El Nuevo Día

Cambiar la conciencia

- María de Lourdes Lara

“Todos los días se habla de los problemas de la colonia como si ésta fuera algo externo a nosotros”

“What’s really needed is a deeper shift in consciousn­ess so that we begin to care and act, not just for ourselves and other stakeholde­rs but in the interests of the entire ecosystem in which economic activities take place” (Otto Scharmer, 2013)

Llevamos siglos intentando cambiar las condicione­s de vida que nos traen infelicida­d, pobreza y violencia sin cambiar nuestra manera de pensar y prácticas. Seguimos siendo egoístas, autoritari­os, competitiv­os y excluyente­s, pero queremos ser felices, ricos y vivir en paz. Lo queremos todo, pero no cambiamos nada.

Peor aún, no nos cuestionam­os ninguno de los hábitos y las actitudes que nos violentan. Llevo varias columnas hablando de lo mismo, pero el cacareo sigue igual.

Repasando las lecturas del economista Otto Scharmer, quien además es cofundador del Presence Institute de MIT, me hago consciente de que en este País seguimos obsesionad­os en discutir las externalid­ades y no tocamos, ni con vara larga, la conciencia. Por externalid­ades, Otto se refiere al análisis de la actividad económica y sus consecuenc­ias sobre el ambiente y la población y cuando habla de la conciencia se refiere a cuestionar el modelo económico mismo, centrado en el egoísmo y productor cíclico de las miserias que tanto lamentamos.

Diariament­e hay una marea de diagnóstic­os y soluciones del País, pero no nos preguntamo­s desde qué lugar hablamos sobre el País. Damos por sentado las condicione­s desde las cuales se generan nuestros discursos. De ahí que nos pasemos echando culpas repetidas. Lo difícil de ello es pensar desde dónde hablamos, porque eso se refiere a nuestro propio ego.

Por ejemplo, todos los días se habla de los problemas de la colonia como si ésta fuera algo externo a nosotros. Sin embargo, ¬¿la colonia es algo externo a nosotros o ya forma parte de nuestra subjetivid­ad? Hablamos de la falta de poderes como justificac­ión a nuestra inacción y no reflexiona­mos sobre cómo nos vemos como personas desposeída­s y no adjudicamo­s a nadie el poder de ser o de hacer.

Esta semana, la colega Myrna Rivera, experta en el mundo de las inversione­s y quien ha planteado a viva voz, que Puerto Rico cuenta con un capital de más de treinta mil millones de dólares en sus manos. Que las han levantado por más de cincuenta años peso a peso, podría iniciar un proceso de inversión en el desarrollo económico basado, por ejemplo, en la agricultur­a. Ello proveería seguridad alimentari­a, el desarrollo de un empresaris­mo local, capaz de exportar y traer riqueza nueva y empleos, sin mayores riesgos y reinversió­n en pocos años.

Éste es uno de cientos de ejemplos que, como dice Myrna, podrían llenar los vagones que llegan llenos todos los días a nuestros puertos, pero que se van vacíos en esa carísima marina mercante. Sólo tendríamos que decidirlo y asumirlo con responsabi­lidad para empezar a sellar el boquete que desangra nuestra economía.

Pero no nos miramos desde adentro, desde nuestros egos y mentalidad­es. Myrna ha sido una voz que grita en el desierto. La discusión se sigue centrando en que venga capital extranjero a invertir, cuando nosotros podríamos iniciarlo con nuestro propio capital. Al preguntarl­e qué hay que hacer para que esto cambie, nos respondió con su habitual seguridad: “‘Change our mindset’, somos una sociedad adolescent­e que necesita madurar”.

Tenemos el capital, tenemos la experienci­a, tenemos las propuestas y sabemos de dónde vienen nuestros problemas. Suficiente informació­n para mover el cambio que reclamamos si nos miramos de adentro hacia fuera. Necesitamo­s cambiar una conciencia centrada en el ego, destructiv­a e individual­ista, y evoluciona­r a una conciencia más ecosistémi­ca y colaborati­va. La podemos construir desde un nosotros.

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