Un bloque caribeño
Hay que preguntarse qué impacto tendrá para Puerto Rico la inminente apertura y normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Aunque parece ser una pregunta difícil de contestar, debemos comenzar a prepararnos para que la culminación de este proceso sea un acuerdo de integración económica que incluya todos los países de Centroamérica, Norteamérica y el Caribe en un bloque comercial.
Hoy que nuestra economía se encuentra en su peor crisis se nos abren puertas de oportunidades ilimitadas con el inminente acceso a una economía cubana de nueve millones de hermanos caribeños.
Ya hemos vivido dos experiencias de integración económica en la región caribeña donde Puerto Rico no logró posicionarse como un actor importante. Primero, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte donde México se ha convertido, desde 1990, en el centro de producción de maquilas para las economías de Estados Unidos y Canadá.
Segundo, el CAFTA-RD en el 2005, Acuerdo de Libre Comercio de América Central y República Dominicana que ha permitido a Costa Rica convertirse en centro de ensamblaje de alta tecnología y producción farmacéutica; transformó a Honduras y El Salvador en centros de producción de la industria de la costura a nivel global. Y convirtió a República Dominicana en una economía en expansión y en el puente del triángulo comercial Centroamérica, Caribe y Norteamérica.
Responder a estos cambios en la economía regional debe ser pilar del proyecto de la reestructuración de la economía puertorriqueña en los próximos cinco años.
Ya hemos perdido dos oportunidades; ahora está en nuestras manos prepararnos para insertarnos en este nuevo bloque económico en la región del Caribe liderado por la nueva dinámica comercial entre Estados Unidos y Cuba.