Reunión en la mesa
Imposible sentir la crisis que atraviesa el País y no recordar los tiempos difíciles que pasamos en familia y las respuestas de mi mamá frente a cada reto que nos presentó la vida. Mami era una experta en soluciones para cada cosa y cuando no las tenía, las seguía buscando a la manera de Don Cholito con su “encabuya y vuelve y tira”.
En casa éramos seis, más todo el que se aparecía -muchas veces sin avisar-. La mesa del comedor siempre se arreglaba para compartir el alimento, la conversación, la consulta o incluso para recibir el regaño y la explicación oportuna y aleccionadora que también allí se tramitaba. Ya fuera con mantel de tela o de plástico -según la ocasión y el presupuesto- la mesa se ponía y se servía con gusto: servilletas de papel dobladas en triángulo, cubiertos, vasos y jarra de agua en el centro. Muy sencilla aquella mesa de familia, fue un lujo haberla compartido.
La mesa se limpiaba y se volvía a poner todas las veces que llegaba alguien. “Alguien” podía ser de la familia, del vecindario o de las amis- tades de los hijos y las hijas que regresábamos de la escuela o de jugar en la calle. Luego de lavarnos las manos, más temprano que tarde, terminábamos coincidiendo y compartiendo en la mesa una meriendita, una historia, una decepción, una pérdida, un proyecto, un deseo, una esperanza.
En tiempos de dificultades económicas nunca faltó el alimento. Mami tenía la habilidad de estirar y de celebrar lo que había. Era una multiplicadora de panes y postres con aquella fórmula nutridora que supo combinar amor con justicia en la mesa y en la vida.
En el día de honrar el inmenso valor de la maternidad y la crianza, doy gracias por aquella mesa de cariño donde sigue viviendo mi mamá. Que no falte el encuentro hospitalario en la mesa del comedor de nuestras casas, que no se quede nadie fuera de la mesa del País, que siempre haya motivos para la reunión conciliadora. Que en medio de nuestras diferencias, podamos compartir el pan y la paz con aquella receta de amor y justicia con la que crecimos.