Ruidos peligrosos
Conozca cómo el ruido nos puede afectar física, mental y socialmente
Todos, de alguna forma u otra, podemos definir lo que es un ruido. Lo determinamos como un sonido no deseado, que causa desagrado y queremos que acabe tan pronto como empezó. Sin embargo, exponernos al ruido por grandes cantidades de tiempo puede tener consecuencias permanentes en nuestra salud física y mental.
El ruido “puede provocar pérdida auditiva en los diferentes rangos o niveles, pero también si hay mucho ruido las personas van a tener problemas para comunicarse oralmente. Incluso, les puede afectar hasta el sueño y el descanso”, según la audióloga
Mayraliz Serrano.
Lo que para unos puede ser ruido, para otros puede ser música a sus oídos. No obstante, la experta advierte que la pérdida auditiva momentánea que experimentamos luego de salir de un concierto, una fiesta o tras un largo día de trabajo escuchando máquinas industriales ensordecedoras, puede hacer que nuestro oído se afecte permanentemente.
Otro efecto fisiológico del ruido que afecta la vida de muchos se conoce como tinnitus. La Asociación Americana de Tinnitus describe la misma como la percepción de un sonido cuando no hay ruido externo real. Comúnmente se percibe como zumbidos, silbidos o golpes en el oído.
Si bien todos podemos experimentar este fenómeno, conocido también como acúfenos, cuando el tinnitus es crónico puede interferir con el ritmo de vida de las personas, provocando efectos negativos en el comportamiento como depresión, ansiedad, cambios de ánimo frecuentes, irri- tabilidad, insomnio y angustia, según información de la Asociación.
Pero el ruido no solamente es un estorbo cuando comienza a afectarnos físicamente. Este “evita que el ser humano pueda fluir, pueda pensar y razonar con agilidad, según la neuropsicóloga Teresa Dalmau, quien dice que científicamente un sonido sobre 64 decibeles en una zona residencial se considera ruido, mientras que en zonas industriales se admite hasta 75.
La experta indica que una persona que se encuentre en un ambiente donde los estímulos sonoros rebasen el límite apropiado tendrá que consumir todo su esfuerzo para mantenerse enfocada en la tarea a realizar.
“Esta persona no puede pensar claramente, no puede formalizar procesos de memoria de trabajo, como le llamamos en neuropsicología, donde tiene que existir un orden, secuencia, planificación y solución de problemas. Para eso nos necesitamos concentrar", explica.
De esta forma, nuestro comportamiento y rendimiento se ve afectado. Surge la ansiedad, el estrés, el coraje y la falta de concentración, además del enfado al no poder comunicarnos libremente. Serrano, por su parte, añade que los ruidos excesivos y persistentes pueden causar alteraciones al sistema digestivo, aumento en la presión arterial, dolores de cabeza y trastornos en el equilibrio.
El problema incide en que muchos de los contextos de nuestra vida están rodeados de ruidos. Los producidos por autos, aviones, trenes, autobuses y maquinaria industrial son parte de la contaminación acústica a la que estamos expuestos día a día.
Según la guía para la salud y el ruido del
Observatorio de Salud y Medioambiente de Andalucía, “no se considera la contaminación acústica una causa de enfermedad mental pero se asume que acelera e intensifica el desarrollo de desórdenes mentales latentes”. Estudios citados en la guía relacionan la contaminación acústica con efectos adversos como nerviosismo, inestabilidad emocional, impotencia sexual, neurosis y agresividad.
Organizaciones como la Junta de Calidad Ambiental en Puerto Rico, la Organización Mundial de la Salud y la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional se han dedicado a promover medidas de prevención para disminuir la pérdida auditiva, especialmente en el sector laboral.
“Según las leyes de OSHA, un trabajador que esté expuesto a ruidos por más de ocho horas se tiene que proteger, tiene que utilizar protectores auditivos. Si es en una empresa, tiene que proveer esos protectores auditivos y tiene que orientar a los empleados a cómo ponérselos y hacerles sus pruebas de audición anuales”, ejemplifica Serrano.
En Puerto Rico, por ejemplo, se reconoce que la contaminación ambiental por ruidos es un problema que requiere un mayor grado de concienciación y acción de las agencias gubernamentales. Es por eso que cada año se celebra el Día de la Concienciación sobre el Ruido durante el tercer miércoles de abril.
DEL RUIDO AL SONIDO. Dalmau enfatiza en la importancia de los sonidos en la neuropsicología como método para “armonizar y equilibrar el cerebro humano”.
“El sonido lo manipulamos, por usar este palabra incorrectamente, a favor del cerebro humano. Este sonido, agradable y armónico afecta químicamente la frecuencia eléctrica del cerebro. De hecho, se puede usar como musicoterapia, donde entonces modulamos la melodía, la armonía, el ritmo, el timbre de todo ese sonido”, detalla.
Manejar el sonido tal como explica Dalmau tendrá un impacto en la dimensión quimo-eléctrica del cerebro y el sistema endocrino (formado por una serie de glándulas que regulan las hormonas), ayudando al paciente deprimido.
“Lo que tratamos es de que la persona pueda estar armónica, que no tenga ansiedad. Una vez que modulamos las frecuencias eléctricas, preferiblemente entre 12 y 15 Hertz, entonces se puede empezar a hablar con esta persona, puede fluir mejor, no se bloquea tanto en su proceso de pensamiento”, dice.
El tratamiento se ha utilizado efectivamente en niños con autismo. A través de la musicoterapia, los niños han demostrado cambios significativos en sus funciones motoras, su comunicación no verbal y atención, además de sentirse más en contacto con el ambiente sin necesidad de sentirse amenazados.