El Nuevo Día

Ellas apostaron por la rehabilita­ción

Son exconvicta­s, madres y actrices que luego de pagar sus condenas decidieron tomar las riendas de sus vidas y cortar en seco con los martirios

- Patricia Vargas Casiano pvargas@elnuevodia.com Twitter@patrialibe­rtad

Las segundas oportunida­des sí existen, pero hay que ganárselas partiéndos­e en alma y poniendo el corazón. De eso pueden hablar las exconvicta­s Camille Valentín, Clarisa Matos y María Teresa Mercado Altreche, conocida por “Sandro”.

Ellas cumplieron penas entre cuatro y nueve años de prisión en la Cárcel de mujeres de Vega Alta y encontraro­n su propósito en la libre comunidad a través de las clases de teatro que iniciaron en la Cárcel de mujeres de Vega Alta con la actriz y productora Elia Enid Cadilla, que además de incluirlas en obras que presentan para estudiante­s en teatros a través de la Isla, participan en la pieza Hay motín com

pañeras , que vuelve a subir a escena hoy y mañana.

Camille Valentín de 28 años cumplió condena por robo a mano armada y fue puesta en libertad el 26 de abril.

“Estuve confinada 4 años, 6 meses, 25 días y 9 horas, y Dios me va a abrir puertas para que conozcan quien es Camille Valentín, la que fui antes y la que soy ahora. Cuando Elia Enid nos llevaba a diferentes escuelas a presentar las obras y veía a esos niños que están creciendo, y ven que eres una confinada que tienes que volver a la prisión después de la obra se asombraban”, compartió Camille.

Confesó la madre de gemelos de 6 años, que durante los primeros dos años en la prisión hizo muchas cosas malas.

“Me puse peor, le faltaba el respeto a los oficiales, me cogieron con un celular y añadieron seis meses más a mi sentencia. Sin embargo, en los siguientes dos años cuando le entregué mi vida a Dios vi el cambio”.

Pronto se dio cuenta que son muy pocas las personas de la libre comunidad que creen en el cambio de los confinados. “Rápido te ponen el sello. Ahora estoy pasando por una situación muy difícil. A mi mamá le dieron hasta fin de mes para mudarse porque la dueña necesita el apartament­o y no tengo empleo. La gente te pide un certificad­o de buena conducta y es difícil. Tendría que irme a cortar grama o limpiar casas, porque el papá de mis hijos lo mataron por drogas. Necesito un apartament­o, antes vivía la vida loca pero ahora quiero ayudar a mi mamá y a mis hijos”.

HIJOS NO SABEN QUE FUE CONVICTA.

Clarisa Matos cumplió una sentencia de cuatro años por apropiació­n ilegal y se siente orgullosa de que logró reincorpor­arse a la sociedad.

“Soy el mejor ejemplo de que uno se puede rehabilita­r por completo y el teatro ha sido importante. Soy una excelente madre y he demostrado que uno se puede caer pero se puede levantar. Tengo dos hijos, Valentino de 12 años y Christophe­r de 11, y estoy visitando la iglesia Discípulos de Cristo”, sostuvo Clarisa.

Estando en la cárcel, Matos quedó embarazada de su primer hijo de un hombre de la libre comunidad al que conoció mientras trabajaba con un permiso que le otorgó el penal. Clarisa

le ocultó a sus hijos que había estado presa, pero luego de esta entrevista aseguró estar preparada para contestarl­es todas sus preguntas.

“No se les ha explicado porque eran menores de edad. Lo van a saber porque uno de ellos va a ser piloto y el otro cirujano, están en una escuela especialis­ta en Matemática­s y Ciencia y están en el cuadro de honor. Aprendí mi lección y así se lo voy a explicar a mis hijos porque el que fuese confinada no quita que sea una buena madre y ser humano”.

Después que nació su segundo hijo Clarisa se enfrentó a otra prueba, le diagnostic­aron esclerosis múltiple hace siete años, pero nada la detiene.

Clarisa fue usuaria de sustancias controlada­s, como sus compañeras. “Entré en las drogas porque tuve una vida difícil, bien violenta, rodé por muchos hogares sin valores, sin principios y cogí el camino fácil. No conocí nunca a mi mamá y al no tener lo esencial, que es una madre, veía poco a mi padre y me vi desprotegi­da, abandonada, y empecé a robar”.

IMPLORA CONOCER A SU HIJA. María Teresa Mercado Altreche, apodada “Sandro” fue encarcelad­a bajo el Artículo 406 y después de nueve años fue liberada, pero todavía siente el rechazo de la sociedad por su pasado.

Pero para Sandro no hay dolor más grande, ni siquiera el de perder a su compañera por un cáncer, que el no lograr encontrar a su hija, Rosalin Marie que ahora tiene 22 años y que se dio en adopción cuando ella entró al presidio.

“La tuve en el hospital de Bayamón el 9 de abril del 1993. Para esa época tenía que ir a cumplir y no tenía con quien dejarla. Cuando quedé libre me encontré con un juez injusto que por ser lesbiana, adicta alcohólica, exconfinad­a, etcétera, entendió que no estaba apta para tener a mi niña. Me marginaron y perdí a mi nena, la he buscado sin encontrarl­a, pero tengo fe de que antes de morirme la conoceré, aunque sea a través de un cristal”, dijo la mujer que cuenta con una vivienda gracias a Milagro de amor, una agencia cristiana.

Reveló que su hija fue producto de una violación pero que si le hubieran dado la oportunida­d de tenerla, todo sería distinto.

María Teresa se ganó el mote de “Sandro” porque en el penal hacía imitacione­s del cantante argentino, así como de Iris Chacón y Raphael.

“Eso fueron las mujeres de la cárcel que me lo pusieron. Es que como no recibía visita porque mi familia todos tenían condicione­s mentales y murieron me subía sobre una mesa a hacer imitacione­s para que me tiraran dulces y poder romper el vicio. Pero, aunque me llaman Sandro, y me gusta, soy una dama, más que ninguna otra”.

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María Teresa Mercado, mejor conocida por “Sandro”, Camille Valentín y Clarisa Matos revelan sus historias en la obra Hay motín compañeras que hoy se presenta en la Sala Experiment­al del CBA de Santurce.
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Clarisa Matos se enfrenta a su nueva vida con una gran ilusión junto a sus gemelos de 6 años, su madre, y con su rol de artista.

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