La autogestión comunitaria
La autogestión de las comunidades es el nuevo paradigma de desarrollo económico y sociocultural. Un ejemplo de esto son los diferentes grupos comunitarios que existen en el pueblo de Arecibo y que tienen distintos frentes de lucha y expresión.
Tenemos a los Amigos de la Poza del Obispo, que durante cinco años dieron la batalla para que este playa no fuera privatizada. El resultado fue un acuerdo de comanejo con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales. El primero de este tipo en Puerto Rico. Otra organización que presenta una agenda de compromiso y militancia es Cococati. Este grupo tiene como prioridad la ayuda en la conservación y vigilancia del Caño Tiburones, el humedal más grande en el norte de la Isla.
Además contamos con un activo Consejo de Seguridad y Bienestar en el barrio Santana y muchos más.
Estas variopintas entidades junto con los ambientalistas (CEDDA) y Las Madres de Negro, que están dando la batalla contra la incineradora Energy Answer, son la vanguardia de los arecibeños con conciencia humanística y ecológica.
También tenemos a los indignados con una administración hipócrita e insensible.
Bajo una cobija de festivales y fiestas de esquina, el alcalde Carlos Molina Rodríguez, quiere dar la impresión de trabajo efectivo. Los murales urbanos son el novel juguete de su propaganda populista. Este señor es el mismo que nunca se ha manifestado públicamente en contra de la incineradora, ni dio su apoyo de frente y sin ambigüedades a los defensores de la Poza.
La autogestión comunal se debe convertir en el nuevo mecanismo de los arecibeños para hacerle frente al desplome, no de Bagdad, como escribió recientemente el novelista Eduardo Lalo sobre la Villa del Capitán Correa; sino a la incompetencia, la mediocridad y la juerga administrativa.
Hagamos de la autogestión comunitaria el Nuevo Ayuntamiento de los “desoídos”.