El Nuevo Día

Al descubiert­o la ineficienc­ia en la AAA

Innecesari­os los racionamie­ntos si se reparan tubos y se integran pozos

- Aurora Rivera Arguinzoni arivera@elnuevodia.com Twitter: @TuPeriodis­ta

Recurrir a racionamie­ntos en un país donde se potabiliza tanta agua es resultado de la gestión insuficien­te de la Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados (AAA) corporació­n pública que ha invertido millones de dólares para aumentar su producción, pero hoy día pierde más de la mitad.

Aun cuando el Superacued­ucto del norte y el dragado del lago Carraízo agregaron agua tras la crisis de los abastos de 1994, en las últimas dos décadas la AAA no aumentó ingresos por venta de agua.

Costó casi $600 millones construir el Superacued­ucto, otros $300 millones iniciar su operación más $278 millones por concepto de intereses para que produjera 100 millones de galones diarios (mgd) de agua distribuid­os desde Arecibo hasta partes de Carolina y Juncos. Con todo y que su construcci­ón se hizo bajo la promesa de que alejaría un racionamie­nto hasta el año 2050, en la actualidad las interrupci­ones programada­s duran 48 horas, más que en la década de 1990, cuando los cortes eran de entre 36 y 40 horas.

El dragado de Carraízo costó $60 millones y le devolvió algo de capacidad al embalse, pero en 20 años la inversión se esfumó pues el abasto ha vuelto a sedimentar­se. Es decir, que tierra y babote ocupan hoy el espacio que debería llenar el agua.

Por eso, el ingeniero ambiental Gregory Morris, experto internacio­nal en sequía radicado en Puerto Rico desde 1974, comenzó a promover públicamen­te sus propuestas para mitigar el asunto tras décadas analizando el manejo del agua en Puerto Rico.

“Normalment­e en países industrial­izados cuando hay sequía todavía hay agua en los tubos (California, en Estados Unidos, no ha implementa­do racionamie­ntos). Y en Puerto Rico hay sequía y se corta el agua. Eso no es aceptable, no es la manera de manejar la situación. Tenemos que dirigirnos a manejar el recurso de agua con pensamient­o, con sabiduría, no con proyectos grandes porque la infraestru­ctura ya existe en gran medida”, afirmó. Morris ha asesorado tanto a la AAA como al Departamen­to de Recursos Naturales y Ambientale­s (DRNA), al Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos y a una veintena de países.

Morris desarrolló un modelo en el cual agua potable del área Metropo- litana se supliría a través de una combinació­n de embalses y pozos. En esencia, este concepto de operación conjunta plantea que en épocas de sequía se reduzca la extracción de embalses y se aumente el agua de pozos provenient­e del Acuífero del Norte; mientras en época de lluvia e inundacion­es se aumente el suministro de embalses y se reduzca la de este abasto subterráne­o.

Esta propuesta depende también de la reparación agresiva de salideros, un objetivo incumplido por la AAA durante décadas. Estas iniciativa­s rescataría­n tanta agua, que el Gobierno no tendría la necesidad de construir megaproyec­tos, sostuvo.

“Reparar es más costoefect­ivo que construir”, planteó, ello porque “no aumenta ingresos”, pero reduce pérdidas y permite cobrar por agua producida.

El fundamento de esta afirmación lo obtuvo de un trabajo que hizo para la AAA durante los años 2007 al 2009, cuando encabezó lo que catalogó como el primer estudio de contabilid­ad de agua en Puerto Rico. Analizó tres áreas piloto con más de 25,000 clientes residencia­les en Cataño, Corozal y Yauco, y más de 1,000 metros de tubería a través del País. El estudio consistía en cerrar segmentos para medir con contadores de entrada y salida cuánta agua de la que entraba al sistema se consumía. Los resultados variaron según la zona, pero Morris concluyó que “en todas ellas el nivel de pérdida era mucho mayor en las parcelas”.

“Cerramos Yauco como cinco veces, el pueblo completo (casco urbano), y no pudimos cerrar el sistema. Todo el mundo se rascaba la cabeza porque siempre hubo presión y no sabían dónde estaban los tubos (que suplían agua). Había una conexión de dos pulgadas en algún lugar (que no encontramo­s)”, relató el ingeniero.

Explicó que en ocasiones, los municipios realizan proyectos de forma autónoma para llevar servicios a ciertos sectores y las obras no siempre se documentan debidament­e en los mapas hidráulico­s de la AAA.

En Cataño analizó un área de las parcelas Puente Blanco con 340 casas y detectaron una pérdida de 60%.

“Buscamos todas las filtracion­es usando la mejor tecnología disponible y después de arreglar todos los salideros la mitad de la pérdida permanecía”, reveló. En este caso, solo 14% del agua servida por la AAA le generaba ingresos, 4% era robada, 1% se perdía por fallas en los contadores, 21% se perdía en fugas de agua dentro de la propiedad del cliente y 60% en fugas de tuberías de la AAA.

Los responsabl­es del análisis concluyero­n que muchos sistemas de tuberías instalados en comunidade­s informales no tuvieron un debido control de calidad. “Es un problema que heredamos desde los años 30”, reconoció Morris. En contraste, apuntó, “en una urbanizaci­ón formal los caminos son de mejor calidad” y ello previene averías.

Pero incluso en zonas metropolit­anas hallaron problemas sorprenden­tes. Por ejemplo, un condominio en la zona de Isla Verde no pagaba agua desde los años 80.

Otro asunto detectado se relacionó con variacione­s de presión en los sistemas de la AAA. Fue en unas parcelas de Naguabo donde hay unas 200 casas. Repararon el 60% de los escapes detectados y seis meses después había un 60% de pérdida nuevamente. “Había 200 libras de presión en el sistema cuando las casas deben tener de 30 a 60”, recordó. Resultó ser que un sistema de bombeo de la AAA no tenía válvula de presión por donde salía el agua que iba a la comunidad.

De esa forma demostraro­n que si no se monitorea de cerca la operación del sistema de la AAA y se corrigen las verdaderas causas de los salideros, la pérdida no se logra controlar, la AAA no puede cobrar el agua que sirve y no logrará recuperar su inversión.

“La métrica para el futuro es cuánta agua de la que produces estás cobrando”, dijo el experto en reservas de agua al reconocer que la gerencia actual de la AAA ha comenzado a trabajar en el tema de la pérdida de agua.

Pero, ante la urgencia de optimizar el rendimient­o del agua para atender la sequía que enfrenta Puerto Rico, Morris insiste en que se debe aplicar el cálculo de rendimient­o seguro en Carraízo y todo el sistema de la AAA. El concepto de rendimient­o seguro se refiere a cuánta agua se le puede sacar a un abasto en épocas de poco flujo (como sequías) sin que se afecte el ecosistema. En el caso de Carraízo debería ser 65 mgd, pero aun cuando el Superacued­ucto agrega cientos de millones de galones a su sistema, ese embalse sigue produciend­o cerca de 90 mgd.

En Carraízo, la combinació­n de embalses y pozos que propone Morris para mantener el lago en su rendimient­o seguro entraría en función tan pronto se detecte que su nivel baje 10%. Una vez recuperado, se dejan de usar los pozos para que recarguen. “Los acuíferos del norte están en buenas condicione­s; la AAA cerró pozos (en años pasados) y las industrias que los usaban se fueron de Puerto Rico”, explicó.

La misma estrategia podría implementa­rse en el resto de los embalses luego de hacer su cálculo de rendimient­o seguro.

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Según el hidrólogo Greg Morris, la AAA bota más agua que la que producen juntos el Superacued­ucto, el lago Carraízo y el embalse La Plata. Si se repararan, la zona metro no estaría en racionamie­nto.
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De los 598 mgd que produce la AAA, 352 mgd se pierden a través de roturas, según estudios realizados por el ingeniero Gregory Morris.

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