SOLO UN EVENTO EXTREMO NOS SALVA
Expertos dicen que el cruento racionamiento de agua que vive el País solo se resolverá con cerca de 20 pulgadas de lluvia en las cuencas de los embalses, el tipo de precipitación que únicamente traen sistemas intensos como las tormentas
Para que termine la sequía que amenaza con sacar de operaciones los embalses Carraízo y La Plata se necesitarían varios eventos de precipitación significativa que dejen caer más de 20 pulgadas de lluvia en las cuencas de estos embalses, algo que los meteorólogos no prevén ocurra en los próximos meses.
“Lo que nos han explicado en las reuniones del Comité Técnico (de sequía) es que tendría que llover de 18 a 20 pulgadas por cuenca en las cuencas de Carraízo y La Plata para que puedan llegar a su nivel de seguridad”, explicó Norma Muñoz, directora de comunicaciones de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA).
Muñoz recordó que el nivel de seguridad de Carraízo es más de 39.50 metros, y el de La Plata más de 43. De estos dos embalses, la AAA sirve agua a más de 200,000 clientes. Los de Carraízo enfrentan cortes programados del servicio desde mayo, que se han prolongado según pasan los meses y la semana próxima llegarán a ser por 72 horas. En el caso de La Plata, donde iniciaron los racionamientos en junio, los cortes son por 48 horas.
El meteorólogo Ernesto Rodríguez, del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan (SNM), explicó que además de que se necesita bastante lluvia para contrarrestar los efectos de la sequía es difícil que un solo evento la deposite específicamente donde se necesita mientras se mueve sobre tierra. Como si fuera poco, añadió, aunque toda la lluvia cayera sobre la cuenca de un lago, el terreno está tan seco que absorbería gran parte del agua antes de que llegue a los embalses.
“En el este interior, donde está la cuenca de Carraízo y parte de la cuenca de La Plata, necesitamos alrededor de 23 pulgadas de lluvia en promedio para finalizar con la sequía (en esa zona). Como están las condiciones atmosféricas necesitas varios eventos”, estimó. La zona este interior comprende los municipios de Aibonito, Barranquitas, Comerío, Cidra, Cayey, Caguas, Aguas Buenas, Gurabo, Juncos, Las Piedras, Naranjito, Naguabo, San Lorenzo, y parte de Ceiba, Humacao, Patillas, Guayama, Bayamón y Guaynabo.
“Hay eventos que han dejado hasta 27 pulgadas de lluvia, pero es bien raro que te la dejen en un área tan grande”, insistió. Mencionó que en 2008, antes de la formación de la tormenta tropical Kyle, nubes asociadas al sistema dejaron caer unas 27 pulgadas de llu- via entre Patillas y Yabucoa, pero esto se atribuye específicamente a la presencia allí de montañas que forman una V y crearon el efecto de atraparlas. Pero habrá que ver cuántas tormentas se acercan este año ya que la temporada de huracanes va a ser por debajo de lo normal, explicó.
Rodríguez aclaró que las proyecciones de actividad ciclónica cambian semana a semana, según los análisis que hace la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Según el reporte de ayer, existe un 90% de probabilidad de que lo que resta de la temporada de huracanes sea por debajo de lo normal, incluso menos activa de lo que se pensó cuando se hicieron los pronósticos en mayo pasado.
“Los últimos números hablan de que debe haber entre seis a diez tormentas con nombres en lo que resta la temporada de huracanes. De una a cuatro de ellas pueden ser huracanes, y hasta una de estas podría ser huracán de categoría mayor (categoría 3 a 5)”, informó. En mayo se anticipaban hasta 11 tormentas, de las cuales entre tres y seis podían alcanzar categoría de huracán, uno o dos de estos llegando a categoría mayor.
De acuerdo con el meteorólogo, estudiosos apuntan a por lo menos tres factores para esto. Uno de los análisis indica que la presencia de gran cantidad de polvo del Sahara sobre el océano Atlántico dispersando la luz solar ha mantenido el agua medio grado más fría de lo normal, haciendo que contribuya menos al desarrollo de huracanes. Otra teoría apunta a que la presencia de vientos alicios más fuertes de lo normal en la zona hace que se mezcle más el agua en el océano y se mantenga más fría. Y está el tan mencionado fenómeno El Niño, que provoca vientos cortantes en los niveles medios y altos de nuestra atmósfera
dificultando el desarrollo de huracanes.
El déficit de lluvia en Puerto Rico este año ha provocado hasta ahora la declaración de sequía extrema en 29 municipios, con una población afectada que el Monitor de Sequía de Estados Unidos estima en más de 2.7 millones de personas. Además, esta semana el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) aumentó de 14 a 20 la cantidad de pueblos declarados zona de desastre natural por sequía.
A pesar de este panorama, la cantidad de lluvia total caída en Puerto Rico y procesada por la AAA sería suficiente para suplir el servicio de agua potable a la población sin racionamientos si la corporación pública pudiera almacenarla y distribuirla eficientemente. Tal y como publicara esta semana El
Nuevo Día, la AAA pierde el 60% del agua que produce.
Ahora, con Carraízo y La Plata en nivel de control; Cidra, Patillas y Río Blanco en nivel de ajustes operacionales, y otros cuatro en observación, la AAA amenaza con aumentar tarifas si sus clientes no controlan el consumo.
El miércoles, cuando anunció tres días de racionamiento para Carraízo, los cortes más largos en la historia de la AAA, ese lago bajó 17 centímetros. “Nos causa un problema la persona que consume como si aquí no hubiese pasado nada. El agua le llega más lento a los clientes y, a la misma vez, no se contribuye a estabilizar los niveles de los embalses”, reconoció su presidente ejecutivo,