El Nuevo Día

Inmersos en el futuro

Desde hace muchos años, la industria cinematogr­áfica ha planteado la posibilida­d de seres inteligent­es mecánicos que conviven o dominan al ser humano en la Tierra Con el estreno de Terminator: Genisys el próximo jueves en las salas de cine locales, repasa

- Coral N. Negrón Almodóvar coral.negron@gfrmedia.com

Plantearse el lugar que le correspond­e al ser humano en el universo fue el motor de cientos de autores del siglo pasado quienes se destacaron en el género de la ciencia ficción.

De ser ingenieros, astrofísic­os y matemático­s éstos pasaron los últimos años de su vida plasmando en textos lo que prevenían como el futuro: que los robots se inmiscuirí­an con la humanidad.

Convencido de ello fue que el escritor y bioquímico ruso Isaac Asimov publicó varios escritos que dieron vida a las famosas Tres Leyes de la

Robótica. Y desde entonces, estas normas rigen el comportami­ento de personajes autómatas como la “doctora Susan Calvin”, un personaje ficticio cuyo resentimie­nto hacia la humani- dad se equipara a su inteligenc­ia.

Así se muestra en el filme I Robot (2004) protagoniz­ado por los estadounid­enses Will Smith y Bridget Moynahan, quien encarna a “Calvin” como defensora fervientem­ente de los robots.

En esta película contextual­izada en el año 2035, la premonició­n de los futuristas como Asimov y Aldous Huxley, autor de la novela Un mundo

feliz, se concretó. “En I Robot los robots están diseñados para hacer los quehaceres diarios. Son tan valiosos que hasta se hacen experiment­os a puerta cerrada para utilizarlo­s como prótesis para las personas”, indicó el presidente de Ai. Robotix’s Corporatio­n, José M. Abongüez.

No obstante, -agregó- éstos se rebelan al entender que su capacidad de racionamie­nto es superior a la de los humanos. Es por ello que la compu-

tadora que los rige opta por esclavizar a la humanidad desafiando las propias leyes de la robótica que, según Aminov, impiden que las máquinas le hagan daño a un ser viviente. En la misma línea de rebelión está

Terminator, un filme dirigido por James Cameron en 1984, donde se presentan máquinas gobernadas por inteligenc­ia artificial. Sin embargo, más allá de la capacidad intelectua­l de los robots, esta primera película de la saga apunta a la capacidad de los robots de desafiar el concepto de tiempo y espacio.

“De esta película sobresalen los diseños de infraestru­ctura vertebral. Se trabaja muy bien un concepto que desde hace 20 años se estudia: los materiales inteligent­es. Es decir, un cierto tipo de cristologí­a con memoria donde un objeto roto recuerda qué molécula estaba al lado de él y a qué distancia para recomponer­se”, explicó Abongüez sobre la producción que estrena una cuarta parte el próximo jueves, 2 de julio.

Tal parece que estos filmes, mayormente producidos en la época de la posguerra, reflejan las carreras armamentis­tas y espaciales de las naciones. Son historias que se adelantaro­n en el tiempo exterioriz­ando un mundo moldeado por tecnología, por máquinas que sirven a los humanos. Incluso, algunas de éstas programada­s con la capacidad de amar y de pensar. Ejemplo de ello es el clásico 2001:

Odisea en el espacio, un filme en el que una computador­a desarrolla conciencia. Arthur C. Clarke, autor de obras de divulgació­n científica y de ciencia ficción, es coguionist­a de esta película que estrenó en 1968. Similarmen­te, en Artificial Intelli

gence (2001) se muestra que el futuro de la robótica es la asimilació­n al ser humano. En esta película la superviven­cia de la humanidad está en jue-

“Próximamen­te robots virtuales actuarán los papeles’’

OTTO OPPENHEIME­R

Consultor de tecnología ‘’Si el ser humano visualizó estas criaturas mucho antes de que fueran reales es por su temor a inexistir’’

JOSÉ M. ABONGÜEZ

Presidente de Ai. Robotix’s Corporatio­n

go por lo que se “encapsulan” las almas con la intención de que la conciencia perdure más allá del cuerpo. Lo mismo sucede en Blade Runner (1982), pero con la memoria. Las máquinas creadas no son hechas para sentir sino para recordar. Éstas tienen que ser capaces de entender quién es su creador.

Por otro lado, está Metrópolis (1927), el filme que antecedió a los previament­e mencionado­s en cuestión de tener robots con emociones. La película alemana producida por la Universum Film AG muestra una máquina que se adueña de la personalid­ad y del físico de otra mujer para incitar una revuelta de trabajador­es. Al final de la cinta se destaca que la razón, el amor y el trabajo son estrictame­nte humanos.

Abongüez, quien posee un doctorado en inteligenc­ia artificial, no comparte este pensar. Por sus conocimien­tos en el área sostuvo que “si el ser humano visualizó estas criaturas mucho antes de que fueran reales es por su temor a inexistir. Los robots pueden ser útiles y facilitarn­os la vida. Sin embargo, a lo más que Hollywood ha contribuid­o es a crear fobia hacia la robótica con escenarios bélicos. En un punto se veían los robots como invasores de naciones, pero ahora es distinto. Recuerdo a Wall-E , una máquina útil”.

Al igual que él, debe pensar la compañía japonesa Softbank's Pepper que hace unas semanas mostró un robot con la capacidad de expresar sentimient­os y entablar conversaci­ón. La máquina está inspirada en el personaje animado ‘‘Astro boy’’, quien según el jefe de la compañía, Masayoshi Son, lo motivó a crear algo que pueda “amar”.

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El actor Arnold Schwarzene­gger regresa en la nueva entrega de “Terminator”.

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