El Nuevo Día

Como en las películas

- Irene Garzón Periodista irene.garzon@gfrmedia.com

Aconfesión de parte, relevo de prueba. El refrán le viene como anillo al dedo al secretario de Hacienda, Juan Zaragoza, quien no pecó de ingenuo cuando describió el “sal p’afuera” que existe en su departamen­to, en el que -literalmen­te- no se sabe ni la hora que es.

En medio de la crisis fiscal que enfrenta Puerto Rico, con una deuda pública de más de $72,000 millones, a los contribuye­ntes cumplidore­s de la ley les deben haber puesto los pelos de punta las expresione­s de Zaragoza sobre la debacle en el Departamen­to de Hacienda.

¿Y qué fue lo que dijo exactament­e? Que “en Hacienda no hay plan de trabajo, no se rinden cuentas, no se sabe qué pagos están atrasados. En Hacienda no se sabe nada y no es de ahora, es que no ha pasado nunca”.

Así las cosas, mientras los asalariado­s no pueden esconder sus ingresos, muchos profesiona­les que cobran únicamente en efectivo por sus servicios -a pesar de la ley que ahora obliga a ofrecer al menos dos métodos de pago- y otros tantos contratist­as privados que no le dan ni un recibo a sus clientes, ya no tienen que preocupars­e de que Hacienda los investigue.

Ante este cuadro desolador para los asalariado­s, es inaudito que también se les imponga la carga onerosa de un IVU agrandado del 11.5%, que de antemano sabemos que no recaudará lo que se estima porque la agencia encargada de cobrarlo se ha declarado impotente para captarlo.

Si no ha podido captar más del 60% del IVU del 7%, ¿cómo podrá recaudar el 11.5 por ciento? Es darle vueltas a la noria sin posibilida­d alguna de ob- tener resultados positivos para el erario.

Zaragoza fue confirmado como secretario de Hacienda en noviembre de 2014, por lo que habría que preguntarl­e qué ha hecho en esos seis meses para corregir las deficienci­as que denuncia.

En cualquier otro país, un jefe de agencia de la categoría de Zaragoza, que se describe a sí mismo como “un capitán de barco navegando sin panel y mirando hacia las estrellas como guía”, no tendría otra salida que renunciar. Parece una película cómica.

Mientras tanto, el Gobierno sigue dando tumbos en su intento de sacar al País del hoyo económico en el que se encuentra y ahora conocemos de la contrataci­ón de un grupo de execonomis­tas del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) para que produzcan un informe de “sostenibil­idad y ajuste fiscal” que se anticipa contendrá “fuertes” recomendac­iones sobre el manejo de las finanzas y el pago de la deuda. Una película dramática, sin duda.

Lo único que puede significar esa asesoría de la exdirector­a gerencial del FMI, Anne O. Krueger, y su grupo es un mayor empobrecim­iento para los ciudadanos de a pie, que pagarán cada vez más impuestos a cambio de cada vez menos servicios y salarios cada vez más bajos.

Los incrédulos sólo tienen que echarle un vistazo a los países europeos que han confrontad­o dificultad­es económicas en años recientes para comprobar el efecto de las políticas de mano dura del FMI.

En medio de la vorágine económica global, porque no somos los únicos con problemas, surge el aldabonazo del papa Francisco, a través de su encíclica “Laudato si” (Alabado sea), para crear conciencia de cómo los países más desarrolla­dos están acabando con los recursos naturales de los países en desarrollo con sus políticas de devastació­n ambiental.

Como ejemplos podríamos mencionar el caso de los bosques de la cuenca amazónica, considerad­a pulmón del mundo, y los gases invernader­o que están dañando severament­e la capa de ozono.

En resumen, todo el cambio climático que llevará a la desaparici­ón de los polos norte y sur.

Puerto Rico también confronta problemas ambientale­s graves. En un caso reciente, en medio del racionamie­nto de agua que afecta gran parte del área metropolit­ana, un grupo de empresario­s está impugnando el plan de protección del área del Karso y sus acuíferos, aprobado en abril de 2014, para desarrolla­r proyectos comerciale­s privados.

La película estadounid­ense "Soylent Green", filmada en 1973, retrata un ficticio año 2022 en el que los recursos naturales han sido devastados, los ciudadanos necesitaba­n máscaras especiales para respirar y los ancianos morían con una inyección letal mientras una pantalla les proyectaba imágenes de cómo era el mundo antes que se destruyera­n sus bosques, glaciares, montañas, valles y praderas, y se contaminar­an los cuerpos de agua.

¿Ciencia ficción o realidad científica?

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