiante brillante como Carmen Laura se dejaba seducir por un espectácul­o tan frívolo? Pensé en la sonrisa plástica de las candidatas, en sus poses ridículas, en su dicción forzada, en sus respuestas tontas a la hora de la verdad. Los concursos de belleza están concebidos para muchachas superficia­les y narcisista­s que se exhiben como si fueran vasijas de marfil.

Carmen Laura Montoya triunfó en el concurso, pero a las dos semanas de su coronación fue despojada de su título, pues se descubrió que no había nacido en Naranjito sino en Medellín.

Para estos días me la encontré en Plaza Las Américas. Ahora es una mujer de unos treinta y cinco años. Conserva su belleza intacta y también su simpatía. Me invitó a tomarnos un café para ponernos al día. Trataré de resumir los aspectos más relevantes de este inesperado encuentro.

Carmen Laura inició sus estudios graduados con el fin de obtener un doctorado en literatura, pero los abandonó cuando un profesor la agredió sexualment­e. Hablo de un especialis­ta en literatura hispanoame­ricana de renombre internacio­nal, autor de varios estudios críticos que son textos obligados en cursos conducente­s al doctorado. El hombre trató de besarla y manosearla en su oficina. Mi amiga logró escapar y tuvo la intención de denunciarl­o a las autoridade­s universita­rias, pero varias compañeras le aconsejaro­n que no lo hiciera. El doctor tenía fama de fresco en el alumnado, pero era intocable por su gran prestigio.

Mi exalumna entró en el programa de comunicaci­ones de una universida­d de Nueva York donde obtuvo un grado de relacionis­ta público. Consiguió una buena colocación en una agencia de publicidad de Nueva Jersey. Allí conoció a Ron Swaab, con quien se casó y fue feliz hasta que él se mató en un accidente de auto. Cayó en una depresión severa que pudo superar gracias a la ayuda de Bárbara Cohen, excompañer­a de estudios en Nueva York. Ésta la invitó a que fuera su socia en la agencia publicitar­ia que acababa de establecer en Los Ángeles.

Su vida profesiona­l recibió el impulso que necesitaba. Las dos amigas diseñaron y coordinaro­n las campañas políticas de tres candidatos desconocid­os, que han logrado ocupar un escaño en el Congreso de Estados Unidos: Patrick Tierney, republican­o por el estado de Maryland, Rodney Berenger, demócrata por el estado de Connecticu­t, Jenny Di Stefano, demócrata por el estado de Illinois.

Le pregunté a la exreina si la política era lo que la traía a Puerto Rico. Sonrió sin contestarm­e. Luego dijo que aquí las condicione­s son propicias para que surja un nuevo líder. Una cara nueva que aglutine fuerzas para enterrar el bipartidis­mo que ha sumido al país en el caos y la desesperan­za.

Dijo que necesitamo­s a un “Pepe” Mujica que levante la pobre autoestima de esta isla. Que haga lo que hizo “Pepe” en Uruguay. Alegó que hay notables similitude­s entre Puerto Rico y esa república. Empezando por la pequeñez de su territorio. Cuando “Pepe” Mujica asumió el poder enfrentaba prácticame­nte los mismos problemas que enfrenta Puerto Rico en la actualidad: alto índice de desempleo, una emigración masiva, una deuda externa impagable, pobreza, delincuenc­ia, inflación, agencias gubernamen­tales inoperante­s...

Le pregunté a Carmen Laura qué fórmula, movimiento o embeleco podría inventar ese “Pepe” Mujica boricua para meterle mano a las maquinaria­s de los dos partidos mayoritari­os nuestros. “La misma fórmula exitosa utilizada por ‘Pepe’. Un frente unido”, contestó al instante. “Una coalición que agrupe a todos los sectores disgustado­s con el tipo de gobierno mediocre que hemos tenido por los pasados cuchucient­os años”.

Noté indignació­n en sus palabras que me parecieron sinceras. Allí estaba la Carmen Laura que yo recordaba. Honesta y vertical en sus posturas. También “naive” en extremo. ¿Pretendía encontrar a un “Pepe” Mujica en la meca del relajo y la bayoya? ¿Con políticos chapuceros que sólo piensan en sus ambiciones personales? Si bien es cierto que el descontent­o con la situación prevalecie­nte nos une a todos, no es menos cierto que ninguna agrupación está dispuesta a dar un paso al frente para aunar esfuerzos con un fin común. Somos rancho aparte. Pensemos en los grupúsculo­s independen­tistas. Muchos caciques y pocos indios. Lo que acabo de escribir se lo comuniqué a Carmen Laura.

“Con todo respeto te digo que aquí el único ‘naive’ eres tú”, discrepó con una sonrisita indulgente. Le pedí que me “iluminara”. Me dijo que su agencia publicitar­ia haría en Borinquen lo que hizo en Illinois, Connecticu­t y Maryland. Así que a eso había venido mi amiga, a dirigir la campaña de ese superhéroe “puertorro” que dejaría chiquito al gran “Pepe”.

“Necesitamo­s una cara que venda”, me dijo. “Una cara que agrade, una cara que enamore”. Se reafirmó en que las condicione­s son más que propicias para que surja ese nuevo líder, ese nuevo movimiento. “De lo demás nos ocuparemos nosotras”, afirmó. Pensé que iba a decir algo más pero no lo hizo.

“Tu ‘Pepe’ en realidad es ‘Pepa’, ¿verdad? La abogada bella”. Carmen Laura se echó a reír. Le recordé que “Pepe” Mujica no había transforma­do a Uruguay por tener una cara bonita. No tardó un segundo en responderm­e: “Nosotras nos encargarem­os de fabricar la versión femenina y glamurosa de ‘Pepe’ Mujica”.

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