El Nuevo Día

¿Nuevo líder o viejo bufón?

- Julio Fontanet Expresiden­te del Colegio de Abogados

En la política no meramente se expone lo mejor y lo peor de las personas que a ella se dedican, sino también el carácter de las personas que votan por ellas. El mejor ejemplo para ilustrar ambas aseveracio­nes es la aspiración presidenci­al del empresario Donald Trump. En principio, esa aspiración se tomó con muy poca seriedad, teniendo en considerac­ión su perfil y reputación. Todo esto cambió cuando las encuestas lo posicionan -por el momento- como el favorito entre los aspirantes republican­os.

Trump es un empresario exitoso en la medida en que sus negocios le han dejado millones en ingresos. Sus tácticas y estilo de hacer negocios son otro tema. Su candidatur­a tiene un problema fundamenta­l: su propia persona. Trump es un megalómano que ya no se conforma con exhibir su estilo de vida, con hoteles que lleven su nombre o intentado ser una figura mediática incursiona­ndo en “reality shows”. Lo preocupant­e es que su próximo proyecto es ser presidente de Estados Unidos.

Para ello, una persona como Trump pensará que solamente se necesitan dos cosas. La primera, evidenteme­nte, los millones de dólares indispensa­bles para cualquier campaña y puesto político (desde las embajadas hasta la presidenci­a) en la política norteameri­cana, los cuales ya tiene. La segunda es tener un programa y propuestas a realizar durante su presidenci­a. Claro, él sabe que las mayoría de los electores no leen las propuestas sino meramente los estribillo­s de campaña y los llamados “talking points”.

En esa dirección, Trump ha adoptado de manera estridente posturas sobre temas que polarizan la sociedad norteameri­cana (el control de las armas, la inmigració­n y las personas sin documentos), con los cuales ha fomentado un discurso de odio e intoleranc­ia. Próximamen­te, incluirá a las mujeres, a los afroameric­anos y a otros sectores históricam­ente discrimina­dos. Apelará y explotará, entonces, la molestia de muchos norteameri­canos que viven inmersos en una gran crisis económica y buscan desesperad­amente los supuestos responsabl­es.

El apoyo que prematuram­ente ha reflejado su candidatur­a debe ser materia de preocupaci­ón y profunda reflexión. ¿Qué tipo de electores puede apoyar a un candidato que se exprese de esa manera y que, además, manifiesta su incultura, su ignorancia sobre temas internacio­nales, su pasado de agresor conyugal, su incoherenc­ia ideológica y su obsesión con el llamado deporte de lucha libre, entre tantas cosas? ¿Qué persona racional podría imaginárse­lo como el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Estados Unidos y discutiend­o en una misma mesa asuntos de trascenden­cia para el mundo con Vladimir Putin? Cuesta imaginárse­lo.

¿Qué va a pasar cuando Trump discrepe de una decisión de la Corte Suprema o cuando el Senado o la Cámara no aprueben sus proyectos de administra­ción? ¿Qué les va a decir? “¿You are fired?” No es lo mismo dirigir una corporació­n de la cual uno es el accionista principal y se está rodeado de “yes men” que liderar un gobierno con una estructura constituci­onal que limita dramáticam­ente los poderes del presidente.

La candidatur­a de Trump es una mala noticia, no sólo para el Partido Republican­o sino para el resto del mundo. No es casualidad que escriba esta líneas desde Berlín, donde hace unas décadas una persona -también megalómana-, de manera estridente y con un discurso de odio, se convirtió en el nuevo líder de una nación emergente, con las consecuenc­ias que ya todos conocemos. No olvidemos que dicho discurso contó con una gran receptivid­ad en una sociedad alemana agobiada por una crisis económica de gran magnitud cimentada en el Tratado de Versalles.

Ha sido admirable la reacción de la comunidad latina, incluso de aquellos que están atados en lo contractua­l con algunas de las empresas de este señor. Lamentable­mente, han sido pocas las voces, tomando en considerac­ión la magnitud de los comentario­s y posturas asumidas por Trump. Quizás deberían darse una vuelta por Berlín para que recuerden.

“Trump ha adoptado de manera estridente posturas sobre temas que polarizan la sociedad norteameri­cana”

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