Por dentro
SIEMBRA PARA SIEMBR EL FUTURO La organizacion Efecto Sombrilla transforma las comunidades traves del cultivo y de la creacion de una escuela rodante agroecologica
Una escuela agroecológica sobre ruedas que recorra los barrios de Puerto Rico y el Caribe. Este es el sueño de Efecto Sombrilla, una joven organización que fomenta proyectos de bienestar social enfocados en la importancia de la agricultura y la autogestión de las comunidades.
La organización sin fines de lucro surge como una fusión de ideas entre Ana Elisa
Pérez Quintero y Tara Rodríguez Besosa, cofundadora de El Departamento de la Comida, un esfuerzo para vincular agricultores ecológicos con los consumidores. Ambas decidieron unir los trabajos que realizan desde hace más de cinco años. “Siempre habíamos trabajado por separado, pero nos dimos cuenta que vinculando los dos proyectos que tienen mu- cho que ver, hay mucho más impacto. Esa es la idea del Efecto Sombrilla”, explica Pérez Quintero.
A raíz de esta unión, se crea A Pico y Pala, un programa bajo Efecto Sombrilla enfocado en la creación de huertos comunitarios y promotores de agroecología en barrios y comunidades, particularmente de escasos recursos, como vía sustentable para la producción local de alimentos. Estos promotores, según Pérez Quintero “trabajan básicamente intercambios entre agricultores y huerteros que enseñan sobre agroecología en su comunidad”.
La codirectora explica que, a diferencia de la agricultura convencional, que utiliza agroquímicos como los pesticidas y herbicidas que pueden dañar el suelo y el ambiente, la agroecología busca trabajar a favor de la naturaleza a través del uso de los recursos disponibles en el entorno. De esta forma, las comunidades sustentan sus huertos comunitarios con sus propios recursos sin la necesidad de invertir grandes sumas de dinero.
Además, se distingue de la agricultura orgánica en cuanto facilita el desarrollo de huertos de policultivo, aumentando la diversidad en las siembras. “Lo orgánico tiene un sello comercial. Por lo general, es bien costoso y tiene unas especificaciones que a veces son difíciles para el agricultor”.
De esta manera, y con la idea de que cada huertero se convierte en colaborador del proyecto, Efecto Sombrilla apoya el trabajo de los 15 huertos comunitarios existentes alrededor de la Isla, con cinco de estos en el Caño Martín Peña y tres en la isla municipio de Vieques, además de pequeños huertos en comunidades como La Perla, Barrio Obrero y en el municipio de Salinas.
Según la experta, “el huerto ayuda a fortalecer el liderato de la comunidad, o sea que no solamente es el huerto por el huerto, sino lo que eso implica socialmente, que la gente pueda comer mejor y que puedan vender ciertos productos para generar ingreso”.
Generalmente, las personas que interesan crear un espacio de cosecha son personas retiradas que ya habían sembrado anteriormente o personas que por distintas razones no han encontrado una fuente de ingreso. “Algunos han estado en la cárcel y no se les hace fácil conseguir empleo y ven el huerto como una manera de tener un trabajo, pero también de ayudar a la comunidad”, expresa Pérez Quintero. No obstante, A Pico y Pala busca que todos, grandes y pequeños, se involucren con la cosecha local.
LA SAMBUMBIA. Para esto, la organización desarrolló un proyecto con el propósito de
lograr conexiones efectivas que enlacen a huerteros y agricultores de toda la Isla, además de enseñar sobre siembra ecológica a barrios donde normalmente no llega la información.
Se trata de una guagua-escuela llamada La Sambumbia. El nombre surge de la mamá de Pérez Quintero. “Siempre que sobraban vegetales en la casa, decíamos ‘vamos a hacer una sambumbia’. Es como una mezcla de productos y vegetales, y eso mismo es lo que buscamos. Poder tener más redes y mezclar proyectos”.
El concepto tiene un enfoque educativo, pero también intenta darle promoción a la agricultura comunitaria. “La idea es que la gente se vaya enterando de que sí existen los huertos, cómo los pueden crear y que esos huertos se den a conocer más”, explica Pérez Quintero, quien conjunto a Rodríguez Besosa y otros voluntarios llevan a cabo una exposición para recaudar fondos dirigidos al proyecto de La Sambumbia.
La guagua también ayudaría a enseñar cómo vender y mercadear los excedentes de las cosechas, además de facilitar la movilidad y transportación, tanto de productos como de promotores ecológicos. “La idea es transformar la manera en que producimos, consumimos y vemos la comida en Puerto Rico, y cómo la agricultura ayuda a desarrollar comunidad, fortalecer el liderato y tener proyectos económicamente viables”, expresa.
La Sambumbia se presenta como un proyecto abarcador que a largo plazo aumentaría la cantidad de producción local, ya que, como indica Pérez Quintero, importamos el 80 por ciento de los alimentos que consumimos.
La escuela rodante se equipará con cocina para la elaboración de los productos ob- tenidos en las cosechas. De igual modo, servirá de espacio para reuniones entre trabajadores, agricultores y colaboradores. Y como toda escuela, ofrecerá talleres agroecológicos variados, entre estos, preparación de plantas medicinales, pomadas, tizanas y brebajes, y confección de mermeladas.
Además, se espera que a medida que avance el proyecto, la agricultura ecológica encuentre su espacio en distintas instituciones como hospitales, escuelas y cárceles.
Tras la adquisición de la guagua, además de recorrer las calles de la Isla, Efecto Sombrilla sueña con que esta llegue a países hermanos como Haití y República Dominicana, donde ya está establecido el programa A Pico y Pala en algunas comunidades. Como indica Pérez Quintero, “la idea es poder llegar a más lugares y cambiar por completo la manera en que se hace agricultura en el país".