Una nación soñada
Contrapunto provocador del otro libro reseñado, este estudio académico explora la contradicción entre un imaginario puertorriqueño que instala en la literatura el deseo de una nación soberana y heroica y una práctica que reafirma reiteradamente en las urnas la decisión firme de permanecer dependiente. Si War Against All Puerto Ricans reseñaba personalidades y eventos históricos vinculados a una lucha real –y sangrienta- por la independencia, este reseña las estrategias (incruentas) que crean una realidad imaginaria paralela a la histórica.
La independencia, señala la autora, es “aspiración simbólica, gesto de amor, refugio del orgullo nacional, fantasía intelectual”, pero no es una meta buscada por la inmensa mayoría de los puertorriqueños. La cultura “es el único lugar en que se vuelve realidad ese sueño”.
Acosta Cruz examina el canon literario puertorriqueño, utilizando la antología “Literatura puertorriqueña del siglo XX” editada por Mercedes López Baralt como guía para rastrear –en texto tras texto- la nación soñada, basada en una visión nostálgica de autosuficiencia y en la primacía del idioma español. (Es posible, sin embargo, que leyera mal algunos textos. El de mi autoría, por ejemplo, “Escribiendo en la frontera”, pretendía describir la situación fronteriza de los puertorriqueños de Estados Unidos que escriben en inglés y a quienes muchos les negaban –y aún les niegan, en círculos recalcitrantes- la pertenencia a nuestra literatura.)
En la tradición hispanizante y nostálgica surgen quiebras, entre ellas el reto que para ese imaginario supone la crítica de José Luis González a una visión patriarcal y unívoca de la nación y el que presentó Rosario Ferré con su decisión de escribir en inglés y su adhesión –tardía- a la estadidad. También Rodríguez Juliá desafía el canon establecido al presentar un pasado anti-heroico, conflictivo y problemático. El talante de los escritores más jóvenes, por otra parte, supera la dicotomía identitaria (Mayra Santos, Liliana Ramos, Frances Negrón-Muntaner), como señala la estudiosa. Han modificado incluso la noción del paisaje. Siguiendo precedentes importantes como el de Luis Rafael Sánchez, ya no es idílico: “From the Lush Land to the Traffic Jam”, se titula un capítulo importante. Otro, “Dream History, Dream Nation”, explora la reescritura de la historia, ya sea en términos heroicos –como en “Seva” de Luis López Nieves- o justamente antiheroicos, como en “La patografía” de Ángel Lozada. Escritores puertorriqueños de EEUU, como Esmeralda Santiago y Judith Ortiz Cofer, también sostienen visiones divergentes de Puerto Rico. La primera mitifica la Isla y el pasado; la segunda no. Las ficciones de la independencia, concluye la profesora, enriquecen y a la vez asfixian la cultura puertorriqueña. El planteamiento de la paradoja debería provocar un debate largamente aplazado sobre las contradicciones fundamentales del ámbito cultural puertorriqueño. (CDH)