Sabor criollo
El restaurante Don Tello combina una impresionante vista a la bahía de San Juan con un menú típico boricua
Cuando Jorge Ruiz camina por las calles de Cataño nadie lo llama por su nombre, le dice Don Tello, pues la fama del restaurante que estableció en este municipio hace nueve años es tal y que diariamente atrae tanto a los locales como a personas de diferentes partes de la Isla y turistas internacionales.
La historia del restaurante comenzó hace 20 años en la plaza del mercado de Santurce, pero hace casi una década Ruiz y su esposa Rosín Díaz decidieron mudarse a Cataño y allí consiguieron un local frente a la terminal de lanchas y con una hermosa vista hacia la Bahía de San Juan.
“Tratamos de hacer aquí lo que no teníamos en el restaurante de la placita, que era más pequeño. Aquí tenemos un salón para actividades, una terraza al aire libre, una barra que queda separada del salón principal. Allá nos fue bien, pero cuando llegamos aquí usamos toda la experiencia para complacer las necesidades de los clientes”, menciona Díaz.
Inicialmente el negocio llevaba por nombre El Jibarito 2, pero por tratarse de un nombre muy común en la Isla, no tuvo mucha acogida. Luego de un año de operaciones, los hijos de Ruiz y Díaz sugirieron ponerle al restaurante el nombre de su abuelo materno, Don Tello. Este cambio los llevó a ver buenos resultados de manera rápida.
“El primer año, cuando teníamos el otro nombre, fue lento, no despegamos. Yo pensaba que había dejado un trabajo de 25 años y qué iba a hacer si no funcionaba. Pero cuando cambiamos de nombre, inmediatamente la gente empezó a entrar, empezó el crecimiento y eso se unió al ‘boom’ de la plaza. Cuando empezamos en Santurce, la Plaza del Mercado no era lo que es hoy. Cuando salimos era el centro comercial más alegre del Caribe”, recuerda Ruiz.
Por su parte, Díaz señala que aunque su padre Don Tello nunca fue propietario del restaurante, su personalidad y sus gustos se ven reflejados en él. Ella lo describe como “un jíbaro típico de Utuado, músico y bohemio”. Esas cualidades son palpables en el ambiente del restaurante que cuenta con mesas sencillas, sillas que imitan el patrón de la pajilla y paredes decoradas con fotos antiguas y cortes de periódico enmarcados.
Otro aspecto característico del negocio y que hace recordar la esencia del patriarca de la familia, es el ambiente cálido que impera entre quienes trabajan allí y los cientos de comensales que llegan hasta allí semanalmente.
“Esto es una familia y eso como que le agrada mucho a la clientela, saber que cuando vienen aquí van a ver las mismas caras, van a recibir el mismo trato y en la cocina van a encontrar que hay la misma sazón, que pruebas las habichuelas de hoy y tienen el mismo sabor de hace 20 años”, menciona Ruiz.
MUCHAS OPCIONES. El menú de Don Tello es extenso porque el objetivo de los dueños del restaurante es que los visitantes tengan muchas opciones y que puedan regresar para probar diferentes platos.
“Siempre tratamos de hacer platos nuevos y atractivos para que las personas sigan
viniendo con el deseo de probar cosas diferentes”, menciona Díaz.
Entre la veintena de aperitivos disponibles sobresalen los buñuelos de bacalao, los pastelillos de tasajo con queso manchego, los jalapeños rellenos con queso crema, las tiritas de bistec o de pollo rebozadas y los chicharrones de pollo. Estos pueden pedirse individuales o unirse en lo que llaman Surtido Tellito, con aperitivos para dos personas, o Surtido Don Tello que rinde para cuatro.
El menú también cuenta con una variedad de arroces, mofongos rellenos, asopaos, ensaladas, aves, carnes y mariscos además de postres y bebidas, entre las que se destaca la sangría de la casa. A esto se une el Menú del día, una lista de casi 20 platos que cambian constantemente.
“A la gente le gusta mucho la comida criolla y los guisos como el fricasé de cabrito, conejo, rabo de res encendío, tasajo, patitas de cerdo y la carne mechada. Son platos que tenemos todo el tiempo porque siempre los piden”, menciona Ruiz.
Uno de los platos más populares es “Lo que come el jefe”, que es una combinación de arroz blanco y habichuelas guisadas o arroz mamposteao con un huevo frito, amarillos y jamonilla o salchicha.
“Ese nombre viene de una anécdota. Desde que estábamos en Santurce, yo me sentaba en una mesa en una esquina a almorzar o a comer, la gente llegaba miraba lo que tenía en el plato y pedían lo que estaba comiendo el jefe. Es un plato bien sencillo pero hoy día lo hemos llevado hasta los turistas”, cuenta Ruiz.