El Nuevo Día

Nació en la frontera entre Cataño y Guaynabo, pero siempre vivió del lado donde su corazón latía con más fuerza

- Patricia Vargas Casiano pvargas@elnuevodia.com Twitter@patrialibe­rtad

“Nos montábamos en la lancha bajita de Cataño y cuando los americanos pasaban para la Bacardí, nos tiraban una moneda de cinco chavos”

DOUGLAS CANDELARIO

Agrónomo, músico y deportista

El agrónomo y figura de la televisión, Douglas Candelario, se le hizo un nudo en la garganta cuando pisó la tierra donde vivió junto a su madre, Margarita Nazario, y sus ocho hermanos por 43 años hasta que fueron desahuciad­os por el municipio de Guaynabo para urbanizar. Su vida transcurri­ó entre la frontera del Barrio Amelia de Guaynabo y Cataño.

“Llegué aquí (barriada Vietnam) a los cinco años, venía del barrio Jerusalén y vivimos hasta que nos expropiaro­n y tuvimos que irnos. Esto era mangle y nosotros tuvimos que rellenarlo a carretilla que la llenaba en la Ponce de León y la arrastrába­mos hasta acá, era pantano y nos enterrábam­os hasta el pecho cuando caminábamo­s. La única diversión era pescar jueyes zambuco. No eran comunidade­s como ahora, no teníamos ni agua ni luz ni alcantaril­lados, eran casitas en el fango subidas en zocos, pero estaban limpiecita­s porque éramos pobres, pero no puercos, y teníamos muchas cosas por las cuales luchar”, compartió el también músico y medallista deportivo.

Douglas tenía 10 años cuando su padre, Nino Candelario, abandonó a la familia. “Nos dejó en el mangle y a mami preñaíta de mi hermano más chiquito. A raíz de eso, como no me gustaba la escuela, mami nos mandaba y yo cogía para otro lado; la escuela mandaba una cartita a la casa que yo intercepta­ba. Me iba a la pollera 'Manuel Ramos' a recoger las tripas de los pollos para pescar cocolías, o estaba con un grupo de mozalbetes que nos montábamos en la lancha bajita y cuando los americanos pasaban para la Bacardí nos tiraban una moneda de cinco chavos y antes que se perdiera en la ciénaga, nos tirábamos de la capota de la lancha a cogerla. Ahí me buscaba 15 o 20 chavos, que era mi día de trabajo. Por la tarde recogía mi ropa de la escuela que escondía debajo del puente y me iba para mi casa. Estuve tres años en séptimo grado”.

Confesó Candelario, de 60 años, que era peleonero, como su padre. “Como vivía en la frontera, si los de Cataño los veía muy débiles, decía que era de Guaynabo y viceversa”.

Con el tiempo las cosas mejoraron para Douglas, quien gracias al deporte logró una beca para estudiar Agronomía en el Colegio de Mayagüez de donde se graduó en 1979. Más adelante fue director y profesor del Departamen­to de Horticultu­ra de la Universida­d Sagrado Corazón y ha escrito cuatro libros: Tu jardín interior, Así lo hago yo, Un huerto en tu casa y El ABC del huerto para niños.

“Todo lo que logré fue gracias a que tuve una buena base en mi madre, que me enseñó el valor de las cosas, no me dieron el trompo bailao, yo lo bailé, y a mis amigos, los que están y los que no, los extraño mucho. En mi casa hay un mural en una pared con los nombres de toda esta gente”.

Douglas aprendió de su madre a no estirar la mano cuando pasaba la Prera (los cupones de la época). “Mami decía 'al que yo coja haciendo fila en ese camión le voy a dar una pela, yo los parí y yo los mantengo, no quiero limosna de nadie yo trabajo pa' ustedes'. Y así fue, nos sacó a todos unos profesiona­les; mi hermano José es ingeniero químico; Willie es agrimensor; Nelson es ingeniero; Manuel, Chegüi y Lucy son contables; Nilsa es maestra; Iris abogada, y yo, que soy el quinto, le salí agrónomo”.

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Candelario vivió con su familia en la barriada Vietnam hasta que fueron expropiado­s.

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