Confinadas con casa nueva
Las recluidas en situaciones pésimas incluyen a 108 de máxima seguridad
VEGA ALTA. - Como todo lo nuevo, la idea de moverse a otra institución carcelaria causa un poco de ansiedad a Omayra Torres Sánchez, confinada del área de máxima seguridad de la Escuela Industrial para Mujeres.
Pero le entusiasma la posibilidad de estar en un lugar en mejores condiciones y que cada confinada pueda tener un cuarto propio y opciones adicionales de estudio y trabajo.
No está sola. Otras 107 mujeres del área de máxima seguridad serán trasladadas a fin de mes al antiguo Centro de Tratamiento Social de Menores en Bayamón, como parte de una movida del Departamento de Corrección para mejorar las condiciones en que viven las confinadas y reducir gastos.
“Tenemos una población que quiere rehabilitarse e incorporarse a una libre comunidad de una mejor manera de la que pudieron ingresar. Esperamos que este cambio, aunque nos causa un poquito de miedo porque estamos lidiando con cosas nuevas, sea algo bueno para nosotras”, dijo Torres Sánchez, de 31 años y quien cumple 130 años por asesinato.
Junto a ella estuvo Coralys Campos Rodríguez, de 25 años y quien cumple 250 años de cárcel por matar a sus dos hijos de tres y un año.
“La celda es deprimente. Las celdas tienen filtraciones. Las puertas se dañan y cuando se daña una, se dañan todas”, afirmó. Espera que en la nueva institución pueda continuar varios proyectos que inició.
“Ha sido un cambio del cielo a la tierra. Al principio difícil de asimilar, pero ahora se me han brindado muchas oportunidades. Estudio en la universidad. Hay un proyecto de la UPR, que los profesores vienen acá y nosotras participamos de ese proyecto. Estamos encaminando una cooperativa de nosotras y caminando día a día”, dijo en el área común del módulo B. En esa área habitan 48 confinadas en celdas de 8’ x 10’. En cada cuarto, conviven dos reclusas, que comparten un inodoro y una cama litera. En la pequeña celda hay espacio para un escritorio y una silla de cemento.
El área de ducha ubica en una esquina del caluroso módulo, donde anidan varias palomas. Hay cuatro duchas con cortinas curtidas. Algunas tienen las llaves rotas y las losetas de la pared desprendidas.
Las mujeres tienen dos horas de recreación y 15 minutos para ducharse. Pasan 22 horas encerradas, aunque pueden salir del encierro para tomar clases y una vez a la semana para disfrutar del sol.
Ayer en la mañana, en el patio de la institución una brigada de mujeres de mínima seguridad podaba el césped y realizaba labores de ornato en la vetusta institución, que abrió en 1954.