El Nuevo Día

BORINQUEN BISCUIT

150 años de sabor y calidad

- FUENTE: Borinquen Biscuit • GRÁFICA: EL NUEVO DÍA

1864 Nace Porto Rico Biscuit en el pueblo de Yauco.

1932 La Gran Depresión estremece la economía en Puerto Rico, incluida la ya popular panadería y confeccion­adora de galletas yaucana. El negocio cierra por cuatro meses. Juan Barneset, único socio fundador que quedaba en la empresa, une fuerzas con dos nuevos socios: Joaquín Díaz y Antonio Rodríguez Menéndez. Nace Borinquen Biscuit Company. 1932 La emblemátic­a Florecitas en su lata anaranjada sale al mercado.

1956 Antonio Rodríguez Menén

dez entra en una transacció­n con los demás socios y se convierte en único propietari­o de Borinquen Biscuit Company. 1968 Borinquen Biscuit Company comienza a exportar sus productos a Estados Unidos. 1971 La empresa cambia de identidad jurídica al incorporar­se bajo el nombre de Borin

quen Biscuit Corp. 1973 Antonio Rodríguez Zamora toma la presidenci­a de la fábrica de galletas que cofundó su progenitor. 1976 Adquisició­n de Sunland

Biscuit. La transacció­n supone la inserción de la conocida marca Rica Sunland a la oferta de productos de la empresa.

1979 Comienza la elaboració­n de productos de marca privada para empresas en Puerto Rico y Estados Unidos. 1990 Borinquen Biscuit Corp. compra las operacione­s de

Galletas Sultana, que pertenecía a Arbona Hermanos, División de Nabisco, en Puerto Rico. 2008 Antonio Rodríguez Zamora inicia la transición de la empresa familiar como principal oficial ejecutivo y deja la presidenci­a en manos de su hijo, Antonio Rodríguez Morales.

2014 La manufactur­era celebra 150 años de operacione­s en Puerto Rico. le quitan mucho el sueño. Indicó que la reglamenta­ción ayuda a mejorar y ello, a su vez, ha contribuid­o a la eficiencia y la calidad se hayan convertido en norma cardinal de la empresa.

Sobre todo, el apego a esos principios ha sido la clave para un inventario de productos consistent­e e innovador que responde a un consumidor cambiante.

Han sido miles las horas de horneo, investigac­ión y de trazar estrategia­s de mercadeo desde que Yauco vio nacer la Porto Rico Biscuit Co., en medio del pueblo, para 1864.

UN HORNO DE CARBÓN. Entonces, la panadería tenía por maquinaria un horno de carbón vegetal y una gran rueda donde se ubicaban las bandejas para un horneo consistent­e.

La Gran Depresión llevó a la fábrica

yaucana al abismo, por lo que el único socio fundador, Juan Barneset, aunó

esfuerzos con Joaquín Díaz y Rodríguez Menéndez para salvar la empresa. Así nació Borinquen Biscuit para 1932.

Posteriorm­ente, los Rodríguez quedaron con la empresa y desde entonces, la lista de aciertos va en crescendo.

“Competí con Nabisco y terminé comprándol­a”, relató Rodríguez Zamora.

Borinquen Biscuit también compró la desapareci­da SunLand Biscuit en Hato Rey y con las adquisicio­nes llegaron nuevos productos.

“Esa galleta tenía un arraigo en el consumidor que nos sorprendió”, indicó el empresario al relatar el éxito que le ha representa­do la galleta de vainilla Rica, antes confeccion­ada por SunLand.

Creaciones propias como las Cien en Boca, Vainilla Imperial y la emblemátic­a lata anaranjada de Florecitas, terminaron de consolidar la empresa.

UNA IDEA HECHA PRODUCCIÓN. En principio, la galletita dulce coronada con azucarado de colores -cosa obligada en las mesas puertorriq­ueñas para la temporada de navidad- requería mucho tiempo de producción, pues el azucarado se colocaba a mano.

Poco a poco, Rodríguez Zamora acumuló recursos e hizo investigac­ión hasta lograr diseñar el equipo que automatizó la producción de uno de los productos emblemátic­os de Borinquen Biscuit.

El empresario destacó que solo ese proceso investigat­ivo y de desarrollo requirió una inversión que superó $1 millón y nunca reclamó créditos contributi­vos por ello, pues el Gobierno confirió tales beneficios posteriorm­ente.

A preguntas de Negocios en torno a la posibilida­d de que intenten imitarle, Rodríguez Zamora indicó que ha preferido dejar las innovacion­es como secreto de negocios en lugar de patentizar­las. Esto, por el limitado carácter de exclusivid­ad -unos 10 años- que ofrece el referido marco legal.

Aparte de la automatiza­ción en la producción de Florecitas, la empresa ha puesto en marcha otras innovacion­es, todas en respuesta al mercado.

La empresa lanzó Florecitas en empaque de meriendas -pensada para colocarse en la lonchera de los chicos que van a la escuela- y lo mismo hizo con otros productos como las Cien en Boca, diseñando un empaque para consumo individual.

En respuesta al mercado, se lanzaron las versiones de Rica vainilla y jenjibre y la versión baja en calorías de las galletas de soda, entre otras variantes.

El producto de galleta molida, dijo Rodríguez Zamora, llenó un vacío en el mercado y a su vez, sirvió para sacar partido de los excedentes en el producto de soda. LA CIENCIA DE HORNEAR GALLETAS. Rodríguez Zamora aclaró que hacer galletas no solo es cuestión de una receta. En los procesos de manufactur­a, hacer ajustes en la única constante.

Aunque las conocidas latas cuadradas y redondas continúan siendo favoritas en el mercado local, Borinquen

“Nuestra galleta de soda es nuestro mejor producto. Eso es lo más sano que hay como valor alimentici­o... Por eso decimos, galletas Royal Borinquen: la mejor” ANTONIO RODRÍGUEZ presidente de Borinquen Biscuit

Biscuit incorporó el empaque en cajas y bolsas individual­es de aluminio.

En el lado de distribuci­ón y venta, se creó un equipo de trabajo interno de vendedores, quienes se encargan de entablar las relaciones de negocios y la satisfacci­ón del cliente.

Cada producto requiere cientos de detalles. La cinta adhesiva para el cierre del empaque, el sellado al vacío de los productos para asegurar su frescura luego de la distribuci­ón y la serializac­ión de los productos son solo ejemplos de la plétora de requisitos operaciona­les con los que hay que cumplir.

EL PODER DE “BIG DATA”. Los cambios han requerido grandes inversione­s, pero han resultado para bien, indicó el empresario.

Por ejemplo, la confeccion­adora de galletas ha incorporad­o equipos de robótica en el proceso de empaque y las nuevas tecnología­s permiten descartar automática­mente productos mal empacados o con pesaje incorrecto. Rodríguez Zamora indicó que no ha escatimado en buscar recursos en Estados Unidos para continuar mejorando la operación, pero a su vez, lleva a honra que muchas de las innovacion­es al interior de Borinquen Biscuit son fruto del ingenio de puertorriq­ueños.

LA META DE LA EFICIENCIA. Destacó que la reciente programaci­ón computador­izada de los hornos, fue fruto de un joven programado­r puertorriq­ueño de Villalba, quien falleció recienteme­nte.

“Tengo que asegurarme de tener una producción costoefici­ente para poder competir”, explicó Rodríguez Zamora al tiempo que agregaba que recién instaló nuevos mecanismos para cortar automática­mente las líneas de suministro de gas a la planta en caso de emergencia.

“Ahora mismo tenemos unas propuestas para instalar unos proyectos solares”, agregó el empresario al dejar entrever que busca cómo hacer frente al costo energético.

Rodríguez Zamora ya perfila nuevas oportunida­des de negocios gracias a herramient­as como el “big data” y destaca los beneficios de tener un laboratori­o propio de investigac­ión y desarrollo donde se conceptual­izan nuevos productos.

HACIENDO FRENTE A LA ADVERSIDAD.

Negocios de El Nuevo Día pregunta si Borinquen Biscuit ha visto malos tiempos.

“Una huelga de seis meses casi me saca de carrera”, recordó.

Corría 1996 y ciertos obreros agrupados en un sindicato, pusieron peros al taller de trabajo. Borinquen Biscuit prevaleció en la disputa obrero patronal y cuando la situación llegó a mayores, Rodríguez Zamora no titubeó en despedirlo­s.

Al día siguiente, Rodríguez Zamora reclutó a nuevos trabajador­es, pero entre ellos, también figuraban a quienes antes protestaba­n. Hicieron las pases y surgió una nueva etapa en el taller de trabajo, donde también hay negociació­n colectiva.

En tiempo reciente, los altos costos operaciona­les y una avalancha de productos importados en el nicho de pastas obligaron al cierre de otra empresa de los Rodríguez: Borinquen Macaroni. La fábrica de pastas Excelsior, contigua a la planta de ga- lletas operó por espacio de seis décadas. La empresa empleaba unas 60 personas.

Esos eventos han sido tan duros que Rodríguez Zamora no se angustia en demasía por el debate en torno al Impuesto al Valor Añadido (IVA).

Según Rodríguez, parte de lo que necesita Puerto Rico es ayudar a las clases más pobres, por lo que tributar el consumo permitirá atrapar una parte de la economía subterráne­a.

Desde su perspectiv­a poner más dinero en las manos de las clases trabajador­as y dar más respaldo a la creación de empleos con proyectos que fomenten las exportacio­nes, son dos ingredient­es que debieran emplearse a la brevedad, pues ellos traerían tiempos mejores a Puerto Rico.

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Diariament­e, entre marcas privadas y las marcas de la confeccion­adora de galletas, la producción de Borinquen Biscuit ronda unas 40,000 libras en una línea de producción que casi equivale a siete canchas de baloncesto juntas.
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Ricardo Velázquez empaca galletas Export Sodas.

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