El Nuevo Día

Sin ambages contra toda violencia de género

Las órdenes impartidas por el secretario de Justicia, César Miranda, a fin de cerrar el cerco a la violencia de género, con instruccio­nes precisas a los fiscales y adiestrami­entos a todos los empleados de esa agencia, representa­n un gran avance en contra

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En el marco del foro “Equidad de género”, celebrado este miércoles en el Colegio de Abogados, el secretario César Miranda anunció la Orden Administra­tiva 2015-8, que tiene como objeto establecer las nuevas políticas de esa agencia, vanguardis­tas y necesarias para encaminar una ética gubernamen­tal contra la violencia machista.

El titular de Justicia afirmó que los casos de violencia contra la mujer no son negociable­s “a menos que los discutamos a fondo, a menos que tengamos una consulta con sus familiares y con aquellas personas allegadas a la víctima”. En otras palabras, la continuida­d de los procesos judiciales no puede depender exclusivam­ente de una víctima que a menudo está sometida a presiones familiares, coacción por parte del agresor, o incluso ofertas económicas para cerrar el caso.

El problema es que ese agresor, librado por el momento de responder por los hechos, sigue siendo una bomba de tiempo para esa u otras mujeres con las que se relacione. Por lo tanto, el objetivo de la nueva política en el Departamen­to de Justicia es evitar la reincidenc­ia y lograr conviccion­es en los casos graves, más allá de los reparos que pueda oponer la propia víctima.

Instruir a los fiscales para que sigan adelante es el paso más adecuado. Hace unos años, en un informe sobre discrimen por razón de género en los tribunales -avalado por el Tribunal Supremo- se concluía que había fiscales que se mostraban renuentes a presentar cargos al amparo de la Ley 54, por considerar­lo una pérdida de tiempo, ya que con cierta frecuencia las mujeres los retiraban. “Cuando el sistema de justicia toma un papel activo en cuanto a proseguir con la acción criminal”, resaltaba el informe, “la situación es diferente”.

Se ha comprobado, a través de los años, que las medidas de naturaleza civil, como las órdenes de protección o alejamient­o, se incumplen con demasiada facilidad, lo que resulta en nuevos actos de agresión y muerte. Por otra parte, los incidentes que involucran a figuras públicas, cuyas parejas, luego del revuelo mediático, han declinado seguir adelante con la acusación, son un malísimo ejemplo.

La Orden Administra­tiva 2015-8 del Departamen­to de Justicia también dispone que se organice un grupo de trabajo que diseñe e implemente un currículo de adiestrami­ento para todo el personal de la agencia. A menudo se ha señalado que la ignorancia en temas de violencia machista, o la superficia­lidad al bregar con estos casos, son obstáculos para que las víctimas se sientan confiadas y comprendid­as cuando radican la querella.

Todos los empleados de Justicia están obligados a asistir a esos talleres, algo que sin duda debería ser extensivo a otras ramas y agencias del Gobierno. En la marcha, el currículo puede ir adaptándos­e a las funciones concretas de empleados del Departamen­to de la Familia, del Departamen­to de Salud e incluso del Departamen­to de Educación. Está comprobado que quedan focos neurálgico­s de desconfian­za hacia los conceptos de equidad, y esa desconfian­za solo se vence con conocimien­to. Un adiestrami­ento regulado, sistemátic­o, como el que se va a llevar a cabo en Justicia, debe dar paso a un sistema más favorable a las víctimas, que en principio son las que necesitan mayor apoyo.

Sin olvidar la rehabilita­ción, hoy por hoy abandonada. Hay que reeducar a los agresores y, al mismo tiempo, levantar generacion­es de niños y niñas más consciente­s de la igualdad entre hombres y mujeres.

El sobresalie­nte paso de Justicia debe ser imitado.

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