Más amplio y diverso el apoyo a Oscar López
Comunidades de Nueva York reclamaron al presidente Obama su excarcelación inmediata
NUEVA YORK.- La marcha de ayer en Nueva York no solo fue la más numerosa efectuada en Estados Unidos, en casi dos décadas, a favor de la excarcelación del prisionero político Oscar López Rivera, sino que reflejó la diversidad y el nivel de solidaridad que se alcanza con otras comunidades neoyorquinas.
Miembros de la comunidad mexicana, afroamericana, el líder del caucus judío del Concejo Municipal, la Organización de Ministros Hispanos de Nueva York e influyentes sindicatos como la unión 1199 y la 32BJ acompañaron a importantes sectores de la clase política boricua neoyorquina en una caminata al mediodía por 22 cuadras de Harlem, portando banderas de Puerto Rico, México, pancartas y bajo la consigna de “Una sola voz por Oscar”, demandando la liberación de López Rivera.
Como sucedió con la lucha en contra de los entrenamientos militares en Vieques, “es a través de la solidaridad que vamos a lograr la excarcelación de Oscar López”, indicó la presidenta del Concejo Municipal de Nueva York, Melissa Mark Viverito.
Uno de los oradores del evento fue el concejal municipal Mark Levine, quien preside el caucus judío, una comunidad con muchísima influencia política y económica en la ciudad de Nueva York. En el concejo municipal tiene 14 de 51 legisladores.
Los organizadores de la marcha -en la que más de 3,000 personas desfilaron por las calles de Harlem, el sector afroamericano y el antiguo barrio puertorriqueño-, consideran que personalidades como Levine ayudarán a tachar los esfuerzos constantes de opositores de la liberación de López Rivera que insisten en vincularlo con el atentado de 1975 en contra del restaurante Franceus Tavern en Nueva York, reivindicado por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y en el que murieron cuatro personas. “Se trata de un acto de derechos humanos”, dijo Levine.
López Rivera, en entrevista con El Nuevo Día, ha advertido que a pesar de que exagentes del FBI y familiares de las víctimas del atentado suelen recordarlo cuando se habla de su caso, no tuvo nada que ver con ese incidente. “No tengo sangre en mis manos”, ha dicho López Rivera.
“Es hora de que el presidente Ba-
rack Obama y el Departamento de Justicia federal escuchen y liberen a Oscar”, indicó el congresista José Serrano (Nueva York), quien habló rodeado de la hija, Clarisa López, y el hermano, José López Rivera, del pri- sionero político. “Su caso tiene el respaldo de la diáspora, de los latinoamericanos”, dijo Clarisa.
En primera fila marcharon los líderes políticos boricuas, los familiares de López Rivera y su abogada Jan Susler. La marcha incluyó músicos, una gigantesca bandera de Puerto Rico, un cabezudo en homenaje a López Rivera, artistas como Antonio Martorell y Miguel Luciano, el escritor Nelson Denis y sindicalistas, entre otros.
Los organizadores destacaron la importancia de la presencia del senador estatal boricua Rubén Díaz -un demócrata muy conservador y defensor de la estadidad-, acompañado de decenas de pastores de la Organización de Ministros Hispanos. “Basta ya, 34 años son suficientes”, dijo.
Convicto por sedición, debido a sus vínculos con las FALN, López Rivera fue sentenciado el 29 de mayo de 1991 a 55 años de cárcel. Otros 15 le fueron añadidos por un intento de fuga.
La congresista Nydia Velázquez contrastó la sentencia y los 34 años en prisión de López Rivera, con la pena de 20 años de cárcel en contra del estadounidense John Walker Lindh, detenido en Afganistán como parte de las tropas del movimiento Talibán.
“Puerto Rico pasa por una crisis fiscal”, recordó Velázquez, pero “aquí, señor presidente, tiene usted una oportunidad de darle un momento de alegría al pueblo puertorriqueño”.