Educadora de muchas luchas
Sandra del Valle es sobreviviente de cáncer y estudió pedagogía para ayudar a una hermana con retardación mental
La gallardía que la maestra Sandra del Valle Colón mostró el pasado lunes cuando denunció que su salón de kínder no estaba listo para recibir los niños, en contra de la versión del secretario de Educación, fue la misma que hace 10 años la ayudó a sobrevivir el cáncer.
“Miss Sandra”, como prefiere que la llamen sus alumnos, continuaba ayer arreglando el salón de clases de kínder de la escuela Las Américas, en Hato Rey. Mientras, empleados del Departamento de Educación instalaban en el aula un viejo acondicionador de aire en el que, hasta mayo pasado, fue un salón de artes industriales.
La tubería expuesta en las paredes había sido eliminada y los receptáculos de electricidad ya tenían sus cubiertas. Ahora, la mayor preocupación de la educadora era la falta de espacio para que sus estudiantes tengan un área de juego al aire libre.
Este es el primer año que la escuela Las Américas tiene kínder. Hasta mayo pasado fue una escuela intermedia. Ahora ofrecerá clases de kínder a octavo grado.
El plantel Las Américas es el receptor de los estudiantes de la escuela República El Salvador, donde del Valle Colón ofreció clases durante los pasados 26 años.
Del Valle Colón explicó que aceptó ese plantel, aunque tuvo otras ofertas, porque repetiría la historia de ser la maestra con la que se establece un kínder en una escuela.
Además, destacó que había hecho un compromiso con varios padres en ser la maestra de sus hijos, los que serían matriculados en la escuela Las Américas.
Del valle Colón aceptó sentirse herida con las expresiones del secretario de Educación, Rafael Román, quien el lunes tildó de falsa la denuncia que ella hizo cuando advirtió que el salón de kínder no estaba listo. Horas después, Román llegó a la escuela y comprobó la veracidad de la denuncia. El funcionario indicó entonces que sus subalternos le habían mentido.
“Me tildaron de maestra problemática… esto no es problemático; ¿problemática es querer tener unas condiciones de trabajo aptas para los estudiantes?”, preguntó.
“Eso no fue un show. Fue real. El salón no estaba listo... Yo soy una maestra de vocación que cumplo con mi deber”, indicó.
El compromiso que tiene con la educación, resaltó, es tanto que se mantuvo dando clases los ocho meses que recibió quimioterapia para tratar su cáncer en el cuello.
“Yo cogía quimioterapia cuatro días a la semana, el primero faltaba porque me inyectaban un medicamento que me ponía a dormir, pero en la segunda, tercera y cuarta quimioterapia venía y trabajaba mediodía. Yo no dejé sin clases a mis niños”, dijo.
Del Valle Colón, quien tiene tres hijos y dos nietos, estudió educación especial con especialidad en estudiantes con retardo metal. Se graduó de la Universidad de Puerto Rico. Escogió esa profesión porque tiene una hermana con esa condición. Ayer el salón de kínder de la Escuela Las Américas, en Hato Rey, lucía prácticamente renovado.
Sin embargo, el primer trabajo que consiguió como educadora fue para ser maestra de kínder en un colegio privado. Cuatro años más tarde, el De- partamento de Educación la nombró maestra de kínder.
“Mi misión como maestra es impactar a estos niñitos, muchos académi- camente están cruditos”, dijo.
Del Valle Colón tiene 55 años. “La edad de retirarme”, expresó entre risas y antes de explicar que aunque tiene 26 en la enseñanza pública, no le convalidaron los cuatro del colegio. “Todavía no me voy. Estaré aquí mientras papá Dios me dé salud”, dijo.