Patéticas excusas a la limpieza de Vieques
No han sido suficientes la documentación recogida y la insistencia de la comunidad científica, de aquí y del extranjero, que concluye que Vieques representa uno de los focos de contaminación más peligrosos del planeta, para que la Marina de Guerra de Esta
La Armada estadounidense ahora alega que pueden pasar hasta cinco años antes de que se comience la remoción de bombas que se encuentran bajo el agua, una presencia ominosa para residentes y turistas, que en cualquier momento podría desencadenar otras tragedias. Un breve informe rendido por la Marina al Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes federal, al que tuvo acceso El Nuevo Día, indica que solo pueden “localizar las municiones bajo el agua”, pero que “la tecnología que permitirá atender su remoción… está en etapa de desarrollo”.
En otras palabras: en pleno siglo XXI, la Marina reconoce que puede señalar los lugares donde están las bombas que por 60 años lanzó -algo que también podrían decir algunos submarinistas y pescadores de la zona-, pero más allá de eso no puede hacer nada, pues carece de la tecnología específica para sacarlas. Se trata de una admisión de ineficiencia que no hay modo de tomar en serio. Se extraen cajas negras y embarcaciones militares o civiles desde lo más profundo, pero, ¿no existe manera de sacar unas bombas?
La Marina subraya que están tratando de “crear” un método seguro y efectivo para lidiar con el asunto. Mientras aparece ese método, los que siguen sufriendo la zozobra son los residentes de la isla municipio, que ignoran si de aquí a 2030 (que es la remota fecha en que estima la Marina que terminará la limpieza de las aguas), las bombas sumergidas podrían verse afectadas por cualquier fenómeno climático, bien sea terremoto o huracán, y hasta por el calentamiento global que va en ascenso.
Serían quince años más de espera, sin tomar en consideración que cerca de las costas y en las mismas playas se acumulan miles de municiones de considerable tamaño, producto de bombardeos y simulacros marítimos. Las peticiones del con- gresista demócrata José Serrano, así como del comisionado residente Pedro Pierluisi, para que se acelere la limpieza de Vieques, reciben, de este modo, una respuesta que se reitera en su desdén. La Marina apenas usa dos páginas para decirles que ahora empiezan a estudiar la manera de sacar las bombas de los arrecifes, el fondo marino y los bancos de coral. Todo un arsenal que, sin estudiarlo tanto, estuvieron lanzando durante décadas.
Tan grave como la presencia de explosivos en áreas de tráfico marítimo y sectores de disfrute para los bañistas es la acumulación de bombas, ya corroídas por el tiempo, en la fatídica Laguna Anones, que sigue descargando su venenoso contenido al mar.
La radical disminución de la pesca en las aguas que rodean a Vieques se ha achacado a diversos motivos, pero en realidad se ignora cuál ha sido el verdadero impacto de la contaminación creciente. Estudios realizados en las especies marinas indican que, en efecto, están en su mayoría contaminadas, pero la Marina se ha limitado a recomendar a la población que reduzca su consumo. La situación sigue en las mismas y el abandono es obsceno. ¿Están esperando acaso que ocurra una tragedia en las inmediaciones de Vieques, o que los gobiernos del Caribe, alarmados por el daño paulatino a sus propias aguas, exijan remedios y compensaciones? La repercusión mundial de una situación como ésa afectaría a Vieques más que a ningún otro lugar.
Si, como afirman Serrano y Pierluisi, el Comité de Asignaciones de la Cámara federal “quedó insatisfecho” con los argumentos de la Marina, tiene que demostrarlo a viva voz, antes que sea demasiado tarde.