El Nuevo Día

La progenitor­a del boxeador Félix Verdejo habla sobre la niñez del atleta, su fama de “tremendito”, el accidente que lo alejó de la pelota y da su receta para criar ciudadanos disciplina­dos

- José A. Sánchez Fournier jose.sanchez@elnuevodia.com Twitter: @SanchezFou­rnier

El afable Félix Verdejo que se ha ganado el cariño del público no es el mismo que de pequeño cometía travesuras y peleaba casi a diario en la escuela. Fue misión de su progenitor­a Madeline Sánchez Bonilla el pulir a ese chico intranquil­o en el diamante de ciudadano que es hoy día, un joven disciplina­do, de fácil sonreir, accesible y con los pies en la tierra. Esa fue su prioridad no solo con Félix Yomar -quien, con 21 años es el benjamín de la familiasin­o con sus otros tres hijos; José Miguel Cancel Sánchez, de 28, Giovaleris Verdejo Sánchez, de 23, y Yashira Marie Verdejo Sánchez, de 22. Para lograrlo casi por sí sola, la mujer de 45 años -hoy día ajustadora de seguros en la Asociación de Suscripció­n Conjunta (ASC)- tuvo que poner en pausa sus metas personales y hacer muchos sacrificio­s. Pero el resultado lo puede ver a diario no solo en los logros profesiona­les de El Diamante, sino en la saludable relación que mantiene con sus cuatro vástagos, todos ciudadanos ejemplares. ¿Eran difíciles de criar los cuatro, o se portaban bien? Todos eran buenos muchachos. Félix era el más ‘tremendito’, sí. Eran unidos los cuatro. Yo los crié para que se dieran mucho amor entre ellos y que se cuidaran entre ellos. ¿Y por qué dice que Félix era el más ‘tremendito’? Porque era el más fuerte, el más peleón. Del más que me daban quejas en la escuela y me mandaban a buscar era él. Los demás (hermanos) lo cuidaban, porque Félix era el más ‘tremendito’ en la escuela. También era por su apellido, Verdejo. Los nenes le decían otra palabra que no era Verdejo. Era ‘bullying’. Y por eso peleaba mucho en la escuela. No se dejaba molestar de nadie. Era guapo desde chiquito. Hoy día Félix luce como un muchacho bien tranquilo, llevadero. ¿Cuándo comenzó ese cambio? Cuando conoció al Señor. ¿Cuando comenzó a ir a la iglesia? Eso es así. ¿A qué edad fue eso? Él comenzó a ir a la iglesia junto a su padrino a los 14 años. Siempre yo lo llevaba de pequeño pero a esa edad fue que se encaminó más, Cuando conoció a su padrino, José Ángel Rivera, a quien nosotros le decimos Cuso. ¿Qué maldades o travesuras cometía Felix a esa edad? ¡Muchacho! Maldades y que en la escuela peleaba mucho, que si rajones de cabeza, A veces era medio guapetón con las maestras. Bueno, imagínate, en sexto grado, cuando se graduó todos los maestros lo alabaron así (hace gesto con las manos como rezando a la meca) como que ya era hora que se fuera. Era ‘tremendito’. ¿De esos problemas, hay alguno en particular que nunca olvida? En la escuela un día se puso a pelear en el salón y me mandaron a buscar. Yo estaba trabajando. Y como ya iban muchas veces que me habían llamado a buscar de la escuela, llegué al salón enojada. Y en el mismo salón le di sus dos o tres cantazos. Félix se me fue corriendo de la escuela y yo salí detrás de él pero no lo alcanzaba. Tuve que decirle a los policías que lo pararan. Él me decía que no iba a parar porque yo le iba a seguir dando. Yo le gritaba: “¡Párate ahí!”, y él “No, porque me vas a seguir pegando”. Ese día se me desapareci­ó y llegó a casa como a las 9:00 de la noche. Porque sabía lo que le esperaba. Sí. Y cuando llegó, ¿cogió fuete? Seguro. Eso fue en sexto (grado). Yo le tenía que pagar a una persona del mismo residencia­l para que lo entrara a la escuela, para que velara que (Félix) entrara a almorzar, que no se quedara dando vueltas y regresara al salón. En la intermedia me llamaron tantas veces que yo le dije al director de la escuela que Félix era un niño bien hiperactiv­o, que no podía estar sin hacer nada. Le pedí que cuando terminaran las clases que lo pusiera a mapear el pasillo entero de la escuela y así mismo hacía. Cuando lo iba a buscar la guagua escolar, Félix estaba o limpiando pizarras o mapeando. ¿Cómo lidiaba con el ocio para que Félix no se metiera en problemas con travesuras? Pues yo digo que era manteniénd­olo ocupado con el deporte. Cuando terminaba (la tem- porada de) pelota, iba al baloncesto y siempre en el boxeo y en el ‘Power Dance’. ‘Power Dance’, eso era un grupo de baile que fundaron en Villa Palmeras. Ellos imitaban a diferentes artistas y también hacían coreografí­a en música como hip hop. ¿Le habrán ayudado las clases de baile en su faceta como boxeador? Él es conocido por desplazars­e muy bien sobre el cuadriláte­ro. Yo creo que sí. Lo ayudó estar en el equipo de ‘Power Dance’ y en los diferentes deportes. ¿Cómo influyeron los deportes en la conducta y disciplina de Félix? Félix es un atleta (nato). En todos los deportes era bueno. Pero no se decidía por ninguno. Y yo le decía, “Bueno, tú vas a todos los deportes, pelota, baloncesto, balonmano, a natación. Félix hasta iba y galopaba caballos al hipódromo, porque para entonces Félix era bien chiquito, El vino a crecer cuando representó a Puerto Rico en Allentown, Pennsylvan­ia. Cuando regresó y yo lo vi dije: “Ese no es mi hijo”, porque había crecido mucho. ¿Cuál de todos los deportes prefería? Su deporte es la pelota. Él era pitcher, le decían El Duque (en honor al serpentine­ro cubano Orlando Hernández). Lo que pasa es que le pasó lo del pie, que se puso a monear con unos patines de la prima mas pequeña, que no le servían. Y entonces se puso a dar vueltas como una bailarina y ahí se cayó y se fracturó un tobillo (derecho). Y después que se recuperó, le daba miedo cuando se deslizaba en las bases y cosas así. ¿Cuándo se decidió finalmente por el boxeo? El boxeo, con (la tutela de) su padrino, lo practicó desde los nueve años, Y para entonces ya se veía el potencial. Era un chico y lo llevaban a diferentes barriadas, residencia­les públicos y de la nada cogía al campeón de la barriada y le ganaba. Eso se veía venir. ¿No le preocupa ver a su hijo intercambi­ar golpes en un deporte de tanto riesgo? Fíjate no, no me preocupa. Yo lo vi a él desde pequeño con su buena defensa, que no lo ‘agolpeaban’ mucho. No, no me dio temor. ¿Ninguno de sus otros hijos había boxeado antes? José, el mayor, fue pelotero. Y las nenas también eran peloteras. Yo los matriculab­a a los cuatro en el mismo deporte, juntos. Después que todos estuvieran juntitos, se me hacía más fácil. Porque son muchos. ¿Se le hizo difícil lograr que sus cuatro hijos se convirtier­an en adultos de ley y orden? ¿Cuál fue la clave? El truco era tenerlos siempre ocupados. Y que yo era, como quien dice, la líder del hogar. Si mamá se acostaba a dormir, los hijos también. Nada de dejarlos viendo televisión. Y a donde mamá iba, ellos iban. Nada de uno por allá y otro por acá. Yo era la líder. Les enseñé valores. A Félix el pueblo le ha cogido cariño bien rápido, no solo por su talento sobre el ring, sino también por su manera de ser. ¿Cómo usted ha asimilado ver a su hijo en anuncios de televisión, en el periódico, en todos lados? No me extraña porque desde pequeño la gente lo sigue. Félix desde pequeño siempre ha tenido ese don. Siempre era el más pequeño del grupo, pero era el líder para bien o para mal. ¿Y cómo la fama ha cambiado a su hijo? Félix se ve ahora más adulto. Para como se portaba de pequeño yo lo veo mejor ahora. ¿Ha podido Félix asimilar toda esa carga de ser una figura tan relevante tan rápido en su carrera? Él sabía que todo eso iba a venir, desde pequeño decía que quería ir a unas Olimpiadas (Verdejo representó a Puerto Rico en los Juegos de Londres 2012). Y de pequeño admiraba mucho a Tito Trinidad y quería seguir sus pasos. ¿Todavía Félix reside con usted, correcto? Sí. Todos mis hijos viven conmigo. ¿Y todavía Félix tiene que hacer caso como antes? Sí, pero ya no soy tan estricta (ríe). Eso era antes cuando todos eran más pequeños. Pero comoquiera Félix aún me mantiene informada. Mientras vivan en mi techo, tienen que obedecer las reglas de mamá. ¿Mamá está preparada para cuando él decida mudarse? Sí. Sí y no. Cuando se vayan ellos todos tienen ‘mamitis’ y van a venir a esta casa. Yo sé que cuando se vayan esto seguirá siendo su sitio de encuentro. Imagínate, Félix se quiere ir, pero no tan lejos de aquí.

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Sánchez Bonilla dijo que la iglesia fue crucial para su hijo Félix.

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