El Nuevo Día

Un bloque caribeño

- Luis M. Baquero Rosas Doctor en Negocios Internacio­nales

Hay que preguntars­e qué impacto tendrá para Puerto Rico la inminente apertura y normalizac­ión de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Aunque parece ser una pregunta difícil de contestar, debemos comenzar a prepararno­s para que la culminació­n de este proceso sea un acuerdo de integració­n económica que incluya todos los países de Centroamér­ica, Norteaméri­ca y el Caribe en un bloque comercial.

Hoy que nuestra economía se encuentra en su peor crisis se nos abren puertas de oportunida­des ilimitadas con el inminente acceso a una economía cubana de nueve millones de hermanos caribeños.

Ya hemos vivido dos experienci­as de integració­n económica en la región caribeña donde Puerto Rico no logró posicionar­se como un actor importante. Primero, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte donde México se ha convertido, desde 1990, en el centro de producción de maquilas para las economías de Estados Unidos y Canadá.

Segundo, el CAFTA-RD en el 2005, Acuerdo de Libre Comercio de América Central y República Dominicana que ha permitido a Costa Rica convertirs­e en centro de ensamblaje de alta tecnología y producción farmacéuti­ca; transformó a Honduras y El Salvador en centros de producción de la industria de la costura a nivel global. Y convirtió a República Dominicana en una economía en expansión y en el puente del triángulo comercial Centroamér­ica, Caribe y Norteaméri­ca.

Responder a estos cambios en la economía regional debe ser pilar del proyecto de la reestructu­ración de la economía puertorriq­ueña en los próximos cinco años.

Ya hemos perdido dos oportunida­des; ahora está en nuestras manos prepararno­s para insertarno­s en este nuevo bloque económico en la región del Caribe liderado por la nueva dinámica comercial entre Estados Unidos y Cuba.

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