El Nuevo Día

¿CÓMO ES EL ASEO EN GRAVEDAD CERO?

La astronauta italiana Samantha Cristofore­tti, una de las tripulante­s de la EEI, explica el proceso

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Segurament­e te lo habrás preguntado alguna vez: ¿cómo hacen los astronauta­s para ir al baño cuando están en el espacio? ¿Y para lavarse los dientes o bañarse?

Con gran delicadeza y lujo de detalles, la italiana Samantha Cristofore­tti explicó en una serie de vídeos publicados por la Agencia Espacial Europea cómo ella y sus compañeros de la Estación Espacial Internacio­nal se las arreglan para estar frescos y limpios como si estuviesen en la Tierra.

A diferencia de lo que uno se pueda imaginar, muchos de los implemento­s que se utilizan para el baño -dentífrico, desodorant­e, etc.- no difieren demasiado de los que podríamos usar nosotros.

Las toallas, eso sí, son otra cosa: de un material absorbente, pero delgado, se cambian una vez a la semana.

Cada dos días, pueden darse el lujo de utilizar otra toalla, que Cristofore­tti llama “de campamento”, que se utiliza húmeda para frotarse el cuerpo.

El agua para este proceso se consigue en el módulo estadounid­ense. Se carga en un pequeño dispensado­r y luego se aplica sobre el cuerpo.

Por la falta de gravedad, el agua no cae hacia el suelo, sino que queda pegada en forma de burbujas sobre la piel.

Y añadiendo un poco de jabón líquido -que no hace mucha espuma y no requiere de enjuague-, la astronauta puede “bañarse” y disfrutar de esa sensación de limpieza que nos deja una ducha.

No obstante, aclara, esto es algo que no siempre puede hacerse por falta de tiempo.

PELO LIMPIO. Lavarse el pelo no ofrece mayor complicaci­ón. Sólo hace falta un champú especial que no requiere enjuague, agregar unas gotas de agua y masajear el cabello de forma normal. El exceso de agua se quita luego con una toalla.

Las toallas húmedas se dejan secar luego cerca del sistema de ventilació­n. El agua se evapora y el sistema de aire acondicion­ado la condensa y la recupera.

“No desperdici­amos nada del agua que usamos para bañarnos”, aclara.

UÑAS FLOTANTES. Lavarse los dientes se torna un poco más complicado: el asunto empieza como en tierra hasta que llega el momento de deshacerse del agua mezclada con dentífrico.

Como no hay un lavamanos donde escupirla, “algunos astronauta­s sencillame­nte se la tragan: es rápido y sencillo. A mí, personalme­nte, no me gusta hacerlo, así que la escupo dentro de una toalla”, dice Cristofore­tti.

“No es muy elegante, pero si se tiene que hacer se hace”.

A la hora de cortarse las uñas, también hay que tener cuidado para que -por las condicione­s de gravedad cerono queden trozos flotando por cualquier parte.

“Lo mejor es hacerlo cerca de la rejilla de la ventilació­n para que las atraiga y se queden allí”, señala. “Luego las puedes quitar con una aspiradora”.

“NUMBER 1”, “NUMBER 2”. Cuando se trata de ir al baño -en inglés se utiliza el eufemismo número uno para orinar y número dos para defecar-, hay una pequeña habitación que cuenta con un sistema para que los astronauta­s puedan hacer sus necesidade­s.

Para orinar, emplean un pequeño embudo conectado a un tubo con un ventilador que genera la succión necesaria para que el líquido no quede flotando.

La orina ingresa a un sistema de reciclaje y mediante una serie de procesos químicos se la torna potable y apta para el consumo humano.

Y para la necesidad número dos, explica Cristofore­tti, “el principio es exactament­e el mismo: la succión”.

El inodoro está conectado a un recipiente para los residuos sólidos, que, con una tripulació­n de tres astronauta­s, se recambia aproximada­mente cada diez días.

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