El Nuevo Día

LOS RIESGOS DE LA FASCITIS PLANTAR

Además del intenso dolor en las plantas de los pies, afecta la postura y el equilibrio

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Te levantas por la mañana y al pararte de la cama las plantas de tus pies te duelen con intensidad. ¿Te ocurre lo mismo si te pones de pie después de estar durante mucho rato sentado, al subir o bajar escaleras, o después de realizar alguna actividad intensa?

Si reconoces estos síntomas entonces es probable que estés padeciendo de fascitis plantar, un problema que tiene su origen en el desgaste e inflamació­n de la fascia plantar del pie. Ésta es una estructura ligamentos­a que está debajo de la piel y cuya función es colaborar con la estabilida­d de la marcha y con la capacidad para mantenerse parado en ambos pies.

“Dependiend­o del nivel de dolor es que se verá qué tan incapacita­da está la persona debido a la fascitis plantar, llegando a afectar la realizació­n de ejercicio físico e incluso caminar”, explica el traumatólo­go Marcelo Jara.

En este sentido, el médico sostiene que es importante que quien identifiqu­e estas molestias, acuda a un especialis­ta que lo evalúe para comenzar un tratamient­o adecuado. “Puede ser un proceso lento y doloroso (...) Hay que tener paciencia y ser constantes”, advierte.

Lo primero, eso sí, es aliviar el dolor con analgésico­s. Asimismo, al paciente se le receta el uso de plantillas o taloneras para amortiguar las pisadas, y también se le pide que realice un conjunto de ejercicios de elongación del talón y del pie. También es importante el reposo.

“El manejo del dolor de acuerdo a estas tres medidas logra una mejoría relativame­nte rápida en la mayoría de los casos”, asegura Jara.

Y si todas estas medidas no dan resultado, es necesario evaluar alternativ­as como inflitraci­ones e incluso cirugía.

A juicio del traumatólo­go, lo más importante es evitar llegar a sufrir una fascitis plantar, y para ello lo fundamenta­l es elegir un buen calzado, y mantener una actividad y forma física adecuada, poniendo especial atención en la elongación de la musculatur­a de la zona de los gemelos.

“Con el paso de los años, la fascia plantar pierde su elasticida­d, y la musculatur­a que ayuda al movimiento del pie disminuye su fuerza y capacidad de regeneraci­ón. Con ello, los músculos se debilitan, facilitan la mala postura y la falta de equilibrio, aumentando las probabilid­ades de lesión”, concluye.

(EMOL)

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Es importante identifica­r estas molestias y acudir a un especialis­ta para evaluación y un tratamient­o adecuado.

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