Pelea por Puerto Rico
Pelear por dentro es más difícil que esquivar golpes del contrincante por afuera. Será por eso que los partidos políticos sacan el cuerpo cada vez que les convocan a compartir responsabilidades.
Si el PPD hubiera correspondido a la invitación del gobierno de Luis Fortuño para buscar en consenso una solución a la crisis de los sistemas de retiro, hoy no estarían amenazados por la futura debacle.
Lo mismo podrá decirse a la inversa sobre la invitación del gobierno de Alejandro García Padilla al PNP y al PIP, para alcanzar consenso a largo plazo y enfrentar la quiebra que maniata el futuro.
Los boxeadores y los partidos políticos se parecen.
Se retan, se insultan, se enredan a puñetazos y se lastiman para después llamarlo deporte unos y democracia los otros.
Sentarse a negociar en una mesa no atrae taquilla ni votos. Por eso el PNP no quiere hacer hoy lo que ayer no quiso el PPD: pactar una tregua de siquiera cinco años para que los bonistas recobren alguna confianza en la institucionalidad financiera del Gobierno.
Cada cual por su lado girará contra el banco de sus fanáticos pensando que la urgencia de la crisis les adjudicará mayoría entre los desafiliados, a los que no quedará otra que votar por fe. Los manejadores apuestan al cansancio.
El boxeador bailará y correrá el cuadrilátero esperando el momento para propinar un golpe de suerte; mientras, su oponente guarda energías confiado que se cansará con tanta vuelta. Hasta el fanático creerá que ha botado el dinero porque no ha visto un “jinquetazo”.
Lo trágico de este “match” es que no habrá bolsa que repartir entre triunfador y vencido. Cuando los jueces anuncien un resultado por decisión, los bonistas habrán actuado sobre la quiebra y nuestra economía en recesión habrá trasmutado en cataclismo.
Pregúntenle al próximo que llegue a Fortaleza.